Testimonios Selectos Tomo 4

64/102

Capítulo 48—La unidad de nuestra obra

A medida que la obra médica misionera se vaya extendiendo más, existirá la tentación de independizarla de nuestras asociaciones. Pero se me ha indicado que este plan no es correcto. Los diferentes ramos de nuestra obra son tan sólo parte de un gran conjunto. Tienen un solo centro. 4TS 325.1

En Colosenses leemos: “El cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, metiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado en el sentido de su propia carne, y no teniendo la cabeza, de la cual todo el cuerpo, alimentado y conjunto por las ligaduras y conjunturas, crece en aumento de Dios.” 1 Nuestra obra ha de demostrar en todos sus ramos la influencia de la cruz. La obra que Dios nos ha confiado en cumplimiento del plan de la salvación no ha de ser hecha de manera descoyuntada. No ha de funcionar al azar. El plan que proveyó la influencia de la cruz, proveyó también los métodos de su difusión. Este método es sencillo en sus principios y abarcante en sus ramificaciones claras y distintas. Una parte está conectada con la otra en perfecto orden y relación. 4TS 325.2

Dios ha reunido este pueblo en iglesia a fin de que revele al mundo la sabiduría de Aquel que formó esta organización. El sabía qué planes bosquejar para la eficiencia y éxito de su pueblo. La adhesión a estos planes lo habilitará para testificar del divino origen del gran plan de Dios para la restauración del mundo. 4TS 325.3

Los que toman parte en la obra de Dios han de ser conducidos y guiados por él. Toda ambición humana ha de fusionarse en Cristo, que es la cabeza de todas las instituciones que Dios ha establecido. El sabe cómo poner y mantener en funcionamiento sus propios instrumentos. El sabe que la cruz debe ocupar el lugar central, porque es el medio de expiación para el hombre y por causa de la influencia que ejerce en todas las partes del gobierno divino. El Señor Jesús, que ha estado a través de toda la historia de nuestro mundo, comprende los métodos que deben ser investidos de poder sobre las mentes humanas. El sabe la importancia de cada agente, y comprende cómo los variados agentes deben relacionarse unos con otros. 4TS 325.4

“Ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.” 2 Esta es una ley de Dios en el cielo y en la tierra. Dios es el gran centro. De él procede toda vida. A él pertenecen todo servicio, homenaje y fidelidad. Para todos los seres creados hay un gran principio de vida: la dependencia de Dios y cooperación con él. La relación existente en la familia pura de Dios en el cielo, había de existir en la familia de Dios en la tierra. Bajo Dios, Adán había de estar a la cabeza de la familia terrenal, para mantener los principios de la familia celestial. Esto habría producido paz y felicidad. Pero Satanás estaba resuelto a oponerse a la ley de que nadie vive para sí. El deseaba vivir para sí mismo, y trató de crearse un centro de influencia. Fué esto lo que incitó la rebelión en el cielo, y fué la aceptación de este principio por el hombre lo que trajo el pecado a esta tierra. Cuando Adán pecó, el hombre se separó del centro ordenado por el Cielo. Un demonio vino a ser el poder central del mundo. Donde debiera haber estado el trono de Dios, Satanás colocó su trono. El mundo rindió su homenaje, como ofrenda voluntaria, a los pies del enemigo. 4TS 326.1

¿Quién podía introducir los principios ordenados por Dios en su gobierno para contrarrestar los planes de Satanás, y reconquistar la lealtad del mundo! Dios dijo: “Enviaré a mi Hijo.” “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” 3 Tal es el remedio para el pecado. Cristo dice: “Donde Satanás alzó su trono, allí estará mi cruz. Satanás será echado, y yo seré elevado para atraer a todos los hombres a mí. Vendré a ser el centro del mundo redimido. El Señor Dios será ensalzado. Los que son ahora regidos por la ambición y las pasiones humanas, llegarán a trabajar para mí. Las malas influencias han conspirado para contrarrestar todo lo bueno. Se han confederado para hacer creer a los hombres que es justo oponerse a la ley de Jehová. Pero mi ejército arrostrará en conflicto a la fuerza satánica. Mi Espíritu se combinará con todo agente celestial para oponérsele. Alistaré a todo agente humano santificado en el universo. Ninguno de mis agentes ha de estar ausente. Tengo trabajo para todos los que me aman, empleo para toda alma que quiera trabajar bajo mi dirección. La actividad del ejército de Satanás, el peligro que rodea al alma humana, requieren las energías de todo obrero. Pero no se ejercitará compulsión alguna. La depravación del hombre ha de ser arrostrada por el amor, la paciencia y la longanimidad de Dios. Mi obra consistirá en salvar a los que están bajo el dominio de Satanás.” 4TS 326.2

