Mensajes Selectos Tomo 2

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Abarcarán todo el mundo

Estamos entrando directamente en el tiempo cuando Satanás ha de trabajar con toda clase de influencias subyugadoras, y los que ahora se dejen entrampar por ellas, o les presten la menor atención, se expondrán a ser arrastrados inmediatamente a desempeñar una parte con el diablo. Los ángeles malignos están trabajando todo el tiempo sobre los corazones de los seres humanos. Satanás está trabajando con todos aquellos que no están bajo el dominio del Espíritu de Dios. Las maravillas mentirosas del diablo son las que cautivarán al mundo, porque hasta hará descender fuego del cielo ante la vista de los hombres. Realizará milagros, y este maravilloso poder obrador de milagros abarcará todo el mundo. Ahora tan sólo está comenzando. 2MS 58.3

Quiero deciros otra cosa. Los vasos de la ira de Dios están llenos y ya caen las primeras gotas que se desbordan. ¿Por qué no lo advertimos? Se debe a que la luz de la verdad no hace efecto en el corazón. El Espíritu de Dios está siendo retirado del mundo. 2MS 59.1

Oís hablar de calamidades que ocurren en la tierra y en el mar, y éstas aumentan constantemente. ¿Qué ocurre? El Espíritu de Dios está siendo retirado de aquellos que tienen en sus manos las vidas humanas, y Satanás se apresura a controlarlos, porque ellos se entregan a su dominio. Los que profesan ser hijos de Dios no se colocan bajo la dirección de los ángeles celestiales, y como Satanás es un destructor, obra mediante esos hombres y ellos cometen errores; con frecuencia se embriagan y debido a la intemperancia, muchas veces traen sobre nosotros estas terribles calamidades. 2MS 59.2

Y considerad las tormentas y las tempestades. Satanás está obrando en la atmósfera; la está envenenando, y nosotros dependemos de Dios para la protección de nuestras vidas: de nuestra vida actual y eterna. Y por encontrarnos en la posición en que estamos, necesitamos estar bien despiertos, plenamente consagrados, completamente convertidos y cabalmente dedicados a Dios. Pero al parecer permanecemos inactivos como si estuviésemos paralizados. ¡Dios del cielo, despiértanos! (Manuscrito 1, 1890). 2MS 59.3