Reina Valera 1989

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Proverbios 5

1 Hijo mío, pon atención a mi sabiduría, y a mi entendimiento inclina tu oído;

2 para que guardes la sana iniciativa, y tus labios conserven el conocimiento.

3 Los labios de la mujer extraña gotean miel, y su paladar es más suave que el aceite;

4 pero su fin es amargo como el ajenjo, agudo como una espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte; sus pasos se precipitan al Seol.

6 No considera el camino de la vida; sus sendas son inestables, y ella no se da cuenta.

7 Ahora pues, hijos, oídme y no os apartéis de los dichos de mi boca.

8 Aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa,

9 no sea que des a otros tu honor y tus años a alguien que es cruel;

10 no sea que los extraños se sacien con tus fuerzas, y los frutos de tu trabajo vayan a dar a la casa de un desconocido.

11 Entonces gemirás al final de tu vida, cuando tu cuerpo y tu carne se hayan consumido.

12 Y dirás: “¡Cómo aborrecí la disciplina, y mi corazón menospreció la reprensión!

13 No escuché la voz de mis maestros, y a los que me enseñaban no incliné mi oído.

14 Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación.”

15 Bebe el agua de tu propia cisterna y de los raudales de tu propio pozo.

16 ¿Se han de derramar afuera tus manantiales, tus corrientes de aguas por las calles?

17 ¡Que sean para ti solo y no para los extraños contigo!

18 Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 como una preciosa cierva o una graciosa gacela. Sus pechos te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.

20 ¿Por qué, hijo mío, andarás apasionado por una mujer ajena y abrazarás el seno de una extraña?

21 Los caminos del hombre están ante los ojos de Jehovah, y él considera todas sus sendas.

22 Sus propias maldades apresarán al impío, y será atrapado en las cuerdas de su propio pecado.

23 El morirá por falta de disciplina. y a causa de su gran insensatez se echará a perder.