Por Cristo, Dios obra para tornar al hombre a su primera relación con su Creador, y para corregir las influencias desorganizadoras introducidas por Satanás. Cristo solo estaba sin contaminación en un mundo de egoísmo, donde los hombres destruirían a amigos o hermanos a fin de realizar algún plan puesto en sus manos por Satanás. Cristo vino a nuestro mundo, vistiendo su divinidad con la humanidad, a fin de que la humanidad pudiese tocar a la humanidad, y la divinidad asir la divinidad. En medio del bullicio del egoísmo, podía decir a los hombres: “Volveos a vuestro centro: Dios.” El mismo hizo posible para el hombre hacer esto, ejecutando los principios del cielo. En la humanidad vivió la ley de Dios. A los hombres de toda nación, de todo país y clima, impartirá los dones más selectos del cielo si ellos quieren aceptar a Dios como su Creador y a Cristo como su Redentor. 4TS 327.1

Sólo Cristo puede hacer esto. Su evangelio, en el corazón y las manos de quienes le sigan, es el poder que ha de realizar esta gran obra. “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!” 4 Sujetándose a sí mismo a las falsas representaciones de Satanás, Cristo hizo posible la realización de la obra de la redención. Así había de demostrar Satanás mismo que él era la causa de la deslealtad en el universo de Dios. Así quedaría para siempre decidida la gran controversia entre Cristo y Satanás. 4TS 328.1

Satanás fortalece las tendencias destructoras de la naturaleza humana. El introduce la envidia, los celos, el egoísmo, la codicia, la emulación y la contienda por el lugar más elevado. Los malos agentes hacen su parte por medio de los designios de Satanás. Así los planes del enemigo, con sus tendencias destructoras, han sido introducidos en la iglesia. Cristo viene con su propia influencia redentora, proponiéndose impartir por medio de su Espíritu su eficiencia a los hombres, y emplearlos como sus instrumentos, como colaboradores suyos en tratar de reconquistar la lealtad del mundo. 4TS 328.2

Los hombres están ligados unos a otros con vínculos de compañerismo y dependencia. Por los áureos eslabones de la cadena de amor, han de ser ligados al trono de Dios. Esto puede hacerse únicamente si Cristo imparte al hombre finito los atributos que habría poseído siempre si hubiese permanecido leal y fiel a Dios. 4TS 328.3

Los que, por una inteligente comprensión de las Escrituras, consideran debidamente la cruz, los que creen verdaderamente en Jesús, tienen un seguro fundamento para su fe. Tienen esa fe que obra por el amor y purifica el alma de todas sus imperfecciones hereditarias y cultivadas. 4TS 328.4

Dios ha unido a los creyentes como iglesia a fin de que el uno pueda fortalecer al otro en todo esfuerzo bueno y justo. La iglesia terrenal sería en verdad el símbolo de la iglesia celestial si los miembros fuesen de un mismo parecer y fe. Los que no son movidos por el Espíritu Santo son los que echan a perder el plan de Dios. Otro espíritu se posesiona de ellos, y contribuyen a reforzar las potestades de las tinieblas. Los que son santificados por la preciosa sangre de Cristo, no vendrán a ser los medios de contrarrestar el gran plan que Dios ha ideado. No introducirán la depravación humana en las cosas pequeñas o grandes. No harán nada que perpetúe la división en la iglesia. 4TS 329.1

Es cierto que hay cizaña entre el trigo; en el cuerpo de los observadores del sábado se ven males; pero a causa de esto, ¿habremos de despreciar a la iglesia? ¿No habrán de emprender los dirigentes de toda institución y de toda iglesia una obra de purificación, de tal manera que la transformación realizada en la iglesia haga de ella una luz brillante en un lugar obscuro? 4TS 329.2

¡Qué no puede hacer aun un solo creyente en el ejercicio de los principios puros y celestiales, si se niega a ser contaminado, y permanece tan firme como una roca fiel al “Así dice Jehová”! Los ángeles de Dios acudirán en su auxilio, preparando el camino delante de él. 4TS 329.3

Pablo escribió a los romanos: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto. Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” 5 Todo este capítulo es una lección que yo ruego a todos los que aseveran ser miembros del cuerpo de Cristo que estudien. Pablo escribió además: “Y si el primer fruto es santo, también lo es el todo, y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Que si algunas de las ramas fueron quebradas, y tú, siendo acebuche, has sido ingerido en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la grosura de la oliva; no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron quebradas para que yo fuese ingerido. Bien: por su incredulidad fueron quebradas, mas tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, antes teme. Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco no perdone. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.” 6 Estas palabras muestran muy claramente que no deben despreciarse los agentes a quienes Dios ha puesto en la iglesia. 4TS 329.4

