Mente, Cáracter y Personalidad 1

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Capítulo 6—Una saludable normalidad

La fuente de la verdadera felicidad—Hay personas de imaginación enfermiza para quienes la religión es un tirano, que las gobierna con vara de hierro. Las tales lamentan constantemente su propia depravación, y gimen por males supuestos. No existe amor en su corazón; su rostro es siempre ceñudo. Las deja heladas la risa inocente de la juventud o de cualquiera. Consideran como pecado toda recreación o diversión, y creen que la mente debe estar constantemente dominada por pensamientos austeros. Este es un extremo. 1MCP89 48.1

Otros piensan que la mente debe dedicarse constantemente a inventar nuevas diversiones a fin de tener salud. Aprenden a depender de la excitación, y se sienten intranquilos sin ella. Los tales no son verdaderos cristianos. Van a otro extremo. 1MCP89 48.2

Los verdaderos principios del cristianismo abren ante nosotros una fuente de felicidad, cuya altura, profundidad, longitud y anchura son inconmensurables. Cristo es en nosotros una fuente de agua que brota para vida eterna. Es un manantial inagotable del cual el cristiano puede beber a voluntad, sin apurarlo nunca.—Joyas de los Testimonios 1:178 (1867). 1MCP89 48.3

Celo que rápidamente se enfría—No debemos estimular un espíritu de entusiasmo que produzca fervor por un tiempo, pero que luego se enfríe dando lugar al desánimo y la depresión. Necesitamos el pan de vida que procede del cielo para vivificar el alma. Estudiad la Palabra de Dios. No seáis controlados por los sentimientos. Todos los que trabajan en la viña del Señor deben aprender que los sentimientos no son fe. No es necesario estar siempre en un estado de exaltación. Pero sí se requiere que tengamos una fe firme en la Palabra de Dios como la carne y la sangre de Cristo.—El Evangelismo, 105, 106 (1902). 1MCP89 49.1

Ni la fría ortodoxia ni el liberalismo descuidado—El progreso de la reforma depende de un claro reconocimiento de la verdad fundamental. Mientras que, por una parte, hay peligro en una filosofía estrecha y una ortodoxia dura y fría, por otra, un liberalismo descuidado encierra gran peligro. El fundamento de toda reforma duradera es la ley de Dios. Tenemos que presentar en líneas claras y bien definidas la necesidad de obedecer a esta ley. Sus principios deben recordarse de continuo a la gente. Son tan eternos e inexorables como Dios mismo.—El Ministerio de Curación, 91 (1905). 1MCP89 49.2

Se necesitan mentes bien equilibradas—En las epístolas se habla mucho de estar firmes en la fe. Esto debiera enseñarnos la necesidad de precaución. No debemos entretejer en nuestra experiencia nuestras propias inclinaciones y rasgos fuertes del carácter. Esto representará mal los principios preciosos, elevadores y ennoblecedores de la verdad y desviará a otros. La firmeza y solidez en la fe significa más de lo que muchos perciben. Significa corregir todo error que existe en nuestros pensamientos y actos, a fin de no corromper la Palabra de Dios. 1MCP89 49.3

Se necesitan en este tiempo mentes bien equilibradas, cristianos saludables e íntegros. Muchos de los que profesan a Cristo tienen una experiencia enfermiza. No pueden soportar nada que sea desfavorable. Se desaniman si piensan que de alguna manera se los ha ofendido o herido, si sus hermanos no han sido tan tiernos con ellos como piensan que deben serlo. El gran Médico, con su infinita habilidad, los restauraría a una completa salud moral; pero los pacientes rehúsan tomar el remedio que les ofrece. Estas personas pueden aplicar la Palabra de Dios a su caso por un corto tiempo, pero no llegan a ser hacedores de la Palabra. Pronto caen bajo influencias que apelan a sus gustos naturales y contrarrestan todo lo que habían ganado.—The Review and Herald, 28 de julio de 1896. 1MCP89 49.4

Todas las facultades han de ser cultivadas—Si se usan ciertas facultades con descuido de las demás, el designio de Dios no se realiza plenamente en nosotros; porque todas las facultades ejercen su influencia y dependen en gran medida una de la otra. No se puede usar eficazmente una de ellas sin la operación de todas, para que el equilibrio se conserve cuidadosamente. Si toda la atención y fuerza se concentran en una, mientras las otras permanecen dormidas, el desarrollo es intenso en ésta, y nos conducirá a los extremos porque todas las facultades no han sido cultivadas. Algunas mentes están atrofiadas y les falta el debido equilibrio. No todas las mentes están, por naturaleza, constituidas de igual manera. Tenemos mentes diferentes; algunas son fuertes en ciertos puntos y muy débiles en otros. Y estas deficiencias tan evidentes no necesitan ni debieran existir. Si los que las poseen fortalecieran los puntos débiles de su carácter, cultivándolos y ejercitándolos, llegarían a ser fuertes.—Joyas de los Testimonios 1:290, 291 (1872). 1MCP89 50.1

