Reina Valera 1989

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Génesis 43

1 El hambre era grande en la tierra.

2 Y aconteció que cuando acabaron de consumir las provisiones que trajeron de Egipto, les dijo su padre: —Volved y comprad para nosotros un poco de alimento.

3 Y Judá le respondió diciendo: —Aquel hombre nos advirtió enfáticamente diciendo: “No veréis mi cara a no ser que vuestro hermano esté con vosotros.”

4 Si dejas ir a nuestro hermano con nosotros, iremos y te compraremos alimentos.

5 Pero si no lo dejas ir, no iremos; porque aquel hombre nos dijo: “No veréis mi cara a no ser que traigáis a vuestro hermano con vosotros.”

6 Y dijo Israel: —¿Por qué me habéis hecho tanto mal, declarándole a aquel hombre que teníais otro hermano?

7 Ellos respondieron: —Aquel hombre nos preguntó expresamente por nosotros y por nuestra familia, diciendo: “¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis algún otro hermano?” Nosotros respondimos conforme a estas preguntas. ¿Cómo podíamos saber que nos iba a decir: “Haced venir a vuestro hermano”?

8 Entonces Judá dijo a Israel su padre: —Deja ir al muchacho conmigo. Así nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no muramos nosotros, tú y nuestros niños pequeños.

9 Yo saldré como fiador. A mí me pedirás cuentas de él. Si no te lo traigo y lo pongo delante de ti, seré ante ti el culpable para siempre.

10 Si no nos hubiéramos detenido, ahora ya habríamos vuelto dos veces.

11 Entonces Israel su padre les respondió: —Si tiene que ser así, haced esto: Tomad de lo mejor del país en vuestros equipajes y llevadlo a aquel hombre como un presente: un poco de bálsamo, algo de miel, perfumes, mirra, nueces y almendras.

12 Tomad con vosotros el doble del dinero, y devolved personalmente el dinero que os fue devuelto en la boca de vuestros costales; quizás fue un error.

13 Tomad también a vuestro hermano. Levantaos y volved a aquel hombre.

14 ¡Que el Dios Todopoderoso os conceda hallar misericordia delante de aquel hombre, y libere a vuestro otro hermano y a Benjamín! Y si yo he de ser privado de mis hijos, que lo sea.

15 Entonces los hombres tomaron el presente. Tomaron también con ellos el doble del dinero, y a Benjamín. Se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron ante José.

16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al administrador de su casa: —Lleva a esos hombres a casa. Mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía.

17 El hombre hizo como dijo José y llevó a los hombres a la casa de José.

18 Los hombres tuvieron temor cuando fueron llevados a la casa de José, y decían: —Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para buscar ocasión contra nosotros, para caer sobre nosotros y tomarnos como esclavos, junto con nuestros asnos.

19 Entonces se acercaron al administrador de la casa de José y le hablaron a la entrada de la casa,

20 diciendo: —¡Por favor, señor mío! Nosotros en verdad vinimos la primera vez para comprar alimentos.

21 Y aconteció que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal: nuestro dinero en su justo valor. Lo hemos traído de vuelta con nosotros.

22 También hemos traído más dinero con nosotros para comprar alimentos. Nosotros no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.

23 El respondió: —Paz a vosotros; no temáis. Vuestro Dios, el Dios de vuestro padre, os puso el tesoro en vuestros costales, puesto que vuestro dinero llegó a mi poder. Luego les sacó a Simeón.

24 Así que el hombre llevó a los hombres a la casa de José. Les dio agua, y ellos se lavaron los pies. Luego dio forraje a sus asnos.

25 Por su parte, ellos prepararon el presente mientras José venía al mediodía, porque habían oído que iban a comer allí.

26 Cuando José llegó a casa, ellos le llevaron el presente que habían traído personalmente a la casa y se postraron a tierra ante él.

27 El les preguntó cómo estaban y les dijo: —Vuestro padre, el anciano que mencionasteis, ¿está bien? ¿Vive todavía?

28 Ellos respondieron: —Tu siervo, nuestro padre, está bien. El vive todavía. Ellos se inclinaron ante él y se postraron.

29 Y alzando sus ojos, él vio a su hermano Benjamín, hijo de su madre. Y les preguntó: —¿Es éste vuestro hermano menor de quien me habíais hablado? —Y añadió—: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío.

30 Entonces José se dio prisa, porque se conmovió profundamente a causa de su hermano y estuvo a punto de llorar. Entró en su habitación y lloró allí.

31 Luego se lavó la cara, salió fuera y conteniéndose dijo: —Servid la comida.

32 A José le sirvieron aparte. Y sirvieron por separado a ellos y a los egipcios que habían de comer allí, pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto a los egipcios les es una abominación.

33 Se sentaron en su presencia de esta manera: el primogénito de acuerdo con su rango hasta el más jóven de acuerdo con su edad. Y los hombres se miraban atónitos unos a otros.

34 El tomó porciones de delante de sí para ellos, e hizo que la porción de Benjamín fuese cinco veces mayor que la de los demás. También bebieron y se alegraron con él.