Reina Valera 1989
Jeremías
Jeremías 1
1 Las palabras de Jeremías hijo de Hilquías, de los sacerdotes que estaban en Anatot, en la tierra de Benjamín.
2 La palabra de Jehovah le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año 13 de su reinado.
3 También le vino en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el final del año 11 de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, es decir, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto.
4 Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:
5 —Antes que yo te formase en el vientre, te conocí; y antes que salieses de la matriz, te consagré y te di por profeta a las naciones.
6 Y yo dije: —¡Oh Señor Jehovah! He aquí que no sé hablar, porque soy un muchacho.
7 Pero Jehovah me dijo: —No digas: “Soy un muchacho”; porque a todos a quienes yo te envíe tú irás, y todo lo que te mande dirás.
8 No tengas temor de ellos, porque yo estaré contigo para librarte, dice Jehovah.
9 Entonces Jehovah extendió su mano y tocó mi boca. Y me dijo Jehovah: —He aquí, pongo mis palabras en tu boca.
10 Mira, en este día te he constituido sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y desmenuzar, para arruinar y destruir, para edificar y plantar.
11 Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo: —¿Qué ves, Jeremías? Y respondí: —Veo una vara de almendro.
12 Y Jehovah me dijo: —Has visto bien, porque yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra.
13 Vino a mí la palabra de Jehovah por segunda vez, diciendo: —¿Qué ves? Y respondí: —Veo una olla hirviente que se vuelca desde el norte.
14 Entonces Jehovah me dijo: —Del norte se desatará el mal sobre todos los habitantes del país.
15 Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehovah. Ellos vendrán, y cada uno pondrá su trono a la entrada de las puertas de Jerusalén, junto a todos sus muros alrededor y en todas las ciudades de Judá.
16 Y proferiré mis juicios contra ellos por toda su maldad con que me abandonaron, pues ofrecieron incienso a otros dioses y se postraron ante la obra de sus propias manos.
17 Tú, pues, ciñe tus lomos y levántate; tú les dirás todo lo que yo te mande. No te amedrentes delante de ellos, no sea que yo te amedrente delante de ellos.
18 Porque he aquí que yo te he puesto hoy como una ciudad fortificada, como una columna de hierro y como un muro de bronce contra todo el país; tanto para los reyes de Judá, como para sus magistrados, para sus sacerdotes y para el pueblo de la tierra.
19 Lucharán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estaré contigo para librarte, dice Jehovah.