Testimonios Selectos Tomo 3

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Capítulo 1—Eres guardián de tu hermano

El 20 de noviembre de 1855, mientras me hallaba en oración, el Espíritu de Dios bajó repentina y poderosamente sobre mí, y fuí arrebatada en visión. 3TS 11.1

Vi que el Espíritu del Señor ha estado apartándose de la iglesia. Los siervos del Señor han confiado demasiado en la fuerza de los argumentos y no han tenido la firme confianza en Dios que debieran haber tenido. Vi que los meros argumentos de la verdad no inducirán a las almas a tomar su posición con el pueblo remanente, porque la verdad es impopular. Los siervos de Dios deben tener la verdad en el alma. Dijo el ángel: “Deben recibirla cálida de la gloria, llevarla en su seno y derramarla con calor y fervor del alma a los que oyen.” Unos pocos, que son concienzudos, están listos a decidirse por el peso de la evidencia; pero es imposible conmover a muchos con una simple teoría de la verdad. Debe haber un poder que acompañe la verdad, un testimonio vivo para conmoverlos. 3TS 11.2

Vi que el enemigo está atareado en la destrucción de las almas. El ensalzamiento ha penetrado en las iglesias; debe haber más humildad. Se manifiesta demasiada independencia de espíritu entre los mensajeros. Esto debe ser puesto a un lado, y los siervos de Dios deben unirse. Han manifestado demasiado el espíritu que induce a preguntar: “¿Soy yo guarda de mi hermano?” Dijo el ángel: “Sí, eres guardián de tu hermano. Debes cuidar constantemente a tu hermano, interesarte en su bienestar, y manifestar un espíritu bondadoso y amante hacia él. Uníos, uníos.” Dios se propuso que el hombre fuese de corazón abierto y sincero, sin afectación, humilde, manso y sencillo. Tal es el principio del Cielo; Dios lo ordenó así. Pero, el pobre y frágil ser humano ha buscado algo diferente: la prosecución de sus propios caminos, y la atención cuidadosa a sus propios intereses. 3TS 11.3

Pregunté al ángel porqué la sencillez había sido excluída de la iglesia, y porqué habían entrado en ella el orgullo y el ensalzamiento. Vi que ésta es la razón por la cual hemos quedado casi entregados en la mano del enemigo. Dijo el ángel: “Mirad, y veréis que este sentimiento prevalece: ‘¿Soy yo guarda de mi hermano?’” Volvió a decir el ángel: “Eres guarda de tu hermano. Tu profesión, tu fe, exigen de ti que te niegues a ti mismo y sacrifiques a Dios, o serás indigno de la vida eterna; porque fué comprada para ti a gran precio, a saber, por la agonía, los sufrimientos y la sangre del amado Hijo de Dios.” 3TS 12.1

Vi que muchos en diferentes lugares, en los estados del este y del oeste, estaban añadiendo una propiedad a otra, un terreno a otro, una casa a otra, y presentan la causa de Dios como excusa suya, diciendo que lo hacen para poder ayudar a la causa. Se encadenan a sí mismos, de manera que pueden ser de muy poco beneficio para la causa. Algunos compran un terreno y trabajan con toda su fuerza para pagarlo. Su tiempo está tan ocupado que no pueden casi ahorrar un momento para orar y servir a Dios, ni para obtener de él fuerzas para vencer las tentaciones. Se hallan en deuda, y cuando la causa necesita su ayuda, no se la pueden prestar, porque deben primero librarse de las deudas. Pero tan pronto como están libres de una deuda, se hallan más imposibilitados de ayudar en la causa que antes, porque vuelven a contraer obligaciones aumentando sus propiedades. Se lisonjean de que esta conducta es correcta porque emplearán los réditos en la causa, cuando, en realidad, están acumulando para sí tesoros aquí. Aman la verdad en palabra, pero no en obra. Aman la causa precisamente en la medida en que sus obras lo demuestran. Aman más al mundo, y menos a la causa de Dios. La atracción de la tierra se vuelve más fuerte, y más débil la atracción del cielo. Su corazón está con su tesoro. Por su ejemplo, dicen a los que los rodean que su intención es permanecer aquí, que este mundo es su patria. Dijo el ángel: “Eres guarda de tu hermano.” 3TS 12.2

Muchos se han entregado a gastos inútiles, tan sólo para complacer los sentimientos, el gusto y los ojos, mientras la causa necesitaba los mismos recursos que así usaban, y mientras algunos de los siervos de Dios iban mal vestidos y se veían estorbados en su labor por falta de recursos. Dijo el ángel: “Pronto habrá pasado su tiempo de trabajar. Sus obras demuestran que el yo es su ídolo, y que le ofrecen sacrificios.” Primero debe complacerse el yo; su sentimiento es: “¿Soy yo guarda de mi hermano?” Muchos han recibido amonestación tras amonestación, pero no las han oído. El yo es el fin principal y a él debe someterse todo lo demás. 3TS 13.1

Vi que la iglesia perdió casi completamente el espíritu de abnegación y sacrificio; sus miembros ponen en primer lugar el yo y los intereses propios, y luego hacen por la causa lo que creen que no les cuesta nada. Un sacrificio tal es defectuoso, y no es acepto a Dios. Todos deben interesarse por hacer cuanto puedan para promover la causa. Vi que los que no tienen propiedades, pero tienen fuerza corporal, son responsables delante de Dios por su fuerza. Debieran ser diligentes en los negocios y fervientes en espíritu; no deben dejar que realicen todos los sacrificios los que tienen posesiones. Vi que ellos también pueden sacrificarse, y que el hacerlo es deber suyo tanto como de los que tienen propiedades. Pero muchas veces, los que no tienen posesiones no se dan cuenta de que ellos pueden negarse a sí mismos de muchas maneras, pueden gastar menos para sus cuerpos y para complacer sus gustos y apetitos, y ahorrar mucho para la causa, para así hacerse tesoros en los cielos. Vi que hay hermosura y belleza en la verdad; pero si se le quita el poder de Dios, ésta queda impotente. 3TS 13.2