Reina Valera 1989

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Isaías 8

1 Entonces me dijo Jehovah: “Toma una tabla grande y escribe en ella con punzón de hombre, tocante a Maher-salal-jas-baz.”

2 Llamé a mi lado, como fieles testigos, al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías.

3 Me llegué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y Jehovah me dijo: “Ponle por nombre Maher-salal-jas-baz,

4 porque antes que el niño sepa decir ‘mi papá’ y ‘mi mamá’, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria.”

5 Otra vez Jehovah volvió a hablarme diciendo:

6 “Por cuanto este pueblo desechó las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se alegró con Rezín y con el hijo de Remalías,

7 he aquí que por ello el Señor hace subir sobre ellos las impetuosas y abundantes aguas del Río, es decir, al rey de Asiria con toda su gloria. El se desbordará por todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas.

8 Pasará por Judá inundando y creciendo; llegará hasta el cuello. Con sus alas extendidas llenará la amplitud de tu tierra. ¡Oh Emanuel!”

9 Sabedlo, oh pueblos, y llenaos de terror. Prestad atención, todos los confines de la tierra: ¡Ceñíos y llenaos de terror! ¡Ceñíos y llenaos de terror!

10 Tomad consejo, pero será anulado; proferid palabra, pero no se realizará, porque Dios está con nosotros.

11 Pues así me ha hablado Jehovah con mano fuerte, y me ha instruido para que no camine por el camino de este pueblo, diciendo:

12 “No llaméis conspiración a todo lo que este pueblo llama conspiración. No temáis lo que ellos temen, ni os aterroricéis.

13 ¡A Jehovah de los Ejércitos, a él tratad como santo! Y si él es vuestro temor, y si él es vuestro temblor,

14 entonces él será vuestro santuario; pero será piedra de tropiezo y roca de escándalo para las dos casas de Israel, red y trampa para los habitantes de Jerusalén.

15 De entre ellos muchos tropezarán y caerán, y serán quebrantados. Quedarán atrapados y apresados.

16 Ata el testimonio y sella la ley entre mis discípulos.”

17 Aguardaré, pues, a Jehovah, quien ha escondido su rostro de la casa de Jacob. En él esperaré.

18 He aquí, yo y los hijos que Jehovah me ha dado somos señales y prodigios en Israel, de parte de Jehovah de los Ejércitos, quien habita en el monte Sion.

19 Y cuando os dicen: “Consultad a los que evocan a los muertos y a los adivinos que susurran y murmuran al hablar,” responded: “¿Acaso no consultará un pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos a favor de los vivos?

20 ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan de acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido.

21 Y pasarán por la tierra oprimidos y hambrientos. Y acontecerá que teniendo hambre se indignarán y maldecirán a su rey y a su Dios. Alzarán la vista

22 y mirarán a la tierra, y he allí tribulación y oscuridad de angustia. Y serán arrojados a las tinieblas.