Reina Valera 1989

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Números 35

1 Jehovah habló a Moisés en las llanuras de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo:

2 “Manda a los hijos de Israel que de la heredad que posean den a los levitas ciudades para habitar. También daréis a los levitas el campo alrededor de las ciudades.

3 Ellos tendrán las ciudades para habitar, y los campos de alrededor serán para su ganado, sus pertenencias y todos sus animales.

4 Los campos de las ciudades que daréis a los levitas tendrán 1.000 codos alrededor, desde el muro de la ciudad hacia afuera.

5 Fuera de la ciudad, mediréis 2.000 codos hacia el lado este, 2.000 codos hacia el lado sur, 2.000 codos hacia el lado oeste, y 2.000 codos hacia el lado norte; y la ciudad estará en medio. Esto tendrán como campos alrededor de las ciudades.

6 “De las ciudades que daréis a los levitas, 6 ciudades serán de refugio, para que cualquier homicida se refugie allí. Aparte de éstas, les daréis 42 ciudades.

7 Todas las ciudades que daréis a los levitas serán 48 ciudades con sus campos alrededor.

8 “Respecto a las ciudades que daréis de la posesión de los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho y del que tiene poco tomaréis poco. Cada uno dará de sus ciudades a los levitas, según la heredad que reciba.”

9 Jehovah habló a Moisés diciendo:

10 “Habla a los hijos de Israel y diles: ‘Cuando hayáis cruzado el Jordán hacia la tierra de Canaán,

11 escogeréis para vosotros ciudades que os servirán como ciudades de refugio, a donde pueda huir el homicida que accidentalmente hiera de muerte a alguno.

12 Estas ciudades os servirán para refugiarse del vengador, de manera que el homicida no muera antes de comparecer para juicio delante de la congregación.

13 “‘De las ciudades que daréis, seis serán ciudades de refugio.

14 Daréis tres ciudades al otro lado del Jordán y daréis tres en la tierra de Canaán, y serán ciudades de refugio.

15 Estas seis ciudades servirán de refugio a los hijos de Israel, al forastero y al advenedizo que se encuentre entre ellos, para que huya allí cualquiera que accidentalmente hiera de muerte a otro.

16 “‘Si lo hiere con un intrumento de hierro, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente.

17 “‘Si lo hiere con una piedra en la mano, con la cual pueda causarle la muerte, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente.

18 “‘Si lo hiere con instrumento de madera en la mano, con el cual pueda causarle la muerte, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente.

19 El vengador de la sangre matará al asesino; cuando lo encuentre, lo matará.

20 “‘Si por odio lo empuja o arroja algo contra él intencionadamente, y él muere;

21 o si por hostilidad lo hiere con su mano, y él muere, el que le ha herido morirá irremisiblemente. Es un asesino. El vengador de la sangre matará al asesino cuando lo encuentre.

22 “‘Pero si lo empuja de repente sin hostilidad, o tira sobre él cualquier instrumento sin intención,

23 o si sin verlo hace caer sobre él alguna piedra que pueda causarle la muerte, y él muere, no siendo él su enemigo ni procurando su mal,

24 entonces la congregación juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre, conforme a estos decretos.

25 La congregación librará al homicida de mano del vengador de la sangre, y lo hará regresar a su ciudad de refugio a la cual había huido, y él habitará en ella hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite santo.

26 “‘Pero si el homicida sale fuera de los límites de su ciudad de refugio a donde había huido,

27 y el vengador de la sangre lo halla fuera de los límites de su ciudad de refugio y mata al homicida, aquél no será culpable de sangre.

28 Porque debió haber permanecido en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de la muerte del sumo sacerdote, el homicida podrá volver a la tierra de su posesión.

29 “‘Estas cosas os servirán de estatuto legal a través de vuestras generaciones, en todo lugar donde viváis.

30 Cuando alguien mata a una persona, por el testimonio de testigos se dará muerte al asesino. Pero un solo testigo no bastará para que se sentencie a una persona a morir.

31 “‘No aceptaréis rescate por la vida del asesino que está condenado a muerte; morirá irremisiblemente.

32 Tampoco aceptaréis rescate por el que ha huido a su ciudad de refugio, para permitirle que vuelva a vivir en su propia tierra antes de la muerte del sumo sacerdote.

33 “‘No profanaréis la tierra donde estéis, porque la sangre humana profana la tierra. No se puede hacer expiación por la tierra, debido a la sangre que fue derramada en ella, sino por medio de la sangre del que la derramó.

34 No contaminaréis, pues, la tierra donde habitáis y en medio de la cual yo habito; porque yo, Jehovah, habito en medio de los hijos de Israel.’”