Mensajes Selectos Tomo 2

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Capítulo 5

En esta época de degeneración, los hijos nacen con constituciones débiles. Los padres se asombran por la gran mortalidad que reina entre los niños y los jóvenes, y dicen: “Esto no ocurría antes”. Entonces los niños eran más saludables y vigorosos, y recibían menos cuidados que ahora. Sin embargo, con todo el cuidado que reciben ahora, crecen débiles, se marchitan y mueren. Debido a sus hábitos erróneos, los padres han transmitido enfermedad e imbecilidad a sus hijos. 2MS 530.1

Después del nacimiento, se los hace empeorar mucho debido a un gran descuido de las leyes que gobiernan su organismo. El cuidado debido mejoraría notablemente su salud física. Pero los padres pocas veces tratan debidamente a sus hijos pequeños, ni toman en cuenta la herencia miserable que ya recibieron de ellos. El trato errado que dan a sus hijos disminuye su capacidad para vivir y los dispone para una muerte prematura. Esos padres no carecían de amor hacia sus hijos, pero ese amor fue mal aplicado. Un gran error que la madre comete en relación con su hijo pequeño es que lo priva mucho de aire fresco, el que debería tener para fortalecerse. Muchas madres adoptan la práctica de tapar la cabeza de sus hijos pequeños mientras éstos duermen, y hacen esto en una habitación caliente que pocas veces es ventilada en forma debida. Esto solo es suficiente para debilitar mucho el funcionamiento del corazón y de los pulmones, con lo que todo el organismo queda afectado. Si bien es cierto que hay que proteger a los niños de las corrientes de aire o de cualquier cambio repentino y demasiado grande en la temperatura, también es verdad que hay que tener cuidado especial para que el niño respire en una atmósfera pura y vigorizante. En la habitación de la criatura no debería haber ningún olor desagradable, ni tampoco cerca del niño. Esas cosas son más peligrosas para la débil criatura que para los adultos. 2MS 530.2

Las madres han tenido la costumbre de vestir a sus hijos a la moda, en lugar de tener en cuenta los mejores intereses de la salud. Las ropas de los niños por lo general se confeccionan para que tengan una buena apariencia, más para ser exhibidas que para la conveniencia y la comodidad. Se pasa mucho tiempo bordando y preparando adornos innecesarios, para hacer más hermosas las ropas del niño. La madre con frecuencia realiza ese trabajo a expensas de su propia salud y de la de su hijo. Cuando debería estar disfrutando de un ejercicio agradable, a menudo está inclinada sobre un trabajo que recarga gravemente sus ojos y sus nervios. Y con frecuencia resulta difícil hacer comprender a la madre su solemne obligación de conservar su salud por su propio bien y por el de su hijo. 2MS 530.3

La ostentación y la moda son el altar del demonio sobre el que muchas mujeres americanas sacrifican a sus hijos. La madre coloca sobre el diminuto ser humano los trajes de moda que ha demorado semanas en confeccionar, y que son completamente inadecuados para usarlos si se han de tomar en cuenta los intereses de la salud. Los vestidos se hacen extravagantementes largos, y a fin de mantenerlos sobre el niño, su cuerpo o su pecho se ciñen estrechamente con bandas, lo que estorba el libre funcionamiento del corazón y de los pulmones. Se obliga a los niños a soportar un peso innecesario debido al largo de su ropa, y al estar vestidos de esa manera no pueden utilizar libremente sus músculos ni sus miembros. 2MS 531.1

Las madres han considerado que es necesario comprimir los cuerpos de sus niños pequeños para mantenerlos en forma, como si temieran que sin esas fajas las criaturas fueran a caer en pedazos o a deformarse. ¿Se ha deformado la creación animal debido a que se ha dejado que la naturaleza hiciera su obra por sí misma? ¿Se deforman los corderitos porque no se los ciñe con fajas para darles forma? Su forma es delicada y hermosa. Las criaturas humanas son las más perfectas, y sin embargo las más desvalidas de toda la obra del Creador, y por lo tanto sus madres deberían recibir instrucción acerca de las leyes físicas, a fin de ser capaces de criarlas con salud física, mental y moral. Madres, la naturaleza ha dado a vuestros hijos formas que no necesitan de ataduras ni de fajas para perfeccionarlas. Antes de entregarlos a vuestro cuidado, Dios les ha proporcionado huesos y músculos suficientes para su sostenimiento y para proteger la delicada maquinaria de su organismo. 2MS 531.2

