Reina Valera 1989

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Lucas 22

1 Estaba próximo el día de la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la Pascua.

2 Los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando cómo eliminarle, pues temían al pueblo.

3 Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, el cual era uno del número de los doce.

4 El fue y habló con los principales sacerdotes y con los magistrados acerca de cómo entregarle.

5 Estos se alegraron y acordaron darle dinero.

6 El estuvo de acuerdo y buscaba la oportunidad para entregarle sin que la gente lo advirtiera.

7 Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar la víctima pascual.

8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: —Id, preparadnos la Pascua para que comamos.

9 Ellos le preguntaron: —¿Dónde quieres que la preparemos?

10 El les dijo: —He aquí, cuando entréis en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidle hasta la casa a donde entre.

11 Decidle al dueño de la casa: “El Maestro te dice: ‘¿Dónde está la habitación en la que he de comer la Pascua con mis discípulos?’”

12 Y él os mostrará un gran aposento alto, ya dispuesto. Preparad allí.

13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la Pascua.

14 Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.

15 Y les dijo: —¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes de padecer!

16 Porque os digo que no comeré más de ella hasta que se cumpla en el reino de Dios.

17 Luego tomó una copa, y habiendo dado gracias, dijo: —Tomad esto y repartidlo entre vosotros,

18 porque os digo que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.

19 Entonces tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio diciendo: —Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí.

20 Asimismo, después de haber cenado, tomó también la copa y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

21 No obstante, he aquí la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.

22 A la verdad, el Hijo del Hombre va según lo que está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!

23 Entonces ellos comenzaron a preguntarse entre sí cuál de ellos sería el que habría de hacer esto.

24 Hubo entre ellos una disputa acerca de quién de ellos parecía ser el más importante.

25 Entonces él les dijo: —Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados bienhechores.

26 Pero entre vosotros no será así. Más bien, el que entre vosotros sea el importante, sea como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que sirve.

27 Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

28 Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas.

29 Yo, pues, dispongo para vosotros un reino, como mi Padre lo dispuso para mí;

30 para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

31 Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo.

32 Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.

33 El le dijo: —Señor, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.

34 Pero él dijo: —Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces.

35 Y les dijo a ellos: —Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: —Nada.

36 Entonces les dijo: —Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una.

37 Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los malhechores. Porque lo que está escrito de mí tiene cumplimiento.

38 Entonces ellos dijeron: —Señor, he aquí dos espadas. Y él dijo: —Basta.

39 Después de salir, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.

40 Cuando llegó al lugar, les dijo: —Orad que no entréis en tentación.

41 Y él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba

42 diciendo: —Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

43 Entonces le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

44 Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

45 Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos, los halló dormidos por causa de la tristeza.

46 Y les dijo: —¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación.

47 Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a Jesús para besarle.

48 Entonces Jesús le dijo: —Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?

49 Al ver los que estaban con él lo que había de ocurrir, le dijeron: —Señor, ¿heriremos a espada?

50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.

51 Entonces respondiendo Jesús dijo: —¡Basta de esto! Y tocando su oreja, le sanó.

52 Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, los magistrados del templo y los ancianos que habían venido contra él: —¿Como a ladrón habéis salido con espadas y palos?

53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis la mano contra mí. Pero ésta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas.

54 Le prendieron, le llevaron y le hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.

55 Cuando encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro también se sentó entre ellos.

56 Entonces una criada, al verle sentado junto a la lumbre, le miró fijamente y dijo: —¡Este estaba con él!

57 Pero él negó diciendo: —Mujer, no le conozco.

58 Un poco después, al verle otro, le dijo: —¡Tú también eres de ellos! Y Pedro dijo: —Hombre, no lo soy.

59 Como una hora después, otro insistía diciendo: —Verdaderamente, también éste estaba con él, porque es galileo.

60 Y Pedro dijo: —¡Hombre, no sé lo que dices! Y de inmediato, estando él aún hablando, el gallo cantó.

61 Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces.”

62 Y saliendo fuera, Pedro lloró amargamente.

63 Los hombres que tenían bajo custodia a Jesús se burlaban de él y le golpeaban.

64 Y cubriéndole le preguntaban diciendo: —¡Profetiza! ¿Quién es el que te golpeó?

65 Y le decían otras muchas cosas, injuriándole.

66 Cuando amaneció, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le llevaron al Sanedrín de ellos.

67 Y le dijeron: —Si tú eres el Cristo, ¡dínoslo! Pero él les dijo: —Si os lo dijera, no lo creeríais.

68 Además, si yo os preguntara, no me responderíais.

69 Pero de ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.

70 Le dijeron todos: —Entonces, ¿eres tú Hijo de Dios? Y él les dijo: —Vosotros decís que yo soy.

71 Entonces ellos dijeron: —¿Qué más necesidad tenemos de testimonio? Porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.