Mensajes Selectos Tomo 2

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Apéndice 3—La fraternidad de los seres humanos

Cristo no admitió distinción—Cristo no admitió distinción alguna de nacionalidad, jerarquía social, ni credo... 2MS 549.1

Cristo vino para derribar toda valla divisoria. Vino para manifestar que su don de misericordia y amor es tan ilimitado como el aire, la luz o las lluvias que refrigeran la tierra. 2MS 549.2

La vida de Cristo fundó una religión sin castas, en la que judíos y gentiles, libres y esclavos, unidos por los lazos de la fraternidad, son iguales ante Dios. Nada hubo de artificioso en sus procedimientos. Ninguna diferencia hacía entre vecinos y extraños, amigos y enemigos. Lo que conmovía el corazón de Jesús era el alma sedienta del agua de vida... 2MS 549.3

Procuraba infundir esperanza a los más rudos y en los que menos prometían, presentándoles la seguridad de que podían llegar a ser sin tacha y sencillos, poseedores de un carácter que los diera a conocer como hijos de Dios.—El Ministerio de Curación, 15, 16. 2MS 549.4

Una sola hermandad—Cristo vino al mundo con un mensaje de misericordia y perdón. Colocó el fundamento de una religión que une a judíos y gentiles, a blancos y negros, a libres y esclavos, en una gran hermandad, considerada en un mismo plano de igualdad a la vista de Dios. El Salvador tiene un amor ilimitado para cada ser humano. En cada uno de ellos ve posibilidades de mejora. Con energía y esperanza divinas da la bienvenida a aquellos por quienes dio su vida. Estos, mediante la fortaleza de Cristo, pueden vivir una vida abundante en buenas obras, llena con el poder del Espíritu.—Testimonies for the Church 7:225. 2MS 549.5

Una sola familia por creación y redención—Dios no conoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de la separación, para abrir todo departamento del templo para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios... 2MS 549.6

En Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos son atraídos por su preciosa sangre.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 367. 2MS 550.1

El Señor ha contemplado con pesar la más lamentable de las escenas: la raza de color en esclavitud. El desea que en nuestro trabajo por ella recordemos su liberación providencial de la esclavitud, el vínculo común que la une a nosotros por derecho de creación y de redención, y su derecho a las bendiciones de la libertad.—Testimonies for the Church 7:223. 2MS 550.2

En la religión de la Biblia no hay casta ni color—La religión de la Biblia no reconoce casta ni color. Ignora el rango, la riqueza y el honor mundanal. Dios estima a los hombres en su calidad de hombres. El carácter es el que decide el valor de los hombres a la vista de Dios. Y nosotros debemos reconocer el Espíritu de Cristo en cualquiera en quien se revele.—Testimonies for the Church 9:223. 2MS 550.3

Cristo trataba de enseñar a sus discípulos la verdad de que en el reino de Dios no hay fronteras nacionales, ni casta ni aristocracia; que ellos debían ir a todas las naciones, llevándoles el mensaje del amor del Salvador.—Los Hechos de los Apóstoles, 17. 2MS 550.4

El amor imparcial elimina el prejuicio—Las paredes divisorias del sectarismo, las castas y las razas se desplomarán cuando el verdadero espíritu misionero entre en los corazones de los hombres. El prejuicio es eliminado por el amor de Dios.—The Review and Herald, 21 de enero de 1896; The Southern Work, 55 (1966). 2MS 550.5

Se han erigido paredes de separación entre los blancos y los negros. Estas paredes de prejuicios se desplomarán tal como las murallas de Jericó, cuando los cristianos obedezcan la Palabra de Dios, que ordena amor supremo al Hacedor y amor imparcial al prójimo. The Review and Herald, 17 de diciembre de 1895 Véase también Servicio Cristiano Eficaz, 269; The Southern Work, 43 (1966). 2MS 550.6