Los vestidos de los niños pequeños deberían confeccionarse de tal modo que su cuerpo no quedara comprimido en el mínimo grado después de haber ingerido una comida. La costumbre de vestir a los niños a la moda, para ser admirados por las visitas, es muy perjudicial para ellos. Se les prepara la ropa con todo ingenio para hacérselos sentir lamentablemente incómodos, y el pequeño a menudo siente más desasosiego al pasar de unos brazos a otros y al ser acariciado por todos. Pero hay un mal mayor que los que hemos mencionado. Se expone a la criatura al aire viciado por la respiración de muchas personas, sin tomar en cuenta que esto es muy perjudicial hasta para los pulmones de los adultos. Los pulmones de la criatura sufren y se enferman por respirar la atmósfera de una habitación envenenada por el aliento corrompido de los que usan tabaco. Muchos niños son intoxicados irremediablemente al dormir en una misma cama con sus padres que usan tabaco. Al respirar las emanaciones que salen de los pulmones y de los poros de la piel, el organismo del niño se llena con el veneno. Mientras sobre algunos obra como un tóxico lento y afecta el cerebro, el corazón, el hígado y los pulmones, y como resultado de esto los niños se consumen y se debilitan gradualmente, sobre otros ejerce una influencia más directa causándoles espasmos, accesos, parálisis y muerte repentina. Los afligidos padres se lamentan a causa de la muerte de sus seres queridos y se extrañan de los inescrutables designios de Dios que los han afligido tan cruelmente, cuando en realidad la Providencia no tenía el propósito de que esos niños murieran. Murieron como mártires de la corrompida apetencia por el tabaco. Los padres matan por ignorancia, pero no por eso menos efectivamente, a sus hijos pequeños con ese repugnante veneno. Cada exhalación de los pulmones del esclavo del tabaco envenena el aire en torno a él. Los niños deberían mantenerse libres de todo lo que excite el sistema nervioso, y cuando están despiertos o dormidos, en el día o en la noche, deberían respirar en una atmósfera pura, limpia, saludable y libre de toda contaminación tóxica. 2MS 531.3

Otra gran causa de mortalidad de los niños y de los jóvenes es la costumbre de dejarles los brazos y los hombros desnudos. Ninguna censura es demasido severa para esta moda. Ha costado la vida a miles. El aire que baña los brazos y las piernas, y que circula alrededor de las axilas, enfría estas partes sensibles del cuerpo tan cercanas a los órganos vitales y estorba la circulación saludable de la sangre produciendo enfermedad, especialmente de los pulmones y del cerebro. Los que consideran la salud de sus hijos de más valor que las necias alabanzas de las visitas o la admiración de los desconocidos, siempre cubrirán los hombros y los brazos de sus tiernas criaturas. Con frecuencia se ha llamado la atención de una madre al tono morado de los brazos y las manos de su hijo, y se le ha advertido contra la práctica destructora de la salud y la vida; y su respuesta ha sido a menudo: “Siempre visto a mis hijos en esta forma. Están acostumbrados. No puedo soportar el ver cubiertos los brazos de los niños. Parece algo pasado de moda”. Estas madres visten a sus delicados niños como no se atreverían a vestirse ellas mismas. Saben que si anduvieran con sus propios brazos desnudos temblarían de frío. ¿Pueden los niños de poca edad soportar este proceso de endurecimiento sin perjudicarse? Algunos niños pueden nacer con constituciones tan vigorosas que son capaces de soportar esos excesos sin perder la vida; sin embargo miles son sacrificados, y decenas de miles reciben el fundamento para una vida corta e inválida, debido a la costumbre de fajarlos y de recargar el cuerpo con demasiada ropa mientras se dejan desnudos los brazos que están tan distantes del asiento de la vida y que por esta misma causa necesitan aún más protección que el pecho y los pulmones. ¿Pueden las madres esperar tener hijos tranquilos y saludables si los tratan de ese modo? 2MS 532.1

Cuando las piernas y los brazos se enfrían, la sangre se aleja de ellos y se acumula en los pulmones y la cabeza. La circulación queda entorpecida y la delicada maquinaria de la naturaleza no funciona armoniosamente. El organismo del niño se trastorna, y éste llora y se queja debido al sufrimiento que se ve obligado a soportar. La madre lo alimenta porque piensa que tiene hambre, cuando el alimento lo único que consigue es aumentar el sufrimiento. Fajas apretadas y un estómago recargado no pueden llevarse bien. El niño no tiene lugar para respirar. De manera que llora, se agita y jadea por la falta de aire, y sin embargo la madre no descubre cuál es la causa. Si comprendiera cuál es la razón de ese estado, podría aliviar de inmediato sus sufrimientos, por lo menos en lo que atañe a las fajas apretadas. Por fin se alarma porque piensa que su hijo está realmente enfermo, de modo que llama a un médico; éste lo mira gravemente durante unos momentos y luego extrae medicamentos venenosos, o algo denominado jarabe calmante, que la madre introduce en la boca de su hijo maltratado, siguiendo las instrucciones del médico. Si no estaba enfermo antes, ahora sí lo está. Ahora sufre de una enfermedad producida por la droga, y ésta es la más pertinaz e incurable de todas las enfermedades. Si se restablece, experimentará en mayor o menor grado en su organismo los efectos de esa droga tóxica, y es probable que sufra espasmos, enfermedad del corazón, hidropesía en el cerebro o tuberculosis. Algunos niños no son lo suficientemente fuertes como para soportar ni aun una pequeña porción de drogas tóxicas, y cuando la naturaleza reúne sus fuerzas para hacer frente al intruso, las fuerzas vitales del tierno niño experimentan una carga demasido grande, hasta que la muerte pone fin a la escena. 2MS 533.1

