Testimonios Selectos Tomo 4

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Capítulo 46—El designio de Dios para nuestros sanatorios

Toda institución establecida por los adventistas del séptimo día ha de ser para el mundo lo que fué José en Egipto y lo que Daniel y sus compañeros fueron en Babilonia. Al permitir la Providencia de Dios que estos escogidos fuesen llevados cautivos, fué para impartir a naciones paganas las bendiciones que recibe la humanidad por el conocimiento de Dios. Habían de ser representantes de Jehová. Nunca habían de transigir con los idólatras; habían de honrar especialmente su fe religiosa y su nombre como adoradores del Dios viviente. 4TS 310.1

Y así lo hicieron. En la prosperidad como en la adversidad, honraron a Dios, y Dios los honró. 4TS 310.2

Sacado de una mazmorra, siervo de cautivos, donde fué víctima de la ingratitud y de la malicia, José se manifestó fiel al Dios del cielo. Todo Egipto se asombró de la sabiduría del hombre a quien Dios instruyera. Faraón “púsolo por señor de su casa, y por enseñoreador en toda su posesión; para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, y a sus ancianos enseñara sabiduría.” 1 4TS 310.3

No sólo para el reino de Egipto, sino para todas las naciones relacionadas con ese poderoso reino, se manifestó Dios por medio de José. Quiso hacerle portaluz para todos los pueblos, y le colocó en el segundo puesto después del trono, en el mayor imperio del mundo, a fin de que la iluminación celestial pudiese extenderse lejos y cerca. Por su sabiduría y justicia, por la pureza y benevolencia de su vida diaria, por su devoción a los intereses de la gente—y eso que era una nación de idólatras,—José fué representante de Cristo. En su benefactor, al que todo Egipto se volvió con gratitud y alabanza, ese pueblo pagano, y por su medio todas las naciones con las cuales estaba relacionado, había de contemplar el amor de su Creador y Redentor. Así también en Daniel colocó Dios una luz al lado del trono del mayor reino del mundo, para que todos pudiesen aprender del Dios verdadero y viviente. En la corte de Babilonia estaban congregados representantes de todos los países, hombres de los más selectos talentos, hombres ricamente dotados de dones naturales, poseedores de la más alta cultura que pudiese otorgar este mundo; sin embargo, en medio de todos ellos los cautivos hebreos eran sin par. En fuerza y belleza física, en vigor mental y progreso literario, y en fuerza y perfección espirituales, no tenían rivales. “Y en todo negocio de sabiduría e inteligencia que el rey les demandó, hallólos diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.” 2 Aunque era fiel a sus deberes en la corte del rey, Daniel se mantuvo tan leal a Dios que él pudo honrarle como su mensajero ante el monarca babilónico. Por su medio, los misterios de lo futuro fueron revelados, y Nabucodonosor mismo se vió obligado a reconocer al Dios de Daniel como “Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el descubridor de los misterios.” 3 4TS 310.4

Así también las instituciones establecidas por el pueblo de Dios hoy han de glorificar su nombre. La única manera en que podemos cumplir su expectativa es siendo representantes de la verdad para este tiempo. Dios ha de ser reconocido en las instituciones establecidas por los adventistas del séptimo día. Por su medio la verdad para este tiempo ha de ser representada ante el mundo con poder convincente. 4TS 311.1

Somos llamados a representar ante el mundo el carácter de Dios tal como fué revelado a Moisés. En respuesta a la oración de Moisés: “Ruégote que me muestres tu gloria,” el Señor prometió: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro.” “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad; que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebelión, y el pecado.” 4 Tal es el fruto que Dios desea de su pueblo. En la pureza de su carácter, en la santidad de su vida, en la misericordia y amor compasivo, han de demostrar que “la ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.” 5 4TS 311.2

