Testimonios Selectos Tomo 5

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Capítulo 7—El valor de la vida al aire libre

Las grandes instituciones médicas de las ciudades, que se llaman sanatorios, realizan sólo una parte del bien que podrían hacer si estuviesen colocadas en sitios donde los enfermos pudiesen gozar de la vida al aire libré. Se me ha mostrado que deben fundarse sanatorios en muchos lugares del campo, y que la obra de esas instituciones ayudará grandemente la causa de la salud y de la justicia. 5TS 36.1

Las cosas de la naturaleza son bendiciones de Dios destinadas a proporcionar salud al cuerpo, al espíritu y al alma. Son dadas al que goza de buena salud para que la conserve y al enfermo para curarlo. Asociadas a los tratamientos hidroterápicos, son más eficaces para el restablecimiento de la salud que todas las drogas del mundo. 5TS 36.2

En el campo, los enfermos hallan muchas cosas que apartan su atención de su persona y de sus sufrimientos. Por todas partes, pueden verse las bellezas de la naturaleza: las flores, los campos, los árboles frutales cargados de sus ricos tesoros, los árboles del bosque que dan su sombra tan agradable y las colinas y los valles con sus matices verdes tan variados y las diferentes escenas de la vida que en ellos se manifiestan. 5TS 36.3

Además, los enfermos no quedan simplemente arrobados por lo que les rodea, sino que aprenden al mismo tiempo preciosas lecciones espirituales. Rodeados por las obras maravillosas de Dios, su espíritu se eleva de las cosas visibles a las invisibles. Las bellezas de la naturaleza los inducen a pensar en los encantos inefables de la tierra renovada, donde nada vendrá ya a destruir las bellezas de la naturaleza, ni a causar enfermedad o muerte. 5TS 36.4

La naturaleza es el médico de Dios. El aire puro, el alegre sol, las bellas flores y los grandes árboles, los vergeles, los viñedos y el ejercicio al aire libre en medio de esas cosas maravillosas, he aquí lo que comunica salud, he aquí el elixir de vida. La vida al aire libre es el único medicamento que muchos enfermos necesitan. Su influencia es potente para curar las enfermedades que resultan de la vida moderna, de esa vida que debilita y destruye las energías mentales y espirituales. 5TS 36.5

¡Con qué agradecimiento los enfermos cansados del régimen de la ciudad, del encandilamiento de las luces y del ruido de la calle, acogen la paz y la libertad que se disfruta en el campo! ¡Con qué avidez se ponen a contemplar las escenas de la naturaleza! ¡Cuán felices serían con gozar de las ventajas de un sanatorio del campo, donde pudiesen sentarse al aire libre, alegrarse al sol y respirar el suave perfume de los árboles y de las flores! Hay propiedades vivificantes en el bálsamo de los pinos, en el perfume de los coníferos; hay aún otros árboles que comunican salud; no hay que derribarlos inconscientemente: cultivadlos cuando están en número suficiente y plantadlos cuando faltan. 5TS 37.1

Nada tiene mejor éxito para restablecer la salud y dar felicidad al enfermo crónico que vivir entre las cosas atrayentes de la campiña. Allí, los enfermos más graves pueden acostarse o sentarse al sol o a la sombra de los árboles. No tienen más que alzar los ojos y contemplar sobre ellos la belleza del follaje. Se maravillan de no haber notado antes la gracia de las ramas que se encorvan en bóveda por encima de ellos y les dan la sombra que necesitan. Cuando escuchan el murmullo dé la brisa, una dulce sensación de paz penetra en su corazón. Renace su valor; las fuerzas, a punto de abandonarlos, se renuevan. Inconscientemente, su espíritu se apacigua; su pulso febril se calma y regulariza. A medida que estos enfermos cobran fuerza, se aventuran a dar algunos pasos para recoger flores, las mensajeras del amor de Dios hacia su familia terrestre. 5TS 37.2

Estimulad a los enfermos a pasar mucho tiempo al aire libre. Haced planes para mantenerlos afuera donde, por medio de la naturaleza, puedan entrar en comunión con Dios. Colocad los sanatorios en vastas propiedades donde los pacientes puedan ocuparse en el cultivo del suelo y obtener así un ejercicio saludable. Un ejercicio tal, combinado con tratamientos higiénicos, obrará milagros para la curación de los enfermos y refrigerará los ánimos cansados y agotados. En condiciones tan favorables, los enfermos no necesitarán tanto cuidado como si estuviesen encerrados en un sanatorio urbano. No estarán tampoco tan dispuestos al descontento y a la murmuración. Serán más susceptibles de aprender las lecciones del amor de Dios y más capaces de reconocer que Aquel que cuida tan maravillosamente a los pájaros y las flores, cuidará también de los seres creados a su imagen. Así se concede al médico y a sus ayudantes ocasión de alcanzar al alma y de hacer conocer el Dios de la naturaleza a quienes buscan el restablecimiento de la salud. 5TS 37.3

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He visto, en una visión de noche, un sanatorio instalado en el campo. La institución no era grande, pero completa. Estaba rodeada de hermosos árboles, arbustos y más lejos, de vegetales. Había también jardines en los cuales las señoras enfermas podían, si querían, cultivar flores de toda especie, eligiendo cada enferma un pedacito de terreno para cuidarlo. El ejercicio al aire libre en esos jardines se prescribía como parte del tratamiento regular. 5TS 38.1

Vi desfilar bajo mis ojos varias escenas. En la una, buen número de enfermos acababa de llegar a uno de nuestros sanatorios del campo. En otra vi a los mismos pacientes, pero completamente transformados. Su enfermedad había desaparecido; su tez era límpida; su actitud gozosa. El cuerpo y el espíritu parecían animados de una vida nueva. 5TS 38.2

Me fué mostrado que los enfermos que han recobrado la salud en nuestros sanatorios del campo y que vuelven al seno de su familia, vendrán a ser como una lección objetiva viviente, y que muchos otros quedarán favorablemente impresionados por el cambio que se verificará en ellos. Muchos enfermos y dolientes se alejarán de la ciudad para ir al campo y se negarán a conformar sus costumbres al modo de vivir y a los hábitos de las ciudades. Tratarán más bien de volver a recuperar su salud en uno de nuestros sanatorios del campo. Así, aunque estemos alejados de las ciudades por unos treinta o cuarenta kilómetros, podremos alcanzar a la gente, y aquellos que buscan la salud tendrán ocasión de recuperarla en las condiciones más favorables. 5TS 38.3

Dios hará por nosotros maravillas si trabajamos por él con fe. Obremos, pues, de un modo inteligente, para que nuestros esfuerzos sean bendecidos del cielo y coronados de éxito. 5TS 39.1

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¿Por qué los jóvenes de ambos sexos que desean saber cuidar a los enfermos, no tendrían ampliamente acceso a los recursos maravillosos de la naturaleza? ¿Por qué no se les enseñaría con cuidado a valorar y emplear dichos recursos? En lo que concierne a la ubicación de los sanatorios, nuestros médicos han cometido un error. No han aprovechado, como deberían haberlo hecho, los recursos que ofrece la naturaleza. Dios desea que los sitios elegidos para instalar nuestros sanatorios sean agradables, y que los enfermos estén rodeados de cosas deleitosas para los sentidos. Dios nos ayude a hacer cuanto esté en nuestro poder para utilizar las fuerzas vivificantes del sol y del aire puro. Cuando, como pueblo, sigamos minuciosamente el método de Dios en nuestros sanatorios, se apreciarán mejor los recursos de la naturaleza. 5TS 39.2