Reina Valera 1989
Santiago 3
1 Hermanos míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos juicio más riguroso;
2 porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabra, éste es hombre cabal, capaz también de frenar al cuerpo entero.
3 He aquí, ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos también su cuerpo entero.
4 Considerad también los barcos: Aunque son tan grandes y son llevados por impetuosos vientos, son dirigidos con un timón muy pequeño a dondequiera, según el antojo del que los conduce.
5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Mirad cómo un fuego tan pequeño incendia un bosque tan grande!
6 Y la lengua es un fuego; es un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y es la que contamina el cuerpo entero. Prende fuego al curso de nuestra vida, y es inflamada por el infierno.
7 Pues fieras y aves, reptiles y criaturas marinas de toda clase pueden ser domadas, y han sido domadas por el ser humano.
8 Pero ningún hombre puede domar su lengua; porque es un mal incontrolable, llena de veneno mortal.
9 Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido creados a la semejanza de Dios.
10 De la misma boca sale bendición y maldición. No puede ser, hermanos míos, que estas cosas sean así.
11 ¿Será posible que de un manantial brote agua dulce y amarga por la misma abertura?
12 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir olivas, o la vid higos? Tampoco de una fuente de agua salada brota agua dulce.
13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? ¡Que demuestre por su buena conducta sus obras en la mansedumbre de la sabiduría!
14 Pero si en vuestros corazones tenéis amargos celos y contiendas, no os jactéis ni mintáis contra la verdad.
15 Esta no es la sabiduría que desciende de lo alto, sino que es terrenal, animal y diabólica.
16 Porque donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa.
17 En cambio, la sabiduría que procede de lo alto es primeramente pura; luego es pacífica, tolerante, complaciente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y no hipócrita.
18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.