Reina Valera 1989
Salmos 36
1 (Al músico principal. Salmo de David, siervo de Dios) La transgresión habla al impío dentro de su corazón; no hay temor de Dios delante de sus ojos.
2 Por eso se lisonjea en sus propios ojos, hasta que su iniquidad sea aborrecimiento.
3 Las palabras de su boca son maldad y engaño; ha dejado de ser sensato y de hacer el bien.
4 Sobre su cama piensa iniquidad; está en un camino que no es bueno y no desprecia el mal.
5 Oh Jehovah, hasta los cielos alcanza tu misericordia; y hasta las nubes, tu fidelidad.
6 Tu justicia es como las montañas de Dios; y tus juicios, como el gran océano. Oh Jehovah, que conservas al hombre y al animal,
7 ¡cuán preciosa es, oh Dios, tu bondad! Por eso los hijos del hombre se refugian bajo la sombra de tus alas.
8 Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber del torrente de tus delicias.
9 Ciertamente contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz.
10 Extiende tu bondad a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón.
11 Que no venga contra mí el pie de la soberbia, ni me mueva la mano de los impíos.
12 Entonces caerán los que obran iniquidad; serán derribados y no podrán levantarse.