Reina Valera 1989
1Reyes 18
1 Sucedió que después de mucho tiempo, al tercer año, vino la palabra de Jehovah a Elías, diciendo: —Vé, preséntate ante Acab, y yo enviaré lluvia sobre la faz de la tierra.
2 Elías fue para presentarse ante Acab. Había gran hambre en Samaria.
3 Entonces Acab llamó a Abdías, el administrador del palacio. (Abdías era muy temeroso de Jehovah.
4 Y sucedió que cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehovah, Abdías tomó a cien de ellos y los escondió de cincuenta en cincuenta en una cueva, y los sustentó con pan y agua.)
5 Acab dijo a Abdías: —Vé por la tierra a todos los manantiales de agua y a todos los arroyos; quizás hallemos pasto con que podamos conservar con vida a los caballos y a las mulas, y no tengamos que eliminar algunos de los animales.
6 Se repartieron el territorio entre ellos para recorrerlo; Acab se fue solo por un camino, y Abdías se fue solo por otro.
7 Sucedió que cuando Abdías iba por el camino, he aquí que Elías venía a su encuentro; y como le reconoció, se postró sobre su rostro y preguntó: —¿Eres tú Elías, mi señor?
8 Y le respondió: —Sí, yo soy. Vé y di a tu señor: “Elías está aquí.”
9 Pero él dijo: —¿En qué he pecado para que tú entregues a tu siervo en mano de Acab, para que me mate?
10 ¡Vive Jehovah tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte! Cuando ellos respondían: “No está,” hacía jurar al reino y a la nación que no te habían hallado.
11 Y ahora tú dices: “Vé y di a tu señor: ‘Elías está aquí.’”
12 Lo que sucederá es que después que yo me haya alejado de ti, el Espíritu de Jehovah te llevará adonde yo no sepa, y habiendo yo ido para informar a Acab, si él no te halla, me matará. Tu siervo teme a Jehovah desde su juventud.
13 ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehovah, cómo escondí en una cueva a cien de ellos de cincuenta en cincuenta y los sustenté con pan y agua?
14 Y ahora tú dices: “Vé y di a tu señor: ‘Aquí está Elías.’” ¡El me matará!
15 Y Elías dijo: —¡Vive Jehovah de los Ejércitos, a quien sirvo, que hoy me presentaré a él!
16 Entonces Abdías fue al encuentro de Acab y le informó. Acab fue al encuentro de Elías;
17 y sucedió que cuando Acab vio a Elías, le dijo: —¿Eres tú, el que está trastornando a Israel?
18 Y él respondió: —Yo no he trastornado a Israel, sino tú y tu casa paterna, al haber abandonado los mandamientos de Jehovah y al haber seguido a los Baales.
19 Ahora pues, manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todo Israel, los 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera que comen de la mesa de Jezabel.
20 Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: —¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si Jehovah es Dios, ¡seguidle! Y si Baal, ¡seguidle! Pero el pueblo no le respondió nada.
22 Entonces Elías volvió a decir al pueblo: —Sólo yo he quedado como profeta de Jehovah, pero de los profetas de Baal hay 450 hombres.
23 Dennos, pues, dos toros. Escojan ellos un toro para sí, córtenlo en pedazos y pónganlo sobre la leña; pero no pongan fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego.
24 Luego invocad vosotros el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el nombre de Jehovah. El Dios que responda con fuego, ¡ése es Dios! Todo el pueblo respondió y dijo: —¡Bien dicho!
25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: —Escogeos el toro y preparadlo vosotros primero, porque vosotros sois la mayoría. Invocad el nombre de vuestro dios, pero no pongáis fuego.
26 Ellos tomaron el toro que les fue dado, y lo prepararon. Luego invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: —¡Oh Baal, respóndenos! Pero no hubo voz ni quien respondiese. Mientras tanto ellos danzaban junto al altar que habían hecho.
27 Y sucedió que hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos diciendo: —¡Gritad a gran voz, porque es un dios! Quizás está meditando, o está ocupado, o está de viaje. Quizás está dormido, y hay que despertarle.
28 Ellos clamaban a gran voz y se sajaban el cuerpo con espadas y con lanzas, conforme a su costumbre, hasta hacer chorrear la sangre sobre ellos.
29 Y sucedió que cuando pasó el mediodía, ellos seguían profetizando frenéticamente hasta la hora de ofrecer la ofrenda vegetal, y no había voz ni quien respondiese ni escuchase.
30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo: —¡Acercaos a mí! Todo el pueblo se acercó a él. Luego él reparó el altar de Jehovah que estaba arruinado.
31 Elías tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien le vino palabra de Jehovah diciendo: “Israel será tu nombre.”
32 Y edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehovah. Después hizo una zanja alrededor del altar, en la cual pudiesen caber dos medidas de semilla.
33 Luego arregló la leña, cortó el toro en pedazos y los puso sobre la leña.
34 Entonces dijo: —Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Luego dijo: —Hacedlo por segunda vez. Y lo hicieron por segunda vez. Dijo aún: —Hacedlo por tercera vez. Y lo hicieron por tercera vez,
35 de modo que el agua corría alrededor del altar y llenó también la zanja.
36 Cuando llegó la hora de presentar la ofrenda vegetal, se acercó el profeta Elías y dijo: —¡Oh Jehovah, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; y que por tu palabra he hecho todas estas cosas!
37 Respóndeme, oh Jehovah; respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, oh Jehovah, eres Dios, y que tú haces volver el corazón de ellos.
38 Entonces cayó fuego de Jehovah, que consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo; y lamió el agua que estaba en la zanja.
39 Al verlo toda la gente, se postraron sobre sus rostros y dijeron: —¡Jehovah es Dios! ¡Jehovah es Dios!
40 Entonces Elías les dijo: —¡Prended a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno de ellos! Los
41 Entonces Elías dijo a Acab: —Sube, come y bebe; porque se oye el ruido de una fuerte lluvia.
42 Acab subió para comer y beber. Entonces Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra puso su rostro entre sus rodillas.
43 Luego dijo a su criado: —Sube, por favor, y mira hacia el mar. El subió, miró y dijo: —No hay nada. El le volvió a decir: —Vuelve siete veces.
44 A la séptima vez dijo: —He aquí, veo una pequeña nube, como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Entonces él dijo: —Vé y di a Acab: “Unce tu carro y desciende, no sea que te detenga la lluvia.”
45 Y aconteció que mientras tanto los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y cayó una fuerte lluvia. Acab subió al carro y fue a Jezreel;
46 pero la mano de Jehovah estuvo sobre Elías, quien ciñó sus lomos y fue corriendo delante de Acab hasta la entrada de Jezreel.