La Historia de la Redención

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Una vislumbre de futuro

A Adán se le revelaron importantes acontecimientos del futuro, desde su expulsión del Edén hasta el diluvio y más allá, hasta la primera venida de Cristo a la tierra; su amor por Adán y su posteridad inducirían al Hijo de Dios a condescender al punto de tomar la naturaleza humana para elevar así, por medio de su propia humillación, a todos los que creyeran en él. Ese sacrificio sería de suficiente valor como para salvar a todo el mundo; pero sólo unos pocos aprovecharían la salvación ofrecida por medio de un sacrificio tan extraordinario. La mayor parte no cumpliría las condiciones requeridas para ser participantes de la gran salvación de Dios. Preferirían el pecado y la transgresión de la ley del Señor antes de arrepentirse y obedecer, para descansar por fe en los méritos y el sacrificio ofrecidos. Este sacrificio era de un valor tan inmenso, como para hacer más precioso que el oro fino, y que el oro de Ofir, al hombre que lo aceptara. HR 49.2

Se transportó a Adán a través de las generaciones sucesivas para que viera el aumento del crimen, la culpa y la contaminación, porque el hombre cedería a sus inclinaciones naturalmente fuertes a desobedecer la santa ley de Dios. Se le mostró que la maldición del Señor recaería cada vez con más fuerza sobre la raza humana, el ganado y la tierra, por causa de la permanente transgresión del hombre. Se le mostró también que la iniquidad y la violencia irían en aumento constante; sin embargo, en medio de toda la marea de la miseria y la desgracia humana siempre habría unos pocos que conservarían el conocimiento de Dios y que permanecerían incontaminados en medio de la prevaleciente degeneración moral. Adán debió comprender lo que era el pecado: la transgresión de la ley. Se le mostró que la especie cosecharía degeneración moral, mental y física como resultado de la transgresión, hasta que el mundo se llenara de toda clase de miseria humana. HR 50.1

Los días del hombre fueron acortados por causa de su propio pecado al desobedecer la justa ley de Dios. La especie se depreció tanto finalmente que causó la impresión de ser inferior y casi sin valor. Generalmente los hombres fueron incapaces de apreciar el misterio del Calvario y los grandes y sublimes hechos de la expiación y el plan de salvación, por causa de su sometimiento al ánimo carnal. Sin embargo, a pesar de su debilidad y de las debilitadas facultades mentales, morales y físicas de la especie humana, Cristo, fiel al propósito que lo indujo a salir del cielo, continúa manifestando interés en estos débiles, despreciados y degenerados ejemplares de la humanidad, y los invita a ocultar su debilidad y sus muchas deficiencias en él. Si están dispuestos a acudir a él, el Señor lo está para suplir todas sus necesidades. HR 51.1