Mensajes Selectos Tomo 2

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La gloriosa mañana de la resurrección

Mensaje para unos amigos de la isla Pitcairn

Sentirnos mucha pena el jueves pasado cuando nos enteramos de vuestra profunda aflicción. Nuestros corazones se conduelen a causa del fallecimiento de miembros de la familia de nuestro querido Hno. [J. R.] McCoy. Nuestra simpatía se dirige a todos los que han sido afligidos por este dolor. La extendemos asimismo a los niños y los miembros de la familia que han experimentado tan amargo sufrimiento. Pero deseamos señalaros a Jesús como vuestra única esperanza y consuelo. La querida compañera de nuestro afligido Hno. McCoy, y la madre de los acongojados hijos a quienes amó, yace silenciosa en la muerte. Pero si bien es cierto que lloramos con los que lloran, nos regocijamos porque esta amada madre, su hija, el Hno. Young—anciano de vuestra iglesia—, y otros que pueden haber sido llevados por la muerte, creían en Jesús y lo amaban. 2MS 307.2

Que las palabras del apóstol Pablo os consuelen: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”. 1 Tesalonicenses 4:13-18. 2MS 308.1

No somos como los paganos que pasan días y noches lamentándose con lúgubres cánticos por los muertos, con el propósito de despertar la simpatía de los demás. No debemos vestirnos de luto ni llevar en el rostro una expresión de tristeza, como si nuestros amigos y familiares hubiesen partido para siempre. Juan exclama: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. Apocalipsis 14:12, 13. 2MS 308.2

Cuán oportunas son estas palabras de Juan en el caso de estos seres amados que duermen en Jesús. El Señor los ama, y las palabras pronunciadas por ellos en vida, las obras de amor que serán recordadas, serán repetidas por otros. El fervor y la exactitud con que realizaron la obra de Dios deja un ejemplo para que otros lo sigan, porque el Espíritu Santo ha obrado en ellos el querer y el hacer por su buena voluntad. 2MS 308.3

“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Romanos 8:11. ¡Oh, cuán preciosas son estas palabras para cada alma acongojada! Cristo es nuestro Guía y Consolador, y nos conforta en todas nuestras tribulaciones. Cuando él nos presenta un vaso amargo para que lo bebamos, también acerca la copa de bendición a nuestros labios. Llena el corazón de sumisión, de gozo y paz proporcionados por nuestras creencias, y nos capacita para decir humildemente: No se haga mi voluntad, sino la tuya, oh Señor. “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Job 1:21. Con esta sumisión resucita la esperanza, y la mano de la fe se aferra de la mano del poder infinito. “El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Romanos 8:11. 2MS 309.1

Los cuerpos que se siembran en corrupción, resucitarán en incorrupción. Aquello que se siembra en deshonra, resucitará en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucitará en poder; se siembra un cuerpo animal y resucitará un cuerpo espiritual. Los cuerpos mortales son vivificados por su Espíritu que mora en vosotros. 2MS 309.2

Cristo reclama como suyos a todos los que han creído en su nombre. El poder vitalizador del Espíritu de Cristo que mora en el cuerpo mortal, vincula a cada alma creyente a Jesucristo. Los que creen en Jesús son sagrados para su corazón, porque su vida está oculta con Cristo en Dios. El Dador de la vida pronunciará esta orden: “¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos”. Isaías 26:19. 2MS 309.3

El Dador de la vida llamará a su posesión adquirida en la primera resurrección, y hasta esa hora triunfante, cuando resuene la trompeta final y el vasto ejército avance hacia la victoria eterna, cada santo que duerme será mantenido en seguridad y guardado como una joya preciosa, como quien es conocido por Dios por su nombre. Resucitarán por el poder del Salvador que moró en ellos mientras vivieron y porque fueron participantes de la naturaleza divina. 2MS 309.4

