Reina Valera 1989
Lucas 21
1 Alzando la mirada, Jesús vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro.
2 Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos blancas.
3 Entonces dijo: —De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos.
4 Porque todos éstos de su abundancia echaron a las ofrendas; pero ésta, de su pobreza, echó todo el sustento que tenía.
5 Hablando algunos acerca del templo decían que estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas votivas, él dijo:
6 —En cuanto a estas cosas que veis, vendrán días cuando no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
7 Entonces le preguntaron diciendo: —Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Qué señal habrá cuando estas cosas estén por suceder?
8 Entonces él dijo: —Mirad que no seáis engañados, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy,” y “El tiempo está cerca.” No vayáis en pos de ellos.
9 Y cuando oigáis de guerras y de revoluciones, no os atemoricéis. Porque es necesario que estas cosas acontezcan primero, pero el fin no será de inmediato.
10 —Entonces dijo—: Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
11 Habrá grandes terremotos, hambres y pestilencias en varios lugares. Habrá terror y grandes señales del cielo.
12 Pero antes de estas cosas os echarán mano y os perseguirán. Os entregarán a las sinagogas y os meterán en las cárceles, y seréis llevados delante de los reyes y gobernantes por causa de mi nombre.
13 Esto os servirá para dar testimonio.
14 Decidid, pues, en vuestros corazones no pensar de antemano cómo habéis de responder.
15 Porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opongan.
16 Y seréis entregados aun por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos; y harán morir a algunos de vosotros.
17 Seréis aborrecidos por todos a causa de mi nombre,
18 pero ni un solo cabello de vuestra cabeza perecerá.
19 Por vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas.
20 Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed entonces que ha llegado su destrucción.
21 Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad, salgan; y los que estén en los campos, no entren en ella.
22 Porque éstos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá grande calamidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo.
24 Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles.
25 Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Y en la tierra habrá angustia de las naciones por la confusión ante el rugido del mar y del oleaje.
26 Los hombres se desmayarán a causa del terror y de la expectación de las cosas que sobrevendrán al mundo habitado, porque los poderes de los cielos serán sacudidos.
27 Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube, con poder y gran gloria.
28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, mirad y levantad vuestras cabezas; porque vuestra redención está cerca.
29 Y les dijo una parábola: —Mirad la higuera y todos los árboles.
30 Cuando veis que ya brotan, vosotros entendéis que el verano ya está cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.
32 De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo suceda.
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34 Mirad por vosotros, que vuestros corazones no estén cargados de glotonería, de embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y que aquel día venga sobre vosotros de repente como una trampa;
35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la superficie de toda la tierra.
36 Velad, pues, en todo tiempo, orando que tengáis fuerzas para escapar de todas estas cosas que han de suceder, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37 Pasaba los diás enseñando en el templo, y saliendo al anochecer permanecía en el monte que se llama de los Olivos.
38 Y todo el pueblo venía a él desde temprano para oírle en el templo.