La Historia de la Redención

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Tomás y sus dudas

Tomás no estuvo presente en esa ocasión. No quiso recibir con humildad el informe de los discípulos, sino que insistió con firmeza y confianza propia que no creería a menos que pusiera sus dedos en las señas de los clavos en sus manos y en su costado, donde había penetrado ese lanzazo cruel. De este modo manifestó falta de confianza en sus hermanos. Si todos pretendieran que se les diera esta misma evidencia, nadie recibiría ahora a Jesús ni creería en su resurrección. Pero era la voluntad de Dios que los que no pudieron ver ni oír por sí mismos al Salvador resucitado, recibieran el informe de los discípulos. HR 245.1

La incredulidad de Tomás no fue del agrado de Dios. Cuando Jesús se encontró de nuevo con los discípulos, Tomás estaba con ellos; y cuando vio a Jesús, creyó. Pero había afirmado que no se sentiría satisfecho si en la evidencia no participaba otro sentido además de la vista, y Jesús le dio lo que deseaba. Tomás exclamó: “¡Mi Señor y mi Dios!” pero Jesús lo reprendió por su incredulidad y le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Juan 20:28, 29. HR 245.2