Reina Valera 1989

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Job 16

1 Entonces respondió Job y dijo:

2 —He oído muchas cosas como éstas; consoladores gravosos sois todos vosotros.

3 ¿Habrá fin para las palabras vacías? ¿Qué te incita a responder?

4 Yo también podría hablar como vosotros. Si vuestra alma estuviera en lugar de mi alma, yo también podría componer discursos contra vosotros, y por vosotros sacudiría mi cabeza.

5 Os alentaría con mi boca, y el movimiento de mis labios traería alivio.

6 Pero si hablo, mi dolor no tiene alivio; y si dejo de hablar, ¿qué se ha de ir de mí?

7 Pero ahora Dios me tiene agobiado. Ha desolado toda mi compañía,

8 y me ha llenado de arrugas. Mi debilidad responde en mi propia cara; ha venido a ser testigo y se ha levantado contra mí.

9 Su furor me ha despedazado, pues me aborrece; contra mí hace crujir sus dientes. Mi adversario aguza su mirada contra mí.

10 Contra mí han abierto su boca; con afrenta han golpeado mis mejillas. A una se han juntado contra mí.

11 Dios me ha entregado a los perversos; me ha empujado a las manos de los impíos.

12 Yo estaba tranquilo, pero él me sacudió; me tomó por el cuello y me despedazó. El me ha puesto por blanco suyo;

13 sus arqueros me han rodeado. Atraviesa mis riñones sin compasión y derrama por tierra mi hiel.

14 Abre en mí brecha tras brecha; contra mí arremete como un guerrero.

15 He cosido cilicio sobre mi piel y he hundido mi fuerza en el polvo.

16 Mi rostro está enrojecido con el llanto, y sobre mis párpados hay densa oscuridad,

17 a pesar de no haber violencia en mis manos y de ser pura mi oración.

18 ¡Oh tierra, no encubras mi sangre! ¡Que no haya lugar para mi clamor!

19 He aquí que también ahora mi testigo está en los cielos; en las alturas está mi defensor.

20 Mis amigos me escarnecen; mis ojos derraman lágrimas ante Dios.

21 ¡Oh, si alguien llevara la causa de un hombre ante Dios como entre el hombre y su prójimo!

22 Porque los pocos años se van, y yo iré por el camino sin retorno.