Usar todas las facultades mentales—Todas las facultades mentales debieran ser puestas en uso y desarrolladas, a fin de que hombres y mujeres tengan una mente bien equilibrada. El mundo está lleno de personas unilateralmente desarrolladas debido a que una parte de sus facultades fue cultivada, en tanto que otras se empequeñecieron por la inacción. La educación de la mayoría de los jóvenes es un fracaso. Estudian con exceso, al paso que descuidan lo que atañe a la vida práctica. Hombres y mujeres llegan a ser padres sin considerar sus responsabilidades y su prole desciende más abajo que ellos en la escala de la deficiencia humana. De ese modo la humanidad degenera rápidamente. La aplicación constante al estudio, según la manera en que actualmente se dirigen las escuelas, está inhabilitando a la juventud para la vida práctica. La mente humana debe tener actividad. Si no está activa en la dirección adecuada, lo estará en la indebida. A fin de conservarla en equilibrio, el trabajo y el estudio deberían estar unidos en las escuelas.—ECR 31, 32 (1872). 1MCP89 50.2

Los medios para mejorar están al alcance de todos—Se necesitan jóvenes que sean hombres de entendimiento, que aprecien las facultades intelectuales que Dios les ha dado y las cultiven con el mayor cuidado. El ejercicio amplía estas facultades, y si no se descuida el cultivo del corazón, el carácter será bien equilibrado. Los medios para mejorar están al alcance de todos. Que ninguno chasquee al Maestro cuando venga a buscar frutos, presentando sólo hojas. Un propósito resuelto, santificado por la gracia de Cristo, obrará maravillas.—Manuscrito 122, 1899. 1MCP89 51.1

Cuerpo, mente y corazón bajo el control de Dios—El que verdaderamente ama y teme a Dios, luchando con entereza de propósito para hacer su voluntad, pondrá su cuerpo, su mente, su corazón, su alma, su fuerza al servicio de Dios. Tal fue el caso de Enoc. Caminó con Dios. Su mente no estaba contaminada por una visión impura, defectuosa. Los que están decididos a hacer de la voluntad de Dios la suya, deben servir y agradar a Dios en todo. Entonces el carácter será armonioso y bien equilibrado, consistente, agradable y verdadero.—En Lugares Celestiales, 192 (1897). 1MCP89 51.2

Las facultades de la mente han de gobernar el cuerpo—La verdadera educación incluye el ser entero. Nos enseña el uso correcto de nuestro ser. Nos habilita para hacer el mejor uso del cerebro, de los huesos y de los músculos; del cuerpo, de la inteligencia y del corazón. Las facultades de la mente, por ser las superiores, deben gobernar el reino del cuerpo. Los apetitos y las pasiones naturales deben someterse al dominio de la conciencia y de los afectos espirituales. Cristo está a la cabeza de la humanidad, y es su propósito guiarnos en su servicio, por las altas y santas sendas de la pureza. Por la maravillosa operación de su gracia, hemos de llegar a ser perfectos en él.—El Ministerio de Curación, 310 (1905). 1MCP89 51.3

Mentes bien desarrolladas y caracteres amplios—Los obreros de Dios han de esforzarse por ser hombres multifacéticos; es decir, deben tratar de tener una amplitud de carácter, y no ser hombres unilaterales, acostumbrados a trabajar en una sola forma, que entren en un surco y sean incapaces de ver y sentir que sus palabras y su defensa de la verdad deben variar con la clase de gente entre la que se encuentren, y con las circunstancias que deban enfrentar. Todos debieran estar procurando constantemente tener mentes bien desarrolladas y superar los caracteres no equilibrados. Este debe ser su estudio constante si han de llegar a ser obreros útiles y de éxito.—El Evangelismo, 82 (1887). 1MCP89 52.1

Asuntos triviales y comunes empequeñecen la mente—Debiera impresionarse sobre la mente de cada estudiante el pensamiento de que la educación es un fracaso a menos que el entendimiento haya aprendido a captar las verdades de la revelación divina y a menos que el corazón acepte las enseñanzas del evangelio de Cristo. El estudiante que, en lugar de los amplios principios de la Palabra de Dios, acepte ideas vulgares y permita que el tiempo y la atención sean absorbidos por temas comunes y triviales, encontrará que su mente se empequeñece y debilita. Ha perdido el poder de crecer. La mente debe ser adiestrada para comprender las importantes verdades que se refieren a la vida eterna.—The Review and Herald, 11 de noviembre de 1909; Fundamentals of Christian Education, 536. 1MCP89 52.2

Las mentes no deben ser atiborradas con cosas inútiles—La educación tal como se la ofrece en las escuelas de hoy [1897], es unilateral, y, por lo tanto, una equivocación. Como fuimos comprados por el Hijo de Dios, somos su propiedad, y todos deberíamos educarnos en la escuela de Cristo. Debieran elegirse sabios maestros para nuestras escuelas. Los maestros tienen que tratar con mentes humanas, y son responsables ante Dios de imprimir sobre esas mentes la necesidad de conocer a Cristo como un Salvador personal. Pero ninguno puede educar realmente la posesión adquirida por Dios a menos que él mismo haya aprendido en la escuela de Cristo cómo enseñar. 1MCP89 53.1

