La Historia de la Redención

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Un obrero capaz de adaptarse

Veámoslo en la celda de Filipos donde a pesar de que su cuerpo estaba traspasado de dolor, su himno de alabanza interrumpió el silencio de la medianoche. Cuando el terremoto abrió las puertas de la cárcel, nuevamente se escuchó su voz en las palabras llenas de gozo que dirigió al carcelero pagano: “No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí”. Hechos 16:28. Todos en su sitio, contenidos por la presencia de un compañero de prisiones. El carcelero, convencido de la realidad de la fe que sostenía Pablo, interrogó acerca del camino de la salvación y se unió con toda su familia al grupo de perseguidos discípulos de Cristo. HR 327.1

Veamos a Pablo en Atenas frente al concilio del Areópago cuando enfrentó la ciencia con la ciencia, la lógica con la lógica y la filosofía con la filosofía. Notemos como con tacto nacido del amor divino señaló a Jehová como el “Dios desconocido” que sus oyentes estaban adorando sin saberlo; y con palabras escritas por uno de sus poetas les presentó al Padre, de quien ellos eran hijos. En una época cuando se daba tanto valor a las castas, cuando los derechos del hombre como tal eran totalmente desconocidos, escuchémoslo presentar la gran verdad de la fraternidad humana, cuando declaró que Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra”. Y a continuación mostró cómo en todo el trato de Dios con los hombres corre como un hilo de oro su propósito de gracia y misericordia. “Y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros”. Hechos 17:26, 27. HR 327.2

Escuchémoslo en la corte de Festo, cuando el rey Agripa, convencido de la verdad del Evangelio, exclamó: “Por poco me persuades a ser cristiano”. Con qué gentil cortesía respondió Pablo señalando sus propias cadenas: “¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!” Hechos 26:28, 29. HR 328.1

Y así pasó su vida, según su propia descripción: “En caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez”. 2 Corintios 11:26, 27. HR 328.2

“Nos maldicen -dijo-, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos”. “Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. 1 Corintios 4:12, 13; 2 Corintios 6:10. HR 328.3