Reina Valera 1989
Isaías 60
1 “¡Levántate! ¡Resplandece! Porque ha llegado tu luz, y la gloria de Jehovah ha resplandecido sobre ti.
2 Porque he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra; y la oscuridad, los pueblos. Pero sobre ti resplandecerá Jehovah, y sobre ti será vista su gloria.
3 Entonces las naciones andarán en tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer.
4 “Alza tus ojos en derredor y mira: Todos ellos se han reunido y han venido a ti. Tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán traídas en brazos.
5 Entonces lo verás y resplandecerás. Tu corazón se estremecerá y se ensanchará, porque la abundancia del mar se habrá vuelto a ti, y la riqueza de las naciones te será traída.
6 Una multitud de camellos te cubrirá, dromedarios de Madián y de Efa; todos ellos vendrán de Seba. Traerán oro e incienso, y proclamarán las alabanzas de Jehovah.
7 Todo el ganado de Quedar será reunido para ti; carneros de Nebayot te servirán. Serán una grata ofrenda sobre mi altar, y hermosearé el templo de mi esplendor.
8 “¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas hacia sus palomares?
9 Ciertamente, en mí esperarán las costas; y a la cabeza estarán las naves de Tarsis para traer de lejos a tus hijos con su plata y su oro, por el nombre de Jehovah tu Dios y por el Santo de Israel que te ha llenado de esplendor.
10 “Los hijos de los extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán. Aunque en mi furor te herí, en mi buena voluntad tendré de ti misericordia.
11 Tus puertas estarán abiertas continuamente. No se cerrarán ni de día ni de noche, para que sean traídas a ti las riquezas de las naciones, y te sean conducidos sus reyes.
12 Porque la nación y el reino que no te sirvan perecerán; tales naciones serán completamente destruidas.
13 “La gloria del Líbano vendrá a ti: cipreses, olmos y abetos para embellecer el lugar de mi santuario. Yo haré glorioso el lugar de mis pies.
14 Humillados vendrán a ti los hijos de los que te afligieron; a las plantas de tus pies se postrarán todos los que te menospreciaban. Te llamarán Ciudad de Jehovah, Sion del Santo de Israel.
15 Aunque fuiste abandonada y aborrecida y no había quien caminase por ti, te convertiré en gloria eterna, motivo de regocijo de generación en generación.
16 Mamarás la leche de las naciones; mamarás el pecho de los reyes. Así conocerás que yo, Jehovah, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
17 “En lugar de cobre traeré oro; y en lugar de hierro, plata. En lugar de madera traeré bronce; y en lugar de piedras, hierro. Pondré la paz como tus administradores y la justicia como tus recaudadores.
18 Nunca más se oirá de violencia en tu tierra, ni de destrucción y ruina en tus territorios. Más bien, a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.
19 “El sol nunca más te servirá de luz durante el día, ni te alumbrará el resplandor de la luna. Jehovah será para ti luz eterna; tu Dios será tu gloria.
20 Tu sol no se pondrá jamás, ni te será quitada la luna; porque Jehovah será luz eterna para ti, y los días de tu duelo se acabarán.
21 “Entonces tu pueblo, todos ellos serán justos; para siempre heredarán la tierra. Ellos son los vástagos de mi plantío, la obra de mis manos, para manifestar mi gloria.
22 El más pequeño equivaldrá a mil; y el menor, a una nación poderosa. Yo, Jehovah, a su tiempo lo apresuraré.”