Reina Valera 1989
Salmos 42
1 (Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré) Como ansía el venado las corrientes de las aguas, así te ansía a ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo iré para presentarme delante de Dios?
3 Mis lágrimas han sido mi alimento día y noche, mientras me dicen todos los días: “¿Dónde está tu Dios?”
4 Recuerdo estas cosas y derramo mi alma dentro de mí: cuando pasaba con la muchedumbre, guiándolos hasta la casa de Dios, con voz de alegría y de acción de gracias de la multitud en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar. ¡El es la salvación de mi ser,
6 y mi Dios! Mi alma está abatida dentro de mí. Por esto me acordaré de ti en la tierra del Jordán y del Hermón, en el monte de Mizar.
7 Un abismo llama a otro por la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 De día, mandará Jehovah su misericordia; y de noche, su canción estará conmigo, la oración al Dios de mi vida.
9 Diré a Dios: “Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué he de andar enlutado por la opresión del enemigo?”
10 Mientras mis huesos se quebrantan, mis enemigos me afrentan diciéndome cada día: “¿Dónde está tu Dios?”
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!