La Historia de la Redención

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Inglaterra y escocia iluminadas

Mientras Lutero abría la Biblia que había estado cerrada hasta entonces ante la gente de Alemania, Tyndale se sintió impulsado por el Espíritu de Dios para hacer lo mismo en Inglaterra. Era un diligente estudioso de las Escrituras, y predicaba impávidamente sus convicciones acerca de la verdad, insistiendo en que todas las doctrinas debían ser probadas por la Palabra de Dios. Su celo sólo podía provocar la oposición de los partidarios del papa. Un erudito doctor católico, que entró en controversia con él, exclamó: “Sería mejor para nosotros no tener la ley de Dios que no tener la ley del papa”. A lo que Tyndale replicó: “Desafío al papa y todas sus leyes; y si Dios me da vida suficiente, dentro de algunos años voy a lograr que un niño que maneja el arado sepa más de las Escrituras que ustedes”. HR 367.3

El propósito que había comenzado a albergar, es a saber, dar a la gente el Nuevo Testamento en su propio idioma, se confirmó entonces, y se dedicó inmediatamente a la tarea. Al parecer toda Inglaterra se cerró contra él, por lo que resolvió buscar refugio en Alemania. Allí comenzó a imprimir el Nuevo Testamento en inglés. Pronto se terminaron los tres mil ejemplares impresos del Nuevo Testamento, y una nueva edición se produjo ese mismo año. HR 368.1

Finalmente dio testimonio de su fe mediante su muerte como mártir, pero las armas que había preparado capacitaron a otros soldados para librar batalla a través de los siglos e incluso hasta nuestro tiempo. HR 368.2

En Escocia el Evangelio encontró un campeón en la persona de John Knox. Este sincero reformador no temía a nadie. Los fuegos del martirio, que ardían a su alrededor, sólo servían para avivar su celo y darle mayor intensidad. Con el hacha del tirano pendiendo amenazadoramente sobre su cabeza, se mantuvo firme, dando golpes definidos a diestra y a siniestra para demoler la idolatría. Así se mantuvo fiel a su propósito, orando y librando las batallas del Señor, hasta que Escocia logró su libertad. HR 368.3

En Inglaterra Latimer sostuvo desde el púlpito que la Biblia debía ser leída en el idioma de la gente. Decía que el Autor de las Sagradas Escrituras “es Dios mismo”; y que esta Escritura proviene del poder y la eternidad de su Autor. “No hay rey, emperador, magistrado y gobernante... que no esté obligado a obedecer... su Santa Palabra”. “No tomemos ningún atajo; dejemos que Dios nos dirija; no caminemos tras... nuestros antepasados, y no busquemos lo que ellos buscaron, sino lo que debieran haber hecho”. HR 369.1

Barnes y Frith, los fieles amigos de Tyndale, se levantaron para defender la verdad. Los Ridley y los Cranmer prosiguieron con la tarea. Estos dirigentes de la Reforma inglesa eran hombres eruditos, y muchos de ellos habían sido sumamente estimados por su celo y su piedad en la iglesia de Roma. Su oposición al papado era el resultado de su verificación de los errores de la Santa Sede. Su conocimiento de los misterios de Babilonia le dio más poder a su testimonio contra ella. HR 369.2

El gran principio sostenido por Tyndale, Frith, Latimer y los Ridley fue la divina autoridad y la suficiencia de las Sagradas Escrituras. Rechazaron la supuesta autoridad de los papas, concilios, padres y reyes para gobernar la conciencia en asuntos relativos a la fe religiosa. La Biblia era su norma, y a ella sometían todas las doctrinas y todas las pretensiones. La fe en Dios y en su Palabra sostuvieron a estos santos hombres cuando rindieron sus vidas en la hoguera. HR 369.3