Cristo sostuvo que era el Hijo unigénito del Padre, pero los hombres enfrascados en la incredulidad y atrincherados en el prejuicio, negaron al Santo y al Justo. Lo acusaron de blasfemia y fue condenado a una muerte cruel, pero él destruyó los grilletes de la tumba, se levantó triunfantemente de los muertos, y declaró sobre el sepulcro rasgado de José: “Yo soy la resurrección y la vida”. Juan 11:25. Fue revestido de todo el poder del cielo y la tierra, y los justos también saldrán de la tumba libres en Jesús. Serán encontrados dignos de recibir ese mundo y la resurrección de los muertos. “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”. Mateo 13:43. 2MS 310.1

¡Qué mañana gloriosa será la de la resurrección! ¡Qué maravillosa escena ocurrirá cuando Cristo venga para ser admirado por los que creen! Todos los que participaron de la humillación y los sufrimientos de Cristo también participarán de su gloria. Mediante la resurrección de Cristo, cada santo creyente que duerma en Jesús surgirá triunfante de su prisión. Los santos resucitados proclamarán: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:55... 2MS 310.2

Jesús ha triunfado sobre la muerte y ha destruido las cadenas de la tumba, y todos los que duermen en el sepulcro compartirán su victoria; saldrán de sus tumbas tal como salió el Conquistador... 2MS 310.3

Dios no os ha abandonado

Queridos hermanos que pasáis por tan severa aflicción, Dios no os ha abandonado para que seáis juguetes de las tentaciones de Satanás. Que vuestros corazones acongojados se abran para recibir las expresiones de consuelo procedentes de vuestro misericordioso Redentor. Jesús os ama. Recibid los brillantes rayos del Sol de Justicia y sed confortados. Agradeced a Aquel que os ha levantado de los muertos y que siempre vive para interceder por vosotros. Jesucristo es un Salvador viviente. No está en la tumba nueva de José. ¡Ha resucitado! Gozaos aun en éste vuestro día de aflicción y congoja, porque tenéis un Salvador que simpatiza con vuestro dolor. El lloró junto a la tumba de Lázaro, e identifica sus aflicciones con las de sus hijos afligidos. 2MS 310.4

En todos vuestros conflictos, en todas vuestras pruebas y perplejidades de la vida, buscad el consejo de Dios. La senda de la obediencia a Dios constituye una luz refulgente que brilla cada vez más hasta tener la claridad del mediodía. Recorred paso a paso el camino del deber. Tendréis que trepar en los lugares empinados, pero seguid avanzando por la senda de la humildad, de la fe y de la abnegación, dejando detrás de vosotros las nubes de la duda. No os desesperéis, porque vuestros familiares vivos necesitan vuestro cuidado y amor. Os habéis alistado en el ejército del Señor; sed valientes soldados de Jesucristo. Dejad que vuestras palabras de contrición y vuestra agradecida alabanza asciendan ante Dios como un suave incienso quemado en su santuario celestial. 2MS 311.1

Podéis experimentar frustración, y vuestra voluntad y vuestro deseo pueden seros denegados; pero tened la seguridad de que el Señor os ama. Puede ser que el fuego del horno purificador se encienda para vosotros, no con el propósito de destruiros, sino para consumir la escoria a fin de que salgáis como oro purísimo. Recordad que Dios os dará canciones en medio de la noche. Os parecerá que las tinieblas os rodean, pero no debéis mirar las nubes. Mas allá de la nube más oscura existe una luz que nunca se apaga. El Señor tiene luz para cada alma. Abrid la puerta del corazón para que penetren la esperanza, la paz y el gozo. Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Juan 15:11. 2MS 311.2