El propósito de Dios para sus instituciones hoy puede leerse también en el propósito que trató de realizar por medio de la nación judía. Era su designio impartir por medio de Israel ricas bendiciones a todos los pueblos. Por su medio había de prepararse el camino para la difusión de su luz en el mundo entero. Las naciones del mundo, siguiendo costumbres corruptas, habían perdido el conocimiento de Dios. Sin embargo, en su misericordia Dios no quería raerlas de la existencia. Se proponía darles oportunidad de conocerle por medio de su iglesia. Quería que los principios revelados por su pueblo fuesen el medio de restaurar en el hombre la imagen moral de Dios. 4TS 312.1

Cristo era su instructor. Como fué con ellos por el desierto, y después en su establecimiento en la tierra prometida, había de ser su Maestro y Guía. En el tabernáculo y el templo, su gloria moraba en santa manifestación sobre el propiciatorio. En su favor, manifestaba constantemente las riquezas de su amor y paciencia. 4TS 312.2

Dios deseaba hacer de su pueblo Israel una alabanza y una gloria. Le dió toda ventaja espiritual. Dios no privó a sus hijos de nada que favoreciese la formación del carácter que los haría representantes suyos. 4TS 312.3

Su obediencia a las leyes de Dios iba a hacer de ellos maravillas de prosperidad entre las naciones del mundo. El que podía darles sabiduría y habilidad en todo trabajo y arte, continuaría siendo su Maestro, y los ennoblecería y elevaría por medio de la obediencia a sus leyes. Si eran obedientes, los preservaría de las enfermedades que afligían a otras naciones, y serían bendecidos con vigor intelectual. La gloria de Dios, su majestad y poder, habían de revelarse en toda su prosperidad. Habían de ser un reino de sacerdotes y príncipes. Dios les proporcionó toda facilidad para que llegasen a ser la mayor nación de la tierra. 4TS 312.4

De la manera más definida, Dios les presentó por medio de Moisés su propósito, y les dió a conocer los términos de su prosperidad. “Porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios—dijo:—Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra. ... Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones. ... Y será que, por haber oído estos derechos, y guardado y puéstolos por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres; y te amará, y te bendecirá, y te multiplicará. ... Bendito serás más que todos los pueblos.” 6 4TS 313.1

“A Jehová has ensalzado hoy para que te sea por Dios, y para andar en sus caminos, y para guardar sus estatutos y sus mandamientos y sus derechos, y para oír su voz: y Jehová te ha ensalzado hoy para que le seas su peculiar pueblo, como él te lo ha dicho, y para que guardes todos sus mandamientos; y para ponerte alto sobre todas las gentes que hizo, para loor, y fama, y gloria; y para que seas pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.” 7 4TS 313.2

En estas palabras, se presentan las condiciones de toda verdadera prosperidad, condiciones con las cuales deben conformarse todas nuestras instituciones, si cumplen el propósito de su establecimiento. 4TS 313.3

El Señor me dió, años ha, luz especial acerca del establecimiento de una institución sanitaria donde los enfermos pudiesen ser tratados de manera completamente diferente de las seguidas en cualquier otra institución de nuestro mundo. Había de ser fundada y dirigida según los principios bíblicos, como el instrumento del Señor, y había de ser en sus manos uno de los agentes más eficaces para dar luz al mundo. El propósito de Dios era que se destacase en cuanto a capacidad científica, poder moral y espiritual, como fiel centinela de la reforma en todos sus aspectos. Todos los que habían de desempeñar una parte en ella, debían ser reformadores, teniendo respeto por sus principios, y prestando atención a la luz de la reforma pro salud que resplandece sobre nosotros como pueblo. 4TS 314.1

Dios quiso que la institución que se estableciera se destacase como faro de luz, amonestación y reproche. Quería probar al mundo que una institución guiada por principios religiosos como asilo para los enfermos, podía sostenerse sin sacrificar su carácter peculiar y santo; que podía ser mantenida libre de toda fase censurable hallada en otras instituciones sanitarias. Había de ser un instrumento para producir grandes reformas. 4TS 314.2

