Mensajes Selectos Tomo 2

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13—¿Deberían los cristianos ser miembros de sociedades secretas?*

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. 2 Corintios 6:14-18. 2MS 139.1

La orden del Señor, “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14), no se refiere solamente al matrimonio de los cristianos con los irreligiosos, sino a cualquier clase de asociación en la que las partes están en íntima vinculación, y que requiera armonía de espíritu y acción. El Señor dio directivas especiales a los israelitas para que se mantuvieran separados de los idólatras. No debían casarse con las mujeres de éstos ni darles las suyas en matrimonio, ni formar ninguna clase de asociación con ellos: “Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro Dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es”. Éxodo 34:12-14. 2MS 139.2

“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres... Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”. Deuteronomio 7:6-9. 2MS 140.1

El Señor vuelve a declarar por medio del profeta Isaías: 2MS 140.2

“Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados... Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros. Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo”. Isaías 8:9-13. 2MS 140.3

Hay quienes preguntan si es propio que los cristianos pertenezcan a la francmasonería y a otras sociedades secretas. Que los tales consideren los pasajes que acabamos de citar. Si somos cristianos, debemos serlo en todo, y debemos considerar y obedecer el consejo dado para hacer de nosotros cristianos de acuerdo con las normas de la Palabra de Dios. 2MS 140.4

Colaboración con los instrumentos divinos

El pueblo que Dios tiene en el mundo es el instrumento humano que debe colaborar con las influencias divinas para la salvación de los hombres. Cristo dice a las almas que se han unido a él: “Sois uno conmigo, ‘colaboradores de Dios”’. 1 Corintios 3:9. Dios es el gran Actor invisible, y el hombre es el humilde instrumento visible, y sólo en colaboración con las inteligencias celestiales puede éste hacer algo bueno. Únicamente cuando la mente es esclarecida por el Espíritu Santo los hombres pueden discernir la influencia divina. Por eso Satanás procura constantemente apartar las mentes de lo divino para dirigirlas hacia lo humano, para que el hombre no coopere con el cielo. Dirige la atención hacia las invenciones humanas, induce al hombre a confiar en el hombre, a apoyarse en la carne, para que su fe no se afirme en Dios. 2MS 140.5

“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” Mateo 6:22, 23. 2MS 141.1

Y si nuestra luz se convierte en tinieblas, ¿cómo seremos una luz para el mundo? 2MS 141.2

La tarea de nuestra salvación personal también depende de nuestra colaboración con los instrumentos divinos. Dios nos ha impartido facultades morales y susceptibilidades religiosas. Ha dado a su Hijo como propiciación por nuestros pecados, para que nos reconciliáramos con Dios. Jesús vivió una vida de abnegación y sacrificio, para que pudiésemos seguir su ejemplo. Ha dado el Espíritu Santo para que esté en lugar de Cristo en todo sitio donde se requiera ayuda. Utiliza las inteligencias celestiales para proporcionar poder divino que el hombre pueda combinar con sus esfuerzos. Pero debemos aceptar el don de Dios, debemos arrepentirnos y creer en Cristo. Debemos velar, orar y obedecer los requerimientos de Dios. Debemos practicar la abnegación y el sacrificio personal por amor de Cristo. Debemos crecer en Cristo estando constantemente relacionados con él. Cualquier cosa que aleje la mente de Dios y la haga confiar en el hombre, o que la haga conformarse a la norma humana, nos impedirá colaborar con Dios en la obra de nuestra propia salvación. Esta es la razón por la cual el Señor prohibió que su pueblo formara alianza con los paganos, “para que no sean tropezadero en medio de ti”. Éxodo 34:12. Dijo: “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí”. Deuteronomio 7:4. Este mismo principio se aplica a la asociación de los cristianos con los irreligiosos. 2MS 141.3