Mensajes Selectos Tomo 2

31/227

Cuando el obrador de milagros desconoce la ley de Dios

No debemos confiar en las pretensiones de los hombres. Pueden, como Cristo lo indica, profesar hacer milagros en la curación de los enfermos. ¿Es esto digno de admiración, cuando detrás está el gran engañador, el obrador de milagros que incluso hará descender fuego del cielo ante la vista de los hombres? 2MS 56.3

Tampoco podemos confiar en las impresiones. La voz o el espíritu que diga a los hombres: “No estás obligado a obedecer la ley de Dios; eres santo y no tienes pecados”, mientras esa persona está pisoteando la ley divina, no es la voz de Jesús; porque él declara: “Yo he guardado los mandamientos de mi Padre”. Juan 15:10. 2MS 56.4

Y Juan testifica: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. 1 Juan 2:4. 2MS 56.5

¿Entonces cómo pueden considerarse estas manifestaciones de gran poder y estas admirables impresiones, excepto sobre la base de que son dadas mediante la influencia de ese espíritu obrador de milagros que ha salido para engañar a todo el mundo e infatuar a la gente con poderosos engaños, para que crean mentiras? El se complace cuando las gentes pretenden poseer gran poder espiritual, y al mismo tiempo se desentienden de la ley de Dios, porque mediante su desobediencia descarrían a otros, y él puede utilizarlas como instrumentos eficaces en su obra.—The Signs of the Times, 21 de julio de 1887. 2MS 56.6