El Señor reveló que la prosperidad del sanatorio no había de depender sólo del conocimiento y la habilidad de sus médicos, sino del favor de Dios. Había de ser reconocido como institución donde Dios era considerado como Monarca del universo, una institución que estaba bajo su vigilancia especial. Sus directores habían de dar a Dios el primero, último y mejor lugar en todo. Y en esto había de consistir su fuerza. Si era dirigida de una manera que Dios pudiese aprobar, tendría gran éxito, se destacaría siendo mucho más adelantada que todas las otras instituciones semejantes en el mundo. Iban a concedérsele gran luz, gran conocimiento y privilegios superiores. De acuerdo con la luz recibida, sería la responsabilidad de aquellos a quienes fuese confiada la dirección de la institución. 4TS 314.3

A medida que nuestra obra se ha extendido y se han multiplicado las instituciones, ha permanecido siendo el mismo el propósito de Dios en su establecimiento. Las condiciones de la prosperidad no han cambiado. 4TS 315.1

La familia humana está sufriendo por causa de la transgresión de las leyes de Dios. El Señor desea que los hombres sean inducidos a comprender la causa de sus sufrimientos y la única manera de hallar alivio. Desea que vean que el bienestar físico, mental y moral, depende de la obediencia a su ley. El se propone que nuestras instituciones sean lecciones objetivas de los resultados de la obediencia a los buenos principios. 4TS 315.2

En la preparación de un pueblo para la segunda venida del Señor, se ha de realizar una gran obra por medio de la promulgación de los principios pro salud. La gente ha de ser instruída acerca de las necesidades del organismo físico, el valor de la vida sana según se enseña en las Escrituras, a fin de que los cuerpos que Dios ha creado le puedan ser presentados como sacrificios vivos, idóneos para rendirle un servicio aceptable. Hay una gran obra que hacer en favor de la humanidad doliente en cuanto a aliviar sus sufrimientos por el empleo de los agentes naturales que Dios ha provisto, y en cuanto a enseñarle a evitar la enfermedad, regulando los apetitos y pasiones. Debe enseñarse a la gente que la transgresión de las leyes de la naturaleza es transgresión de las leyes de Dios. Debe enseñársele la verdad, tanto en las cosas físicas como en las espirituales, de que “el temor de Jehová es para vida.” 8 “Si quieres entrar en la vida—dijo Cristo,—guarda los mandamientos.” 9 Cuida de vivir mi ley “como las niñas de tus ojos.” 10 Cuando se obedecen las órdenes de Dios, son “vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne.” 11 4TS 315.3

Nuestros sanatorios han de ser una fuerza educativa para enseñar a la gente estas cosas. Aquellos que reciben instrucción pueden a su vez impartir a otros el conocimiento de los principios que restauran y conservan la salud. Así nuestros sanatorios han de ser instrumentos para alcanzar a la gente, agentes que les muestren el mal que proviene del desprecio de las leyes de la vida y la salud, y que les enseñen a mantener el cuerpo en la mejor condición. Los sanatorios han de ser establecidos en diferentes países, donde trabajan nuestros misioneros, y han de ser centros desde los cuales se lleve a cabo una obra de sanidad, restauración y educación. 4TS 316.1

Debemos trabajar tanto por la salud del cuerpo como por la salvación del alma. Nuestra misión es la misma que la de nuestro Maestro, de quien está escrito que anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos de Satanás. Acerca de su propia obra él dice: “El espíritu del Señor Jehová es sobre mí, porque me ungió Jehová; hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos.” “Me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados.” 12 Mientras sigamos el ejemplo de Cristo en el trabajo para beneficio de los demás, despertaremos su interés en el Dios a quien amamos y servimos. 4TS 316.2

Nuestros sanatorios han de ser, en todos sus departamentos, monumentos para Dios, instrumentos suyos para sembrar las semillas de la verdad en los corazones humanos. Lo lograrán si son debidamente dirigidos. 4TS 316.3

