Testimonios Selectos Tomo 3

7/80

Capítulo 6—Casas de culto

Vi que muchos de aquellos a quienes Dios ha confiado recursos, se sienten libres para usarlos liberalmente según su propia conveniencia en acomodarse hogares placenteros en esta tierra; pero cuando edifican una casa en la cual puedan adorar al gran Dios que habita en la eternidad, no pueden permitirle el uso de los recursos que él les prestó. No existe rivalidad entre los miembros por demostrar su gratitud a Dios por la verdad, haciendo todo lo que pueden en cuanto a preparar un lugar de culto idóneo; sino que algunos están tratando de hacer lo menos posible, y les parece que lo que gastan en la preparación de un lugar en que puedan recibir la visita del Altísimo puede contarse por pérdida. Una ofrenda tal es coja, y no aceptable para Dios. Vi que sería mucho más agradable para Dios si sus hijos manifestasen tanta sabiduría en prepararle una casa, como la que manifiestan en sus propias moradas. 3TS 24.1

Los sacrificios y las ofrendas de los hijos de Israel debían ser sin mácula ni defecto, lo mejor de los rebaños; y se requería que cada uno participase en esta obra. La obra de Dios para este tiempo será extensa. Si edificáis una casa para el Señor, no le ofendáis ni le pongáis limitaciones dedicándole vuestras ofrendas cojas. Poned en la casa edificada para Dios la mejor ofrenda. Sea ella lo mejor de lo mejor que poseéis. Manifestad interés en hacerla conveniente y cómoda. Algunos piensan que esto no tiene importancia porque el tiempo es muy corto. Entonces practicad lo mismo en vuestras propias moradas, y en todos vuestros arreglos mundanales. 3TS 24.2

Vi que Dios podría llevar a cabo su obra sin ayuda de ningún hombre, pero tal no es su plan. El mundo actual está destinado a ser un escenario de prueba para el hombre. Debe formar aquí un carácter que le acompañará en el mundo eterno. Delante de él se halla lo bueno y lo malo, y su estado futuro depende de la elección que haga. Cristo vino para cambiar la corriente de sus pensamientos y afectos. Su corazón debe ser apartado de su tesoro terrenal, y fijado en el celestial. Por su abnegación, Dios será glorificado. El gran sacrificio ha sido hecho para el hombre, y ahora él será probado para ver si sigue el ejemplo de Cristo y se sacrifica por sus semejantes. Satanás y sus ángeles están coligados contra el pueblo de Dios, pero Jesús trata de purificarlo para sí. El requiere de ellos que hagan prosperar su obra. Dios ha confiado a sus hijos en este mundo lo suficiente para llevar a cabo su obra sin molestia, y él quiere que usen juiciosamente los recursos que les ha confiado. “Vended lo que poseéis, y dad limosnas,” es parte de la sagrada Palabra de Dios. Los siervos de Dios deben levantarse, clamar y no escatimar esfuerzos para declarar “a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.” La obra de Dios ha de hacerse más extensa, y si su pueblo sigue su consejo, no quedarán en su posesión muchos recursos para ser consumidos en la conflagración final. Se habrá hecho tesoros donde la polilla y el orín no pueden corromper, y no habrá vínculo que le ligue a esta tierra. 3TS 24.3