El ministerio santificado exige abnegación. La cruz debe ser ensalzada y revelado su lugar en la obra del evangelio. La influencia humana ha de recibir su eficacia de Aquel que puede salvar y mantener salvos a todos los que reconocen su dependencia de él. Por la unión de los miembros de la iglesia con Cristo y unos con otros, ha de difundirse por todo el mundo el poder transformador del evangelio. 4TS 330.1

En la obra del evangelio, el Señor emplea diferentes instrumentos, y no se debe permitir que nada separe estos instrumentos. Nunca deberá establecerse un sanatorio como empresa independiente de la iglesia. Nuestros médicos han de unirse a la obra de los ministros del evangelio. Por sus labores, se han de salvar almas, para que el nombre de Dios sea magnificado. 4TS 330.2

La obra médica misionera no ha de estar en ningún caso divorciada del ministerio evangélico. El Señor ha especificado que las dos estén tan íntimamente relacionadas como el brazo con el cuerpo. Sin esta unión. ninguna parte de la obra es completa. La obra misionera médica es el evangelio ilustrado. 4TS 330.3

Pero Dios no ha querido que la obra misionera médica eclipse a la obra del mensaje del tercer ángel. El brazo no ha de llegar a ser el cuerpo. El mensaje del tercer ángel es el mensaje evangélico para estos últimos días, y en ningún caso ha de ser superado por otros intereses y hecho aparecer como de consideración no esencial. Cuando en nuestras instituciones alguna cosa prevalece sobre el mensaje del tercer ángel, el evangelio no es allí el gran poder predominante. 4TS 331.1

La cruz es el centro de todas las instituciones religiosas. Estas instituciones están bajo la dirección del Espíritu de Dios; en ninguna institución ha de ser un hombre la única cabeza. La mente divina tiene hombres para cada lugar. 4TS 331.2

Por medio del poder del Espíritu Santo, cada obra designada por Dios ha de ser elevada y ennoblecida y debe hacérsela testificar para el Señor. El hombre debe colocarse bajo el dominio de la mente eterna, cuyos dictados ha de obedecer en todo detalle. 4TS 331.3

Tratemos de comprender nuestro privilegio de andar y obrar con Dios. El evangelio, que contiene la expresa voluntad de Dios, no tiene ningún valor para los hombres encumbrados o humildes, ricos o pobres, a menos que se sujeten a Dios. El que lleva a sus semejantes el remedio para el pecado, debe ser movido antes por el Espíritu de Dios. No debe hacer funcionar los remos a menos que esté bajo la dirección divina. No puede trabajar eficazmente, no puede ejecutar la voluntad de Dios en armonía con la mente divina, a menos que sepa, no por fuentes humanas, sino mediante la sabiduría infinita, que sus planes agradan a Dios. 4TS 331.4

El designio benévolo de Dios abarca todos los ramos de su obra. La ley de la dependencia e influencia recíproca ha de ser reconocida y obedecida. “Ninguno de nosotros vive para sí.” 7 El enemigo ha empleado la cadena de la dependencia para unir a los hombres. Se han unido para destruir la imagen de Dios en el hombre, para contrarrestar el evangelio pervirtiendo sus principios. En la Palabra de Dios se representan como gavillas que han de ser quemadas. Satanás está uniendo sus fuerzas para la perdición. La unidad del pueblo escogido de Dios ha sido terriblemente sacudida. Dios presenta un remedio. Este remedio no es una influencia entre muchas influencias, y al mismo nivel que ellas; es una influencia sobre todas las demás en la tierra, correctora, elevadora y ennoblecedora. Los que trabajan en el evangelio deben ser elevados y santificados; porque están tratando con los grandes principios de Dios. Vinculados con Cristo, son colaboradores con Dios. Así el Señor desea ligar a sus discípulos entre sí, a fin de que sean una fuerza para el bien, cumpliendo cada uno su parte, y, sin embargo, albergando el principio sagrado de la dependencia de la cabeza. 4TS 331.5

*****

Cristo estaba vinculado con todos los ramos de la obra de Dios. No hacía división. No le parecía que estuviese entrometiéndose en la obra del médico cuando sanaba a los enfermos. Proclamaba la verdad, y cuando los enfermos venían a él para ser sanados, estaba tan listo para imponerles las manos como para predicar el evangelio. El estaba tanto en su elemento en esta obra como al proclamar la verdad. 4TS 332.1