Reina Valera 1989

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Job 28

1 Ciertamente la plata tiene su mina, y el oro un lugar donde lo refinan;

2 el hierro se extrae del polvo, y el cobre es fundido de la piedra.

3 El hombre pone fin a la oscuridad, y examina en los lugares más recónditos las piedras de la oscuridad y de las tinieblas.

4 Abre socavones en las minas, lejos de las poblaciones, olvidados por el pie del ser humano; allí se descuelgan y se balancean.

5 La tierra, de la cual proviene el pan, pero cuyo interior se transforma como con fuego,

6 es el lugar cuyas piedras son de zafiro y cuyo polvo es de oro.

7 Es una senda que el ave de rapiña no conoce, ni jamás ha mirado el ojo del halcón.

8 Nunca la han pisoteado fieras arrogantes, ni por ella caminó el león.

9 El hombre extiende su mano hacia el pedernal, y trastorna de raíz las montañas.

10 Abre canales en las rocas, y sus ojos ven todo lo preciado.

11 Detiene los ríos en sus fuentes, y hace que lo secreto salga a la luz.

12 Pero, ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar del entendimiento?

13 El hombre no conoce el valor de ella; no se halla en la tierra de los vivientes.

14 El océano dice: “Ella no está en mí.” El mar dice: “Tampoco está conmigo.”

15 Por ella no se dará oro fino, ni por su precio se pesará plata.

16 No se puede pagar por ella con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro.

17 Ni el oro ni el cristal son comparables a ella; no será dada a cambio de objetos de oro fino.

18 El coral y el cristal de roca, ni mencionarlos; pues el valor de la sabiduría es mayor que el de las perlas.

19 No será comparado con ella el topacio de Etiopía, ni se puede pagar por ella con oro fino.

20 ¿De dónde, pues, proviene la sabiduría? ¿Dónde está el lugar del entendimiento?

21 Está encubierto a los ojos de todo ser viviente; les está oculto a todas las aves del cielo.

22 El Abadón y la Muerte dicen: “Su fama hemos oído con nuestros oídos.”

23 Sólo Dios entiende el camino de ella; él conoce su lugar.

24 Porque él contempla los confines de la tierra y ve debajo de todos los cielos.

25 Cuando él le dio peso al viento y determinó la medida de las aguas,

26 cuando le dio estatuto a la lluvia y camino a relámpagos y truenos,

27 entonces él la vio y la declaró; la estableció y también la escudriñó.

28 Y dijo al hombre: “Ciertamente el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal es el entendimiento.”