Testimonios Selectos Tomo 5

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Sumario

Capítulo 1—Extendiendo los triunfos de la cruz

“El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32. 5TS 9.1

Cuando este admirable e inapreciable don fué otorgado, todo el universo celestial fué profundamente conmovido en un esfuerzo por comprender el insondable amor de Dios, y por el anhelo de despertar en los corazones humanos una gratitud proporcionada al valor del don. ¿Podemos nosotros, por quienes Cristo murió, vacilar entre dos opiniones? ¿Devolveremos a Dios sólo una parte ínfima de los talentos y fuerzas que nos ha prestado? ¿Cómo podremos hacerlo así sabiendo que él, que era el General de todo el cielo, dejó a un lado su manto y corona reales, y conociendo la impotencia de la raza caída, vino a este mundo, revestido de la naturaleza humana, para hacer posible la unión de nuestra humanidad con su divinidad? El se hizo pobre para que pudiésemos entrar en posesión de los tesoros celestiales, “un sobremanera alto y eterno peso de gloria.” 2 Corintios 5:17. Por redimirnos, él descendió de una humillación a otra, hasta que él, el divino-humano y paciente Cristo, fué levantado en la cruz, para atraer a sí a todos los hombres. El Hijo de Dios no pudo demostrar mayor condescendencia; ni haberse rebajado más. 5TS 9.2

Este es el misterio de la piedad, el misterio que ha inspirado a los agentes celestiales a ministrar mediante la humanidad caída de tal manera que en este mundo se suscitara un intenso interés por el plan de salvación. Tal es el misterio que movió al cielo entero a unirse a la humanidad para llevar adelante el gran plan de Dios para la salvación de un mundo perdido. 5TS 9.3