En esta época no es infrecuente ver a una madre junto a la cuna de su hijo enfermo y agonizante, con el corazón traspasado de angustia mientras oye los débiles gemidos y presencia los estertores de muerte. Le parece incomprensible que Dios aflija de ese modo a un niño inocente. No piensa que su proceder errado es el que ha producido ese triste resultado. Destruyó la vida del niño tan seguramente como si le hubiera dado veneno. La enfermedad nunca sobreviene sin una causa. Primero se prepara el camino, y luego se invita a la enfermedad al no tomar en cuenta las leyes de la salud. Dios no se complace con los sufrimientos y la muerte de los niñitos. Los encomienda a los padres para que los eduquen física, mental y moralmente, y para que los preparen con el fin de ser útiles aquí en la tierra y luego en el cielo. 2MS 534.1

Si la madre permanece en ignorancia en lo que atañe a las necesidades físicas de su hijo, y como resultado éste enferma, no debe esperar que Dios obrará un milagro para contrarrestar la parte que ella tuvo para enfermarlo. Han muerto miles de niños que deberían haber vivido. Son mártires de la ignorancia de sus padres acerca de la relación que el alimento, el vestido y el aire que respiran tienen con la salud. Las madres, en el tiempo pasado, deberían haber sido como médicos para sus hijos. El tiempo que dedicaron al hermoseamiento superfluo de la ropa de sus hijos, deberían haberlo empleado en un propósito más noble: en instruirse acerca de sus propias necesidades físicas y las de sus hijos. Oeberían haber enriquecido su mente con conocimientos útiles acerca del mejor método para criar a sus hijos con salud, teniendo en cuenta que las generaciones futuras se perjudicarían o se beneficiarían con su proceder. 2MS 534.2

Las madres que tienen hijos fastidiosos e irritables deberían averiguar cuál es la causa de su desasosiego. Al hacerlo, con frecuencia descubrirían que hay algo que está errado en el trato que les dan. A menudo la madre se alarma por los síntomas de enfermedad manifestados por su hijo, y se apresura a llamar a un médico, cuando los sufrimientos del niño podrían aliviarse si le quitase las ropas apretadas y lo vistiera con ropas sueltas y cortas, para permitirle utilizar los pies y las piernas. Las madres deberían analizar las causas para llegar a los efectos. Si el niño se resfría, esto se debe generalmente al trato desacertado de la madre. Si le cubre la cabeza tanto como el cuerpo mientras duerme no tardará en transpirar a causa del esfuerzo de la respiración causado por la falta de aire puro y vital. Cuando lo saca de debajo de las frazadas es casi seguro que se resfriará. Por tener los brazos desnudos, el niño está expuesto constantemente al frío y a la congestión de los pulmones o del cerebro. Estas exposiciones al aire preparan el camino para fa enfermedad y la limitación del crecimiento. 2MS 534.3

Los padres son responsables en gran medida de la salud física de sus hijos. Los hijos que sobreviven a pesar de los abusos a que se los ha sometido cuando eran criaturas, no están fuera de peligro durante su niñez. Sus padres siguen tratándolos equivocadamente. Les dejan las piernas y los brazos casi desnudos. Los que estiman la moda por encima de la salud colocan armados debajo de la ropa de sus hijas. Los armados no son convenientes, modestos ni saludables. Impiden que la ropa ciña el cuerpo. Las madres les visten la parte superior de las piernas con pantaletas de percal, que les llegan casi hasta las rodillas, mientras la parte inferior de las piernas está cubierta únicamente con un pliegue de franela o de algodón, y los pies están calzados con botines de suela delgada. Debido a que los vestidos son mantenidos alejados del cuerpo por los armados, es imposible que reciban calor suficiente de su ropa, y sus piernas están continuamente bañadas por aire frío. Las extremidades están heladas y el corazón debe realizar un doble trabajo para hacer circular la sangre por esas extremidades heladas, y cuando la sangre ha completado su circuito por el cuerpo y ha vuelto al corazón, no es la misma corriente vigorosa y caliente que salió de él. Se ha enfriado al pasar por las piernas. El corazón, debilitado por un trabajo excesivo y una circulación pobre de la sangre, se ve obligado a realizar un trabajo mayor aún para enviar la sangre a las extremidades que nunca están saludablemente calientes como otras partes del cuerpo. El corazón falla en sus esfuerzos y las piernas permanecen habitualmente frías; y la sangre que es impedida de circular por las extremidades a causa del frío, es llevada a los pulmones y el cerebro, y como resultado produce inflamación y congestión de estos órganos. 2MS 535.1