Dios tiene una obra especial que debe ser realizada por cada uno, y cada uno de nosotros debe hacer bien la obra que Dios le ha asignado. Lo único que deberíamos temer de nuestra parte es la posibilidad de no mantener nuestros ojos continuamente fijos en Jesús; la posibilidad de no buscar exclusivamente la gloria de Dios; y esto significaría que si se nos llamara a deponer nuestra armadura y a dormir el sueño de la muerte, no estaríamos listos para rendir cuenta de lo que se nos ha confiado. No olvidéis ni por un momento que sois la propiedad de Cristo, comprada a un precio infinito, y que debéis glorificarlo en vuestro espíritu y vuestro cuerpo, los cuales le pertenecen. 2MS 312.1

Tened confianza

Quiero decir a los que están afligidos: Tened confianza en la esperanza de la resurrección. Las aguas de las que habéis estado bebiendo son tan amargas para vuestro paladar como lo fueron las aguas de Mara para los hijos de Israel en el desierto, pero Jesús puede endulzarlas con su amor. Cuando Moisés presentó al Señor las penosas dificultades de los israelitas, el Señor no le ofreció algún nuevo remedio, sino que llamó su atención a aquello que estaba al alcance de la mano; porque allí había un arbusto que él había creado y que debía ser arrojado al agua para purificar y endulzar el manantial. Cuando se hizo esto, el pueblo que padecía de sed pudo beber con seguridad y placer. 2MS 312.2

Dios ha provisto un bálsamo para cada herida. Hay un bálsamo en Galaad, y también hay un médico allí. ¿No estudiaréis las Escrituras como nunca antes? Buscad al Señor para que os proporcione sabiduría para cada emergencia. En cada prueba rogad a Jesús que os muestre el camino que os hará salir de vuestros problemas, y entonces vuestros ojos serán abiertos para que contempléis el remedio y apliquéis a vuestro caso las promesas sanadoras registradas en su Palabra. En esta forma el enemigo no encontrará lugar para induciros a lamentaros y a ser incrédulos; pero en lugar de esto tendréis fe, esperanza y valor en el Señor. El Espíritu Santo os dará un claro discernimiento para que veáis y os apropiéis de cada bendición que servirá de antídoto contra la aflicción, como una rama sanadora para cada gota de amargura que se vierta en vuestros labios. Cada gota de amargura será mezclada con el amor de Jesús, y en vez de quejaros debido a la aflicción, comprenderéis que el amor y la gracia de Jesús están tan mezclados con el pesar, que éste se ha convertido en un gozo humilde y santificado. 2MS 312.3

Cuando nuestro hijo mayor Enrique estaba a las puertas de la muerte, dijo: “El lecho de dolor es un lugar precioso cuando contamos con la presencia de Jesús”. Cuando nos veamos obligados a beber las aguas de amargura, apartémonos de lo amargo y busquemos aquello que es precioso y que irradia luz. Cuando el alma humana está sometida a pruebas, la gracia puede proporcionarle seguridad, y cuando estamos junto al lecho de muerte y vemos cómo el cristiano puede soportar el sufrimiento y pasar por el valle de muerte, reunimos fuerza y valor para trabajar, y no flaqueamos ni nos desanimamos en la tarea de conducir las almas a Jesús.—Carta 65, 1894. 2MS 313.1

Los mejores consoladores

Los que han padecido las mayores aflicciones, con frecuencia son los que están en condiciones de proporcionar mayor consuelo a otros, porque irradian luz dondequiera que vayan. Tales personas han sido purificadas y suavizadas por sus aflicciones; no perdieron su confianza en Dios cuando los problemas las asediaban, sino que se refugiaron más profundamente en su amor protector. Tales personas constituyen una prueba viviente del tierno cuidado de Dios, quien produce tanto las tinieblas como la luz, y castiga para nuestro bien. Cristo es la luz del mundo, y en él no hay tinieblas. ¡Oh, luz preciosa! ¡Vivamos en la luz! Decid adiós a la tristeza y la aflicción. Regocijaos siempre en el Señor; vuelvo a deciros: Regocijaos.—Health Reformer [El reformador de la salud], tomo 12, no 10, octubre de 1877. 2MS 313.2