Cuando el Espíritu Santo sea derramado los seres humanos triunfarán sobre el prejuicio al buscar la salvación de las almas. Dios controlará las mentes. Los corazones humanos amarán tal como Cristo amó. Y muchos considerarán a la gente de color en forma muy diferente de lo que la consideran ahora. Para amar tal como Cristo ama, elevar la mente hacia una atmósfera pura, celestial y abnegada.—Testimonies for the Church 9:209. 2MS 550.7

Acercaos a Dios como una hermandad—Cuando el Espíritu Santo inunde las mentes humanas, desaparecerán de ellas todas las quejas y las acusaciones mezquinas que ocurren entre los hombres y sus semejantes. Los luminosos rayos del Sol de Justicia brillarán en las cámaras de la mente y el corazón. En nuestro culto a Dios no debe existir distinción entre ricos y pobres, ni entre blancos y negros. Debe eliminarse todo prejuicio. Cuando nos acercamos a Dios, debemos hacerlo como una sola hermandad. Somos peregrinos y extranjeros, y vamos en viaje hacia una tierra mejor, a saber, la patria celestial. Allí terminarán para siempre todo orgullo, toda acusación y toda vana ilusión. Se quitará toda máscara y “lo veremos como él es”. Allí nuestros cantos repetirán el tema inspirador, y tributarán alabanza y agradecimiento a Dios.—The Review and Herald, 24 de octubre de 1899. 2MS 551.1

Extracto del llamamiento realizado el 20 de marzo de 1881—El Señor Jesús vino a esta tierra a salvar a los hombres y las mujeres de todas las nacionalidades. Murió tanto por la raza de color como por la raza blanca. Jesús vino para iluminar a todo el mundo. Al comienzo de su ministerio declaró cuál era su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar a los cautivos libertad, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Lucas 4:18, 19. 2MS 551.2

El apóstol Pablo dice: “Porque ¿quién te distingue?” 1 Corintios 4:7. El Dios del hombre blanco es el mismo Dios del hombre negro, y el Señor declara que su amor por el menor de sus hijos excede al amor de una madre por su hijo amado. 2MS 551.3

Los ojos de Dios están sobre todas sus criaturas, él las ama a todas, y no establece diferencia alguna entre el blanco y el negro; la única diferencia que hace consiste en tratar con especial y tierna compasión a los que tienen que soportar cargas más pesadas que otros. Los que aman a Dios y creen en Cristo como su Redentor, aunque tengan que hacer frente a las pruebas y las dificultades que encuentran a su paso, deben aceptar con un espíritu gozoso su vida tal como es, y considerar que Dios ve todas estas cosas desde lo alto, y que por todo lo que el mundo deja de proporcionarles, Dios mismo los resarcirá con sus favores escogidos... 2MS 551.4

Cuando el pecador se convierte, recibe el Espíritu Santo que lo hace un hijo de Dios y lo prepara para la compañía de los redimidos y de las huestes angélicas. Es hecho un coheredero con Dios. Cualquier miembro de la familia humana que se entregue a Cristo, quienquiera que preste atención a la verdad y la obedezca, llega a ser hijo de una misma familia. Los ignorantes y los sabios, los ricos y los pobres, los paganos y los esclavos, los blancos y los negros: Jesús pagó por todos ellos el precio de sus almas. Si ellos creen en él, su sangre purificadora se aplica a ellos. El nombre del negro queda escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El nacimiento, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar al ser humano. El carácter es lo que hace al hombre. Si un piel roja, un chino o un africano entrega su corazón a Dios, con obediencia y fe, Jesús no lo ama menos debido al color de su piel. Llama a todo sus hermanos amados... 2MS 551.5

Los seres humanos tienen prejuicios heredados y cultivados, pero cuando el amor de Jesús llena el corazón y ellos llegan a ser uno con Cristo, no se ofenderán ni lo despreciarán. Van viajando hacia el mismo cielo y se sentarán en la misma mesa para comer pan en el reino de Dios. Si Jesús mora en nuestros corazones no podemos despreciar a los de color que tienen al mismo Salvador morando en su corazón.—The Southern Work, 9-14 (1966).—Los fideicomisarios. 2MS 552.1

Corporación Editorial Elena G. de White
Wáshington, D. C.
Agosto de 1967.