Testimonios Selectos Tomo 2

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Capítulo 40—El espiritismo

Se me presentó el engaño de los golpes de los médiums espiritistas y vi que Satanás puede poner ante nosotros la apariencia de formas simuladoras de nuestros parientes y amigos que duermen en Jesús. Resulta como si estos amigos estuvieran verdaderamente presentes, pues hablarán diciendo lo mismo que cuando vivían en el mundo en familiaridad con nosotros, y resonará en nuestro oído su mismo timbre de voz. Todo esto es para engañar al mundo y entramparlo en la creencia de este engaño. 2TS 216.1

Vi que los santos deben tener plena comprensión de la verdad presente, que habrán de sostener por las Escrituras. Deben comprender el estado en que se hallan los muertos, porque los espíritus diabólicos se les aparecerán aseverando ser amados parientes o amigos que les declararán doctrinas contrarias a la Escritura. Harán cuanto puedan para excitar su simpatía y obrarán milagros ante ellos para confirmar sus declaraciones. El pueblo de Dios debe estar preparado para rechazar a estos espíritus con la bíblica verdad de que los muertos nada saben y que los aparecidos son espíritus de demonios. Debemos examinar cuidadosamente el fundamento de nuestra esperanza, porque de la Escritura hemos de entresacar la razón que hayamos de dar de ella. Este engaño espiritista se difundirá, y habremos de luchar con él cara a cara, porque si no estamos preparados para ello, quedaremos engañados y vencidos. Pero si por nuestra parte hacemos cuanto podamos para disponernos a afrontar el conflicto que se avecina, Dios hará también su parte y nos protegerá su omnipotente brazo. Enviará a todos los ángeles de la gloria para levantar una valla alrededor de las almas fieles, más bien que consentir que las engañen y extravíen los falaces prodigios de Satanás. Vi la rapidez con que se difundía el engaño espiritista. Se me mostró un tren de vagones que marchaba con la velocidad del rayo. El ángel me mandó que observara cuidadosamente. Fijé la vista en el tren. Parecía que en él iba el mundo entero. Después me mostró el ángel al jefe del tren, un hermoso y arrogante personaje a quien todos los pasajeros admiraban y reverenciaban. Quedé perpleja y le pregunté a mi ángel acompañante quién era aquel jefe. Me respondió: “Es Satanás, disfrazado de ángel de luz. Ha cautivado al mundo. Este ha sido entregado a formidables engaños para creer en una mentira a fin de que se condene. Su agente, el que le sigue en categoría, es el maquinista, y otros agentes suyos están empleados en diversos oficios, según los va necesitando, y todos marchan con relampagueante velocidad a la perdición.” Le pregunté al ángel si no había quedado nadie sin subir en el tren, y él me mandó que mirase en opuesta dirección, donde vi una pequeña compañía que caminaba por un angosto sendero. Todos parecían firmemente unidos por la verdad. Aquella pequeña compañía daba muestras de fatiga, como si hubiesen pasado por muchas pruebas y conflictos. Parecía como si el sol se acabara de levantar de detrás de una nube y brillara sobre sus rostros, dándoles aire de triunfo, cual si estuvieran próximos a ganar la victoria. 2TS 216.2

Vi que el Señor ha dado al mundo la ocasión de descubrir el engaño. Si no hubiese otra prueba, bastaría para el cristiano la de que los espiritistas no hacen distinción entre lo precioso y lo vil. Satanás representa como si estuviera muy exaltado en el cielo a Tomás Paine, cuyo cuerpo está ya convertido en polvo y ha de resurgir al fin de los mil años, cuando la segunda resurrección, para recibir su recompensa y sufrir la segunda muerte. Satanás se sirvió de Tomás Paine en la tierra tanto como pudo, y ahora lo emplea en la misma obra pretendiendo que está muy honrado y exaltado en el cielo. Y tal como enseñó Paine aquí, finge Satanás que continúa enseñando allí. Y algunos que mientras estuvo en la tierra miraron con horror su vida y muerte y sus corruptoras enseñanzas, se someten ahora a ser enseñados por él, por uno de los hombres más viles y corrompidos, que despreció a Dios y su ley. * 2TS 217.1

