Reina Valera 1989

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Nehemías 13

1 Aquel día se leyó en el libro de Moisés a oídos del pueblo, y se halló escrito en él: No entrará jamás el amonita, ni el moabita en la congregación de Dios,

2 porque no salieron a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que él contrató contra ellos a Balaam, para que los maldijese. Pero nuestro Dios convirtió la maldición en bendición.

3 Y sucedió que cuando escucharon la Ley, excluyeron de Israel a todos los extranjeros.

4 Antes de esto, el sacerdote Eliasib, siendo encargado de la cámara de la casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías

5 y le había preparado una gran cámara en la que antes guardaban las ofrendas vegetales, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino nuevo y del aceite—que estaban asignados a los levitas, a los cantores y a los porteros— y la ofrenda para los sacerdotes.

6 Pero cuando sucedió todo esto, yo no estaba en Jerusalén, pues en el año 32 de Artajerjes, rey de Babilonia, volví al rey. Pero después de un tiempo pedí permiso de él,

7 y cuando llegué a Jerusalén, comprendí el mal que había hecho Eliasib en atención a Tobías, preparándole una cámara en los atrios de la casa de Dios.

8 Esto me desagradó muchísimo y arrojé fuera de la cámara todos los enseres de la casa de Tobías.

9 Luego ordené que limpiaran las cámaras e hice volver allí los enseres de la casa de Dios, con las ofrendas vegetales y el incienso.

10 Asimismo, me informé de que no habían sido dadas sus porciones a los levitas, por lo que los levitas y los cantores que hacían el servicio habían huido, cada uno a su campo.

11 Reprendí a los dirigentes diciendo: “¿Por qué está abandonada la casa de Dios?” Entonces los reuní y los puse en sus puestos;

12 y todo Judá trajo a los almacenes el diezmo del grano, del vino y del aceite.

13 Puse a cargo de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y a Pedaías, uno de los levitas. Al servicio de ellos estaba Hanán hijo de Zacur, hijo de Matanías; pues ellos eran tenidos por fieles. Ellos estaban a cargo del reparto a sus hermanos.

14 ¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, con respecto a esto, y no borres las bondades que hice por la casa de mi Dios y por sus servicios!

15 En aquellos días vi en Judá a algunos que en sábado pisaban los lagares, acarreaban gavillas, las cargaban sobre asnos, y también vino, uvas, higos y toda clase de cargas, y los llevaban a Jerusalén en día de sábado. Les amonesté acerca del día en que vendían las provisiones.

16 Y la gente de Tiro que habitaba allí traía pescado y toda mercancía, y vendía en sábado a los habitantes de Judá en Jerusalén.

17 También reprendí a los principales de Judá diciéndoles: “¿Por qué hacéis vosotros esta cosa mala, profanando así el sábado?

18 ¿No hicieron esto vuestros padres, y nuestro Dios trajo sobre nosotros y sobre esta ciudad toda esta desgracia? ¡Vosotros estáis añadiendo ira sobre Israel, al profanar el sábado!”

19 Sucedió, pues, que cuando oscurecía a las puertas de Jerusalén antes del sábado, ordené que fueran cerradas las puertas y que no las abriesen hasta después del sábado. Puse en las puertas a algunos de mis criados, para que no dejasen meter cargas el día de sábado.

20 Los comerciantes y los vendedores de toda clase de mercancía permanecieron durante la noche fuera de Jerusalén una o dos veces,

21 por lo que les amonesté diciendo: “¿Por qué permanecéis durante la noche frente al muro? ¡Si lo hacéis otra vez os echaré mano!” Desde entonces no vinieron en el sábado.

22 Luego mandé a los levitas que se purificasen y fuesen a guardar las puertas, para santificar el día de sábado. También por esto acuérdate de mí, oh Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia.

23 Asimismo, en aquellos días vi a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, de Amón y de Moab.

24 La mitad de sus hijos hablaban el idioma de Asdod; no sabían hablar el hebreo, sino el idioma de uno o de otro pueblo.

25 Reñí con ellos, los maldije, golpeé a algunos de ellos, les arranqué los pelos y les hice jurar por Dios, diciendo: “¡No daréis vuestras hijas a sus hijos, ni desposaréis sus hijas con vuestros hijos ni con vosotros!

26 ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Entre las muchas naciones no hubo rey como él, amado por su Dios y a quien Dios le había constituido rey de todo Israel. Con todo, incluso a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras.

27 ¿Habremos, pues, de escucharos y cometer toda esta gran maldad de actuar con infidelidad contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras?”

28 Uno de los hijos de Joyada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, era yerno de Sanbalat el horonita; por lo que lo ahuyenté de mi lado.

29 ¡Acuérdate de ellos, oh Dios mío, porque han contaminado el sacerdocio y el pacto de los sacerdotes y de los levitas!

30 Los purifiqué, pues, de todo lo extranjero y asigné deberes a los sacerdotes y a los levitas, cada uno en su tarea.

31 Dispuse lo necesario para la ofrenda de leña en los tiempos señalados y para las primicias. ¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, para bien!