Reina Valera 1989

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Lucas 17

1 Dijo a sus discípulos: —Es imposible que no vengan tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione!

2 Mejor le fuera que se le atase una piedra de molino al cuello y que fuese lanzado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

3 Mirad por vosotros mismos: Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.

4 Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: “Me arrepiento,” perdónale.

5 Los apóstoles dijeron al Señor: —Auméntanos la fe.

6 Entonces el Señor dijo: —Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: “¡Desarráigate y plántate en el mar!” Y el árbol os obedecería.

7 ¿Y quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver éste del campo, le dirá: “Pasa, siéntate a la mesa”?

8 Más bien, le dirá: “Prepara para que yo cene. Cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido. Después de eso, come y bebe tú.”

9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado?

10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Siervos inútiles somos; porque sólo hicimos lo que debíamos hacer.”

11 Aconteció que yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea.

12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos

13 y alzaron la voz diciendo: —¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

14 Cuando él los vio, les dijo: —Id, mostraos a los sacerdotes. Aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz.

16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias. Y éste era samaritano.

17 Y respondiendo Jesús dijo: —¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

18 ¿No hubo quién volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?

19 —Y le dijo—: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

20 Y cuando los fariseos le preguntaron acerca de cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió diciendo: —El reino de Dios no vendrá con advertencia.

21 No dirán: “¡Mirad, aquí está!” o “¡Allí está!” Porque el reino de Dios está en medio de vosotros.

22 Dijo a sus discípulos: —Vendrá el tiempo cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo veréis.

23 Os dirán: “¡Mirad, aquí está!” o “¡Mirad, allí está!” Pero no vayáis ni les sigáis.

24 Porque como el relámpago que resplandece ilumina el cielo de un extremo al otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.

25 Pero primero es necesario que él padezca mucho y sea rechazado por esta generación.

26 Como pasó en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre:

27 Ellos comían y bebían; se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.

28 Asimismo, también será como pasó en los días de Lot: Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y edificaban;

29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.

30 Así será en el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.

31 En aquel día, el que esté en la azotea y sus cosas estén en la casa, no descienda para tomarlas. Asimismo, el que esté en el campo, no vuelva atrás.

32 Acordaos de la mujer de Lot.

33 Cualquiera que procure salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la conservará.

34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.

35 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada.

36 Estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado.

37 Respondiendo le preguntaron: —¿Dónde, Señor? Y él dijo: —Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.