Testimonios Selectos Tomo 4

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Capítulo 55—La observancia del sábado

La obcervancia del sábado entraña grandes bendiciones, y Dios desea que el sábado sea para nosotros un día de gozo. La institución del sábado fué hecha con gozo. Dios miró con satisfacción la obra de sus manos. Declaró que todo lo que había hecho era “bueno en gran manera.” 1 El cielo y la tierra se llenaron de regocijo. “Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios.” 2 Aunque el pecado entró en el mundo para mancillar su obra perfecta, Dios sigue dándonos el sábado como testimonio de que un Ser omnipotente, infinito en bondad y misericordia, creó todas las cosas. Nuestro Padre celestial desea, por medio de la observancia del sábado, conservar entre los hombres el conocimiento de sí mismo. Desea que el sábado dirija nuestra mente a él como el verdadero Dios viviente, y que por conocerle tengamos vida y paz. 4TS 369.1

Cuando el Señor libertó a su pueblo Israel de Egipto y le confió su ley, le enseñó que por la observancia del sábado había de distinguirse de los idólatras. Este había de hacer distinción entre los que reconocían la soberanía de Dios y los que se negaban a aceptarlo como su Creador y Rey. “Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel,” dijo el Señor. “Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel: celebrándolo por sus edades por pacto perpetuo.” 3 4TS 369.2

Así como el sábado fué la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distingue al pueblo de Dios cuando sale del mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de la relación que existe entre Dios y su pueblo, una señal de que éste honra su ley. Distingue entre los súbditos leales y los transgresores. 4TS 369.3

Desde la columna de nube, Cristo declaró acerca del sábado: “Con todo eso vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.”4 El sábado dado al mundo como señal de Dios como Creador, es también la señal de que él es el Santificador. El poder que creó todas las cosas es el poder que vuelve a crear el alma a su propia semejanza. Para los que santifican el sábado, es una señal de santificación. La verdadera santificación es armonía con Dios, unidad con él en carácter. Se recibe por la obediencia a aquellos principios que son el trasunto de su carácter. Y el sábado es la señal de obediencia. El que obedece de corazón al cuarto mandamiento, obedecerá toda la ley. Queda santificado por la obediencia. 4TS 370.1

A nosotros, como a Israel, nos es dado el sábado “por pacto perpetuo.” Para los que reverencian el santo día, el sábado es una señal de que Dios los reconoce como su pueblo escogido. Es una garantía de que cumplirá para ellos su pacto. Cada alma que acepta la señal del gobierno de Dios, se coloca bajo el pacto divino y eterno. Se vincula con la cadena áurea de la obediencia, de la cual cada eslabón es una promesa. 4TS 370.2

De los diez, sólo el cuarto mandamiento contiene el sello del gran Legislador, el Creador del cielo y de la tierra. Los que obedecen este mandamiento toman sobre sí su nombre, y todas las bendiciones que entraña son suyas. “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde: haga resplandecer Jehová su rostro sobre ti, y haya de ti misericordia: Jehová alce a ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”5 4TS 370.3

Por medio de Moisés fué dada también la promesa: “Confirmarte ha Jehová por pueblo suyo santo, como te ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es llamado sobre ti. ... Y te pondrá Jehová por cabeza y no por cola: y estarás encima solamente, y no estarás debajo; cuando obedecieres a los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas.”6 4TS 371.1

El salmista, hablando por el Espíritu Santo, dice: 4TS 371.2

“Venid, celebremos alegremente a Jehová: cantemos con júbilo a la roca de nuestra salud. ... Porque Jehová es Dios grande; y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas. Suya también la mar, pues él la hizo; y sus manos formaron la seca. Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro hacedor. Porque él es nuestro Dios.” “El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”7 4TS 371.3

Estas promesas dadas a Israel son también para el pueblo de Dios hoy. Son los mensajes que el sábado nos trae. 4TS 371.4