Debo decirles por la luz que Dios me dio, que sé que los estudiantes han gastado mucho tiempo y dinero en adquirir un conocimiento que para ellos es como paja; por cuanto no los capacita para ayudar a sus semejantes a formar caracteres que los prepararán para unirse con los santos y los ángeles en la escuela superior. En lugar de atiborrar las mentes juveniles con una masa de cosas de mal gusto y que en muchos casos nunca les será de utilidad, debiera dárseles una educación práctica. Se gasta tiempo y dinero para adquirir un conocimiento inútil. La mente debiera ser cuidadosa y sabiamente enseñada a detenerse en la verdad bíblica. El principal objetivo de la educación debiera ser obtener el conocimiento de cómo podemos glorificar a Dios, de quien somos por creación y por redención. El resultado de la educación debería ser capacitarnos para comprender la voz de Dios... 1MCP89 53.2

Como ramas de la Vid verdadera, la Palabra de Dios presenta unidad en la diversidad. En ella hay una unidad perfecta, sobrehumana y misteriosa. Contiene la sabiduría divina, y ese es el fundamento de toda verdadera educación; pero este Libro ha sido tratado con indiferencia. 1MCP89 53.3

Ahora, como nunca antes, necesitamos comprender la verdadera ciencia de la educación. Si dejamos de entender esto, nunca tendremos un lugar en el reino de Dios. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3. Si este es el precio del cielo, ¿no conduciremos nuestra educación según este plan?—Christian Educator, Agosto de 1897. 1MCP89 53.4

Establecer reglas de hierro para los demás deshonra a Dios—Dios no vindicará ningún artificio mediante el cual el hombre gobierne u oprima en el más leve grado a sus semejantes. Tan pronto como un hombre comienza a establecer una regla de hierro para los otros hombres, deshonra a Dios y pone en peligro su propia alma y las almas de sus hermanos.—Testimonies for the Church 7:181 (1902). 1MCP89 54.1

Se necesita el equilibrio de mentes diferentes—Aquí estamos reunidos—con mentes diferentes, educación diferente, y adiestramiento diferente—, y no esperamos que toda mente siga el mismo cauce; pero la pregunta es: ¿Estamos nosotros, las diferentes ramas, injertados en la Vid verdadera? Esto es lo que deseamos saber, y queremos preguntárselo tanto a los maestros como a los alumnos. Queremos entender si estamos realmente injertados en la Vid verdadera. Si lo estamos, podemos tener modales diferentes, tonos y voces diferentes. Usted puede considerar las cosas desde un punto de vista, y nosotros tener ideas diferentes los unos de los otros con respecto a las Escrituras, no en oposición a ellas, sino que nuestras ideas pueden ser distintas. Mi mente puede seguir una línea de pensamiento que me resulta más familiar, y otro puede pensar y tomar una posición de acuerdo con sus rasgos de carácter, y ver un interés muy profundo en un aspecto de ello que los demás no ven.—Manuscrito 14, 1894. 1MCP89 54.2

El hisopo, el cedro y la palmera—En todas las disposiciones del Señor, no hay nada más hermoso que su plan de dar a los hombres y mujeres una diversidad de dones. La iglesia es su jardín, adornado con una variedad de árboles, plantas y flores. El no espera que el hisopo asuma las proporciones de un cedro, ni que el olivo alcance la altura de la palmera majestuosa. Muchos han recibido solamente una educación religiosa e intelectual limitada, pero Dios tiene una obra para esta clase de personas, si ellas trabajan con humildad, confiando en él.—El Evangelismo, 77 (1902). 1MCP89 54.3

Los caracteres son tan variados como las flores—De la interminable variedad de plantas y flores, podemos aprender una importante lección. Todas las flores no son las mismas en forma ni en color. Algunas poseen virtudes sanadoras. Otras tienen siempre fragancia. Hay cristianos profesos que piensan que es su deber hacer que todos los demás cristianos sean iguales a ellos mismos. Este es el plan del hombre, no el plan de Dios. En la iglesia de Dios hay lugar para caracteres tan variados como las flores de un jardín. En su jardín espiritual hay muchas variedades de flores.—El Evangelismo, 77 (1902). 1MCP89 55.1

Los poderes de la mente y del cuerpo—un don de Dios—Las exigencias de Dios deben estamparse en la conciencia. Hombres y mujeres deben despertar y sentir su obligación de dominarse a sí mismos, su necesidad de ser puros y libertados de todo apetito depravante y de todo hábito envilecedor. Han de reconocer que todas las facultades de su mente y de su cuerpo son dones de Dios y que deben conservarlas en la mejor condición posible para servirle.—El Ministerio de Curación, 92 (1905). 1MCP89 55.2

Dios desea caracteres simétricos—Dios reprocha a los hombres porque los ama. Quiere que sean fuertes en la fortaleza divina, que tengan mentes bien equilibradas y caracteres simétricos. Entonces serán ejemplos para el rebaño de Dios, al que conducirán al cielo por precepto y ejemplo. Entonces edificarán un templo santo para Dios.—Mensajes Selectos 1:54 (1883). 1MCP89 55.3