Reina Valera 1989
1Samuel 24
1 Sucedió que cuando Saúl volvió de atacar a los filisteos, le avisaron diciendo: “He aquí que David está en el desierto de En-guedi.”
2 Entonces Saúl tomó a 3.000 hombres escogidos de todo Israel y fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
3 En el camino, Saúl llegó a un redil de ovejas donde había una cueva, y entró allí para hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban sentados en la parte más recóndita de la cueva.
4 Y sus hombres dijeron a David: —Este es el día del cual te dijo Jehovah: “He aquí, yo entregaré a tu enemigo en tu mano, y harás con él lo que te parezca bien.” Entonces David se levantó y cortó el borde del manto de Saúl, sin ser notado.
5 Sucedió después de esto que el corazón de David le golpeaba, por haber cortado el borde del manto de Saúl.
6 Y David dijo a sus hombres: —Jehovah me libre de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehovah: que yo extienda mi mano contra él, porque él es el ungido de Jehovah.
7 Entonces David reprimió a sus hombres con palabras y no les permitió que atacasen a Saúl. Luego Saúl salió de la cueva y continuó su camino.
8 Después David se levantó, salió de la cueva y gritó detrás de Saúl diciendo: —¡Mi señor el rey! Cuando Saúl miró atrás, David inclinó su rostro a tierra y se postró.
9 Entonces David preguntó a Saúl: —¿Por qué escuchas las palabras de los hombres que dicen: “He aquí que David busca tu mal”?
10 He aquí, tus ojos han visto en este día cómo Jehovah te ha puesto hoy en mi mano en la cueva. Me dijeron que te matara, pero yo tuve compasión de ti y dije: “No extenderé mi mano contra mi señor, porque él es el ungido de Jehovah.”
11 ¡Mira, padre mío! Mira el borde de tu manto en mi mano. Yo corté el borde de tu manto, pero no te maté. Mira, pues, y reconoce que no hay maldad ni rebelión en mí. Yo no he pecado contra ti, pero tú andas a la caza de mi vida, para quitármela.
12 Que Jehovah juzgue entre tú y yo, y que Jehovah me vengue de ti; pero mi mano no será contra ti.
13 Como dice el proverbio de los antiguos: “De los impíos saldrá la impiedad.” Pero mi mano no será contra ti.
14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?
15 Que Jehovah sea el juez y juzgue entre tú y yo. Que él vea y contienda por mi causa, y me defienda de tu mano.
16 Y sucedió que cuando David acabó de decir a Saúl estas palabras, Saúl preguntó: —¿No es ésa tu voz, David, hijo mío? Entonces Saúl alzó su voz y lloró.
17 Luego dijo a David: —Tú eres más justo que yo, porque tú me has tratado bien, cuando yo te he tratado mal.
18 Tú has demostrado hoy que me has hecho bien, porque Jehovah me entregó en tu mano, y tú no me mataste.
19 Cuando un hombre halla a su enemigo, ¿lo deja ir sano y salvo? ¡Jehovah te recompense con bien por lo que has hecho conmigo este día!
20 Ahora, he aquí yo sé que tú ciertamente has de reinar y que el reino de Israel ha de ser estable en tu mano.
21 Ahora pues, júrame por Jehovah que no eliminarás a mis descendientes después de mí, ni borrarás mi nombre de mi casa paterna.
22 David se lo juró a Saúl, y Saúl regresó a su casa. Entonces David y sus hombres subieron a la fortaleza.