Dios considera responsables a las madres por las enfermedades que sus hijos se ven obligados a soportar. Las madres se inclinan ante el altar de la moda, y sacrifican la salud y la vida de sus hijos. Muchas madres ignoran cuál es el resultado de su costumbre de vestir en esa forma a sus hijos, ¿pero no deberían informarse cuando hay tanto en juego? ¿Es la ignorancia una excusa suficiente para vosotras que poseéis la facultad de razonar? Podéis informaros si deseáis hacerlo, y vestir a vuestros hijos en forma saludable. 2MS 535.2

Los padres no pueden esperar que sus hijos tengan salud mientras los visten con capas y pieles, y recargan con vestidos las partes del cuerpo que no los necesitan, y en cambio dejan casi desnudas las extremidades que deberían contar con una protección especial. Las partes del cuerpo que están cercanas a las fuentes de la vida necesitan menos protección que las extremidades que están más alejadas de los órganos vitales. Si las piernas y los pies pudiesen tener la protección adicional que usualmente se da a los hombros, los pulmones y el corazón, y si contaran con una circulación saludable, los órganos vitales funcionarían saludablemente sólo con la parte de ropa que les corresponde. 2MS 536.1

Os exhorto a vosotras madres. ¿No os sentís alarmadas y afligidas al ver a vuestros hijos pálidos y de baja estatura, sufriendo de catarro, influenza, crup, con tumefacciones escrofulosas en la cara y en el cuello, con inflamación y congestión de los pulmones y el cerebro? ¿Habéis analizado las causas para llegar a los efectos? ¿Les habéis proporcionado un régimen de alimentación sencillo, libre de grasas y de condimentos? ¿No habéis seguido los dictados de la moda en la preparación de vestidos para vuestros hijos? El dejar los brazos y las piernas mal protegidos ha sido la causa de una vasta cantidad de enfermedades y de muertes prematuras. No hay razón para que los pies y las piernas de vuestras hijas no estén cubiertos confortablemente como los de vuestros hijos. Los niños, acostumbrados al aire libre, se endurecen contra el frío y la exposición, y están menos sujetos a los resfríos cuando llevan poca ropa que las niñas, porque el aire libre parece ser su elemento natural. Las niñas delicadas, acostumbradas a vivir dentro de la casa y en una atmósfera calentada, salen de la habitación caldeada al aire libre con las piernas y los pies pocas veces mejor protegidos contra el frío de lo que están mientras permanecen en un cuarto cerrado y caliente. El aire pronto les enfría las piernas y los pies, y prepara el camino para la enfermedad. 2MS 536.2

Vuestras niñas deberían llevar el talle de sus vestidos perfectamente suelto, y deberían tener un estilo de vestir conveniente, cómodo y modesto. En tiempo frío deberían llevar pantaloncitos de abrigo de franela o de algodón que puedan colocarse dentro de las medias. Encima de éstos deberían llevar pantalones forrados abrigados, que pueden ser largos, bien abotonados en el tobillo o ceñidos a la pierna hasta el borde del zapato. Sus vestidos deberían llegar más abajo de las rodillas. Con este estilo de vestir se necesita una sola falda liviana, o a lo sumo dos, y éstas deberían ir abotonadas en la cintura. Los zapatos deberían tener suelas gruesas y ser bien confortables. Con este método de vestir, vuestras hijas no correrán más peligro al aire libre que vuestros hijos. Y su salud sería mucho mejor si viviesen más al aire libre, aun en invierno, en vez de estar confinadas en las habitaciones cerradas y calentadas con estufas. 2MS 536.3

Los padres pecan ante el cielo al vestir a sus hijos en la forma como lo hacen. La única excusa que pueden presentar es la moda. No pueden invocar la modestia al exponer al frío las extremidades de sus hijos, cubriéndolas insuficientemente. No pueden sostener que es saludable o atractivo. Los que se llaman a sí mismos reformadores no pueden presentar como excusa el hecho de que otros siguen practicando esta costumbre destructora de la salud y la vida. El hecho de que todos los que os rodean sigan una moda que es perjudicial para la salud no disminuirá en nada vuestro pecado, ni constituirá ninguna garantía para la salud y la vida de vuestros hijos.—How to Live 5:66-74. 2MS 537.1