Reina Valera 1989

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Éxodo 32

1 Al ver el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, ellos se congregaron ante Aarón y le dijeron: —Levántate, haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

2 Aarón les respondió: —Quitad los aretes de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.

3 Entonces todos los del pueblo se quitaron los aretes de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón.

4 El los recibió de sus manos e hizo un becerro de fundición, modelado a buril. Entonces dijeron: —¡Israel, éste es tu dios que te sacó de la tierra de Egipto!

5 Al ver esto, Aarón edificó un altar delante del becerro y pregonó diciendo: —¡Mañana habrá fiesta para Jehovah!

6 Al día siguiente madrugaron, ofrecieron holocaustos y trajeron sacrificios de paz. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó para divertirse.

7 Entonces Jehovah dijo a Moisés: —Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

8 Se han apartado rápidamente del camino que yo les mandé. Se han hecho un becerro de fundición, lo han adorado, le han ofrecido sacrificios y han dicho: “¡Israel, éste es tu dios que te sacó de la tierra de Egipto!”

9 —Le dijo, además, a Moisés—: Yo he visto a este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura cerviz.

10 Ahora pues, deja que se encienda mi furor contra ellos y los consuma, pero yo haré de ti una gran nación.

11 Entonces Moisés imploró el favor de Jehovah su Dios, diciendo: —Oh Jehovah, ¿por qué se ha de encender tu furor contra tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto con gran fuerza y con mano poderosa?

12 ¿Por qué han de hablar los egipcios diciendo: “Los sacó por maldad, para matarlos sobre los montes y para exterminarlos sobre la faz de la tierra”? Desiste del ardor de tu ira y cambia de parecer en cuanto a hacer mal a tu pueblo.

13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a quienes juraste por ti mismo y les dijiste: “Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de la cual he hablado. Y ellos la tomarán como posesión para siempre.”

14 Entonces Jehovah cambió de parecer en cuanto al mal que dijo que haría a su pueblo.

15 Entonces Moisés se volvió y descendió del monte trayendo en sus manos las dos tablas del testimonio, tablas escritas por ambos lados; por uno y otro lado estaban escritas.

16 Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas.

17 Al oír Josué el estruendo del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: —¡Estruendo de batalla hay en el campamento!

18 Pero Moisés respondió: —No es estruendo de victoria ni estruendo de derrota. Yo escucho estruendo de cantares.

19 Aconteció que cuando llegó al campamento y vio el becerro y las danzas, la ira de Moisés se encendió, y arrojó las tablas de sus manos y las rompió al pie del monte.

20 Y tomó el becerro que habían hecho y lo quemó en el fuego. Luego lo molió hasta reducirlo a polvo, lo esparció sobre el agua, y lo hizo beber a los hijos de Israel.

21 Y Moisés dijo a Aarón: —¿Qué te ha hecho este pueblo, para que hayas traído sobre él un pecado tan grande?

22 Y Aarón respondió: —No se encienda la ira de mi señor. Tú conoces al pueblo, que es inclinado al mal.

23 Ellos me dijeron: “Haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.”

24 Y yo les respondí: “Los que tengan oro, que se lo quiten.” Ellos me lo dieron, y lo arrojé al fuego; y salió este becerro.

25 Al ver que el pueblo se había desenfrenado, pues Aarón les había permitido el desenfreno, de modo que llegaron a ser una vergüenza entre sus enemigos, Moisés

26 se puso de pie a la entrada del campamento y dijo: —¡Quien esté de parte de Jehovah únase conmigo! Y se unieron con él todos los hijos de Leví.

27 Y él les dijo: —Así ha dicho Jehovah, el Dios de Israel: “¡Cíñase cada uno su espada, y pasad y volved, de entrada a entrada del campamento! ¡Matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente!”

28 Entonces los hijos de Leví hicieron conforme al dicho de Moisés, y aquel día cayeron del pueblo como hombres.

29 Entonces Moisés dijo: —Hoy os habéis investido a vosotros mismos para Jehovah, cada uno a costa de su hijo o de su hermano, para que él os dé hoy bendición.

30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: —Vosotros habéis cometido un gran pecado. Pero yo subiré ahora hacia Jehovah; quizás yo pueda hacer expiación por vuestro pecado.

31 Moisés regresó a Jehovah y le dijo: —¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al haberse hecho dioses de oro.

32 Pero ahora perdona su pecado; y si no, por favor, bórrame de tu libro que has escrito.

33 Jehovah respondió a Moisés: —¡Al que ha pecado contra mí, a ése lo borraré de mi libro!

34 Vuelve, pues; conduce a este pueblo al lugar que te he dicho; he aquí que mi ángel irá delante de ti. Pero en el día del castigo yo les castigaré por su pecado.

35 Y Jehovah hirió al pueblo con una plaga por lo que habían hecho con el becerro que Aarón formó.