Capítulo 42—El fuerte clamor
Vi angeles que apresuradamente iban y venían de uno a otro lado del cielo, bajaban a la tierra y volvían a subir al cielo, como si se prepararan para cumplir algún notable acontecimiento. Después vi otro ángel potente, comisionado para bajar a la tierra y unir su voz a la del tercer ángel y dar fuerza y vigor a su mensaje. Gran poder y gloria recibió el ángel y al descender quedó la tierra iluminada con su gloria. La luz que rodeaba a este ángel penetraba por doquiera al gritar con fortaleza en alta voz: “Caída es, caída es la grande Babilonia, y es hecha habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles.”
2TS 225.1
Aquí se repite el mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dió el segundo ángel, con añadidura de las corruptelas introducidas en las iglesias desde 1844. La obra de este ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna obra del mensaje del tercer ángel cuya proclamación acrecienta en alta voz. Así se prepara el pueblo de Dios para afrontar la hora de la tentación que muy luego ha de asaltarle. Vi que sobre los fieles reposaba una luz vivísima, y que se unían para proclamar sin temor el mensaje del tercer ángel.
2TS 225.2
Otros ángeles fueron enviados desde el cielo en ayuda del potente ángel, y oí voces que por doquiera resonaban diciendo: “Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.” Este mensaje parecía ser un complemento del tercer mensaje, a él añadido como el clamor de media noche se añadió en 1844 al mensaje del segundo ángel. La gloria de Dios reposaba sobre los pacientes y expectantes santos, quienes valerosamente daban la postrera y solemne amonestación, proclamando la caída de Babilonia y exhortando al pueblo de Dios a que de ella saliese para escapar a su terrible condenación.
2TS 225.3
La luz derramada sobre los fieles penetraba por doquiera; y los que en las iglesias tenían alguna luz, y no habían oído ni rechazado los tres mensajes, obedecieron la exhortación y abandonaron las iglesias caídas. Muchos habían llegado a la edad de la razón y la responsabilidad desde la proclamación de los mensajes; y la luz brilló sobre ellos, deparándoles el privilegio de escoger entre vida o muerte. Algunos escogieron la vida y se unieron con los que esperaban a su Señor y guardaban todos sus mandamientos. El tercer mensaje iba a efectuar su obra. Todos iban a ser probados en él, y las almas valiosas iban a ser llamadas para que saliesen de las congregaciones religiosas.
2TS 226.1
Una compulsiva fuerza movió a los sinceros, al paso que la manifestación del poder de Dios infundió temor y respeto a los incrédulos parientes y amigos para que no se atrevieran ni pudieran estorbar a quienes sentían en sí la obra del Espíritu de Dios. El postrer llamamiento llegó hasta los infelices esclavos, y los más piadosos de ellos prorrumpieron en cánticos de transportado gozo ante la perspectiva de su feliz liberación. Sus amos no pudieron contenerlos, porque el asombro y el temor los mantenían en silencio. Se obraron potentes milagros. Sanaban los enfermos, y señales y prodigios acompañaban a los creyentes. Dios estaba con la obra, y todos los santos, sin temor de las consecuencias, obedecían al convencimiento de su conciencia, se unían con los que guardaban todos los mandamientos de Dios, y poderosamente proclamaban por doquiera el tercer mensaje. Vi que este mensaje terminaría con fuerza y vigor muy superiores al clamor de media noche.
2TS 226.2
Los siervos de Dios, dotados con el poder del cielo, con sus semblantes iluminados y refulgentes de santa consagración, salieron a proclamar el celestial mensaje. Muchas almas diseminadas por las congregaciones religiosas respondieron al llamamiento y salieron presurosas de las sentenciadas iglesias, como Lot salió presuroso de Sodoma antes de la destrucción de esta ciudad. Fortalecióse el pueblo de Dios con la excelsa gloria que sobre él reposaba en copiosa abundancia, ayudándole a soportar la hora de la tentación. Oí multitud de voces que por todas partes exclamaban: “Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.”
2TS 227.1
1859
2TS
Testimonios Selectos Tomo 2
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