Reina Valera 1989

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2Reyes 2

1 Aconteció que cuando Jehovah iba a arrebatar a Elías al cielo en un torbellino, Elías venía de Gilgal con Eliseo.

2 Y Elías dijo a Eliseo: —Por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado a Betel. Eliseo dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Entonces descendieron a Betel.

3 Y los hijos de los profetas que estaban en Betel salieron al encuentro de Eliseo, y le preguntaron: —¿Sabes que hoy Jehovah arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza? El respondió: —Sí, yo lo sé. Callad.

4 Elías le volvió a decir: —Eliseo, por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado a Jericó. Y él dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Y fueron a Jericó.

5 Entonces los hijos de los profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo y le preguntaron: —¿Sabes que hoy Jehovah arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza? Y él respondió: —Sí, yo lo sé. Callad.

6 Luego le dijo Elías: —Por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado al Jordán. Y él dijo: —¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Fueron, pues, los dos.

7 Y llegaron cincuenta hombres de los hijos de los profetas y se pararon al frente, a lo lejos. También ellos dos se pararon junto al Jordán.

8 Entonces Elías tomó su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado; y ambos pasaron en seco.

9 Y sucedió que cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: —Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado. Eliseo dijo: —Te ruego que pase a mí una doble porción de tu espíritu.

10 El dijo: —Has pedido algo difícil. Si me ves cuando sea arrebatado de tu lado, te será concedido; si no, no.

11 Aconteció que mientras ellos iban y conversaban, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego los separó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino.

12 Eliseo, al verlo, gritó: —¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel, y sus jinetes! Nunca más le vio. Y agarrando sus ropas, las rasgó en dos partes.

13 Entonces Eliseo recogió el manto de Elías, que se le había caído, y regresó. Luego, deteniéndose a la orilla del Jordán,

14 tomó el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas y dijo: —¿Dónde está Jehovah, el Dios de Elías? Y cuando él también golpeó las aguas, éstas se apartaron a uno y a otro lado; y Eliseo cruzó.

15 Lo vieron los hijos de los profetas que estaban en Jericó, al otro lado, y dijeron: —¡El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo! Entonces fueron hacia él, se postraron ante él en tierra,

16 y le dijeron: —He aquí, con tus siervos hay cincuenta hombres valerosos. Que vayan ellos y busquen a tu señor; no sea que el Espíritu de Jehovah lo haya levantado y lo haya arrojado en alguna montaña o en algún valle. El dijo: —No los mandéis.

17 Ellos insistieron hasta que sintiéndose él avergonzado, dijo: —Enviadlos. Entonces enviaron a cincuenta hombres, los cuales lo buscaron durante tres días, pero no lo hallaron.

18 Cuando volvieron a él, que se había quedado en Jericó, les dijo: —¿No os dije que no fueseis?

19 Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: —He aquí, el lugar de esta ciudad es bueno, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra es estéril.

20 Entonces él dijo: —Traedme una vasija nueva y poned en ella sal. Se la trajeron.

21 Y salió al manantial de las aguas, echó dentro la sal y dijo: —Así ha dicho Jehovah: “Yo saneo estas aguas, y no habrá en ellas más muerte ni esterilidad.”

22 Y así fueron saneadas las aguas hasta el día de hoy, conforme a las palabras que Eliseo pronunció.

23 Después fue de allí a Betel; y cuando subía por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad y se burlaban de él diciéndole: —¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!

24 Volviéndose hacia atrás, los vio y los maldijo en el nombre de Jehovah. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de aquellos niños.

25 De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.