Reina Valera 1989

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Mateo 10

1 Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

2 Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; también Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;

3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Tadeo;

4 Simón el cananita y Judas Iscariote, quien le entregó.

5 A estos doce los envió Jesús, dándoles instrucciones diciendo: “No vayáis por los caminos de los gentiles, ni entréis en las ciudades de los samaritanos.

6 Pero id, más bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7 Y cuando vayáis, predicad diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’

8 Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. De gracia habéis recibido; dad de gracia.

9 “No os proveáis ni de oro, ni de plata, ni de cobre en vuestros cintos.

10 Tampoco llevéis bolsas para el camino, ni dos vestidos, ni zapatos, ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento.

11 En cualquier ciudad o aldea donde entréis, averiguad quién en ella sea digno y quedaos allí hasta que salgáis.

12 Al entrar en la casa, saludadla.

13 Si la casa es digna, venga vuestra paz sobre ella. Pero si no es digna, vuelva vuestra paz a vosotros.

14 Y en caso de que no os reciban ni escuchen vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.

15 De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable para los de la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.

16 “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas.

17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y en sus sinagogas os azotarán.

18 Seréis llevados aun ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio a ellos y a los gentiles.

19 Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis, porque os será dado en aquella hora lo que habéis de decir.

20 Pues no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre que hablará en vosotros.

21 “El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir.

22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

23 Y cuando os persigan en una ciudad, huid a la otra. Porque de cierto os digo que de ningún modo acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.

24 “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.

25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia le llamaron Beelzebul, ¡cuánto más lo harán a los de su casa!

26 “Así que, no les temáis. Porque no hay nada encubierto que no será revelado, ni oculto que no será conocido.

27 Lo que os digo en privado, decidlo en público; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.

28 No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar al alma. Más bien, temed a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.

29 ¿Acaso no se venden dos pajaritos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre.

30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados.

31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajaritos.

32 “Por tanto, a todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

34 “No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada.

35 Porque yo he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.

36 Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa.

37 “El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí.

38 El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí.

39 El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará.

40 “El que os recibe a vosotros a mí me recibe, y el que me recibe a mí recibe al que me envió.

41 El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá recompensa de justo.

42 Cualquiera que da a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente porque es mi discípulo, de cierto os digo que jamás perderá su recompensa.”