Mensajes Selectos Tomo 3

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Los Testimonios son nuestra protección

He instado a nuestros hermanos a que se familiaricen con las enseñanzas que hay en los Testimonios. Dios nos ha dado una luz que no podemos desatender o tratar con indiferencia o desdén. El ha permitido que la luz brillara sobre nosotros en forma de reproches y amonestaciones, a fin de que nos valgamos de ella, si queremos, para escapar de los peligros que acechan nuestro camino. Cuando surjan las tentaciones podremos estar protegidos y podremos discernirlas, porque el Señor nos las ha señalado para que no seamos engañados Manuscrito 23, 1889. 3MS 410.2

La humildad que lleva fruto, al llenar el alma con un sentido de amor a Dios, hablará, por quien la haya practicado, en el gran día cuando los hombres serán recompensados de acuerdo a sus obras. Feliz aquel de quien pueda decirse: “El Espíritu de Dios nunca conmovió en vano el alma de esta persona. Progresó avanzando hacia adelante y hacia arriba, de fuerza en fuerza. El yo no está entretejido en su vida. 3MS 410.3

“Cada mensaje de corrección, advertencia o consejo, lo recibió como una bendición de Dios. Así se preparó el camino para que recibiera bendiciones aún mayores, porque Dios no le habló en vano. Cada paso hacia arriba en la escalera del progreso la preparó para subir aún más alto. Desde el tope de la escalera brillaron sobre el tal los refulgentes rayos de la gloria de Dios. No pensó en descansar, sino que trató constantemente de obtener sabiduría y justicia de Cristo. Avanzó siempre hacia la meta para lograr el premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús”. 3MS 410.4

Esta experiencia debe tenerla cada uno de los que se salven. En el día del juicio, la conducta de aquel que haya conservado la fragilidad y la imperfección de la humanidad, no será defendida. Para el tal no habrá lugar en el cielo. No podría disfrutar de la perfección de los santos en luz. El que no tiene suficiente fe en Cristo para creer que él puede guardarlo del pecado, no tiene la fe que le dará entrada en el reino de Dios.—Manuscrito 161, 1897. 3MS 411.1