Reina Valera 1989
Salmos 39
1 (Al músico principal. A Jedutún. Salmo de David) Yo dije: “Cuidaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté frente a mí.”
2 Enmudecí, quedé en silencio; me callé aun respecto de lo bueno, pero mi dolor se agravó.
3 Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar, y así hablé con mi lengua:
4 Hazme saber, oh Jehovah, mi final, y cuál sea la medida de mis días. Sepa yo cuán pasajero soy.
5 He aquí, has hecho que mis días sean breves; mi existencia es como nada delante de ti. De veras, sólo vanidad es todo hombre en su gloria. (Selah)
6 En la oscuridad deambula el hombre; de veras, en vano se inquieta por acumular, y no sabe quién lo recogerá.
7 Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.
8 Líbrame de todas mis rebeliones; no me pongas por burla del insensato.
9 Enmudecí; no abrí mi boca, porque tú eres quien lo hizo.
10 Aparta de mí tu plaga; por el movimiento de tu mano soy consumido.
11 Con castigos por el pecado corriges al hombre, y deshaces como polilla su hermosura. Ciertamente vanidad es todo hombre. (Selah)
12 Escucha mi oración, oh Jehovah; oye mi clamor y no calles ante mis lágrimas. Porque forastero soy para ti, un advenedizo, como todos mis padres.
13 Aparta de mí tu mirada, de modo que me alegre antes que me vaya y deje de ser.