El padre de la mentira ciega y engaña a las gentes enviando a sus ángeles para que hablen fingiéndose apóstoles y parezca que contradicen cuanto escribieron en la tierra por inspiración del Espíritu Santo. Estos mentirosos ángeles simulan que los apóstoles corrompen sus propias enseñanzas y dicen que estaban adulteradas. De este modo se complace Satanás en sumir a los que se llaman cristianos, y a toda clase de gente, en incertidumbre respecto a la palabra de Dios. La Santa Biblia se interpone directamente a través de su camino para desbaratar sus planes; y así, induce a los hombres a que duden del origen divino de la Biblia. Después muestra al incrédulo Tomás Paine, como si al morir hubiese entrado en el cielo, y estuviera ahora unido con los santos apóstoles, a quienes odió en la tierra, ocupado en enseñar al mundo. 2TS 218.1

Satanás señala a cada uno de sus ángeles el papel que han de representar. Les encarga que sean falsos, arteros y astutos. A unos les manda que desempeñen el papel de apóstoles y hablen por ellos, mientras que a otros les asigna la función de incrédulos y malvados que murieron maldiciendo a Dios, para que aparezcan como si ahora fuesen muy religiosos. No hace distinción entre los más santos apóstoles y los más viles incrédulos. Todos se muestran enseñando lo mismo. No le importa a Satanás a quién haga hablar, con tal de lograr su objeto. Estuvo íntimamente relacionado con Paine en la tierra, ayudándole en su obra, y por lo tanto, le es muy fácil saber y conocer las palabras y la misma escritura de quien le sirvió tan fielmente y tan bien cumplió su propósito. Satanás dictó muchos de los escritos de Paine, y así le es cosa fácil expresar sus mismos sentimientos por medio de sus ángeles para que parezca que los expresa Paine. Esta es la obra maestra de Satanás. Todas las enseñanzas que aparentemente proceden de los apóstoles, de los santos y de los impíos ya muertos, proceden, en realidad, directamente de su majestad satánica. 2TS 219.1

La consideración de que Satanás pretende que un ser a quien él tanto amó y que tan cumplidamente odió a Dios está ahora en la gloria con los santos apóstoles y con los ángeles, debe bastar para descorrer el velo de todas las mentes y descubrirles las misteriosas y negras obras de Satanás, quien en suma dice al mundo y a los incrédulos: “Por muy malvados que seáis, aunque creáis o dejéis de creer en Dios y en la Biblia, vivid como os plazca, que el cielo es vuestra morada, pues todos saben que Tomás Paine está en el cielo y tan exaltado, que todos seguramente entraréis allí.” 2TS 219.2

Esto es tan notorio, que todos pueden verlo si quieren. Satanás está ahora haciendo, por medio de personas como Tomás Paine, lo que siempre trató de hacer desde su caída. Con su poder y sus mentidos milagros, está socavando los fundamentos de la esperanza cristiana y eclipsando el sol que ha de iluminar el angosto sendero que conduce al cielo. Está haciendo creer al mundo que la Biblia no es inspirada, ni mejor que un libro de cuentos cualquiera, mientras que trata de suplantarla con los fenómenos espiritistas. 2TS 219.3

Estos son una agencia enteramente suya, sujeta a su gobierno, y puede hacer creer al mundo cuanto le plazca. Coloca en la sombra, que es donde le conviene colocarlo, el Libro que ha de juzgarle a él y a sus secuaces. Dice que el Salvador del mundo fué un hombre como otro cualquiera; y así como los guardias romanos que custodiaban el sepulcro de Jesús propalaron el mentiroso informe que los ancianos y los príncipes de los sacerdotes pusieron en sus bocas, los pobres e ilusos adeptos de estos pretendidos fenómenos espiritistas, repetirán y tratarán de dar a entender que nada hubo de milagroso en el nacimiento, muerte y resurrección de nuestro Salvador. Después de relegar a Jesús a último término, llamarán la atención de la gente hacia sí mismos, a sus milagros y mentidos prodigios, que, según ellos dicen, superan a las obras de Cristo. Así va cayendo la gente en el lazo, adormeciéndose en un sentimiento de seguridad, para advertir su horrible engaño cuando se derramen las siete últimas plagas. Satanás se ríe al ver cuán bien le va saliendo su plan, y que el mundo entero cae en sus redes. 2TS 220.1