La verdad viviente de Dios ha de ser dada a conocer en nuestras instituciones médicas. Muchas personas que llegan a ellas tienen hambre y sed de verdad, y cuando les es presentada correctamente, la reciben con alegría. Nuestros sanatorios han sido el medio de elevar la verdad para este tiempo y presentarla a millares de personas. La influencia religiosa que reina en esas instituciones inspira confianza a los huéspedes. La seguridad de que el Señor preside allí, y las muchas oraciones ofrecidas en favor de los enfermos, hacen una impresión en su corazón. Muchos que nunca pensaban antes en el valor del alma quedan convencidos por el Espíritu de Dios, y no pocos son inducidos a cambiar todo el curso de su vida. En muchos que estaban satisfechos de sí mismos, que pensaban que su norma de carácter era suficiente y no habían sentido la necesidad de la justicia de Cristo, se harán impresiones que nunca se borrarán. Cuando llegue la prueba futura, cuando sean iluminados, no pocos de éstos se unirán con el pueblo remanente de Dios. 4TS 316.4

Dios es honrado por instituciones dirigidas de esta manera. En su misericordia, ha hecho de los sanatorios un poder tal para el alivio de los sufrimientos físicos, que millares han sido atraídos a ellos para ser curados de sus enfermedades. Y en muchos, la sanidad física va acompañada de la curación del alma. Reciben del Salvador el perdón de sus pecados. Reciben la gracia de Cristo, y se identifican con él, con sus intereses y su honor. Muchos salen de nuestros sanatorios con corazones nuevos. El cambio es decidido. Volviendo a sus hogares, son como luces en el mundo. El Señor los hace testigos suyos. Su testimonio es: “He visto su grandeza, he probado su bondad. ‘Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma.’” 13 4TS 317.1

Así, por medio de la mano prosperadora de nuestro Dios sobre ellos, nuestros sanatorios han sido el medio de lograr mucho bien. Y han de elevarse aún más alto. Dios obrará con el pueblo que le honre. 4TS 317.2

Maravillosa es la obra que Dios quiere realizar por medio de sus siervos, a fin de que su nombre sea glorificado. Dios hizo de José una fuente de vida para la nación egipcia. Por medio de José, le conservó la vida a todo el pueblo. Por medio de Daniel, Dios salvó la vida de todos los sabios de Babilonia. Y estas liberaciones fueron lecciones objetivas; ilustraron ante el pueblo las bendiciones espirituales que le eran ofrecidas por la relación con el Dios a quien adoraban José y Daniel. Así también por medio de su pueblo, Dios desea hoy traer bendiciones al mundo. Cada obrero en cuyo corazón habita Cristo, todo aquel que quiere revelar su amor al mundo, es colaborador con Dios para beneficiar a la humanidad. Mientras recibe del Salvador gracia para impartirla a otros, de su ser entero fluye la oleada de vida espiritual. Cristo vino como el gran Médico, para sanar las heridas que el pecado había hecho en la familia humana, y su Espíritu, obrando por medio de sus siervos, imparte a los enfermos del pecado, a los dolientes seres humanos, un intenso poder curativo, eficaz para el cuerpo y el alma. “En aquel tiempo—dice la Escritura—habrá manantial abierto para la casa de David y para los moradores de Jerusalén, para el pecado y la inmundicia.” 14 Las aguas de este manantial sanarán las debilidades físicas y espirituales. 4TS 317.3

Desde este manantial fluye el caudaloso río que vió Ezequiel en visión. “Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán a la llanura, y entrarán en la mar: y entradas en la mar, recibirán sanidad las aguas. Y será que toda alma viviente que nadare por donde quiera que entraren estos dos arroyos, vivirá. ... Y junto al arroyo en su ribera de una parte y de otra, crecerá todo árbol de comer: su hoja nunca caerá, ni faltará su fruto: a sus meses madurará, porque sus aguas salen del santuario: y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” 15 4TS 318.1

Dios quiere que nuestros sanatorios sean, en virtud de su poder, un río tal de vida y curación. 4TS 318.2