Testimonios Selectos Tomo 1

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En Rochester (Nueva York)

En abril de 1852, nos trasladamos a Rochester (Nueva York) en las más desalentadoras circunstancias. A cada paso nos veíamos precisados a seguir adelante por fe. Todavía estábamos impedidos por la pobreza, y habíamos de practicar la más rígida economía y abnegación. Daré un breve extracto de la carta escrita a la familia del Hno. Howland con fecha 16 de abril de 1852. 1TS 141.2

“Acabamos de instalarnos en Rochester. Hemos alquilado una casa vieja por ciento setenta y cinco dólares al año. Tenemos la prensa en casa, pues de no ser así hubiéramos tenido que pagar cincuenta dólares al año por un local para oficina. Si pudierais ver nuestro ajuar os habrías de sonreir. Hemos comprado dos camas viejas por veinticinco centavos cada una. Mi esposo me trajo seis sillas viejas, en las que no había dos iguales, que le costaron un dólar, y después me regaló otras cuatro, también viejas, y sin asiento, por las que había pagado sesenta y dos centavos. Pero el armazón era fuerte y con un pedazo de dril remedié la falta de asiento. La manteca está tan cara que no podemos comprarla, ni tampoco las patatas. Gastamos salsas en vez de manteca y nabos en lugar de patatas. Tomamos nuestras primeras comidas en un bastidor de chimenea colocado entre dos barriles vacíos que habían contenido harina. Nada nos importan las privaciones con tal que adelante la obra de Dios. Creemos que la mano del Señor nos guió en llegar a esta población. Hay un dilatado campo de labor, pero pocos obreros. El sábado pasado tuvimos una excelente reunión. El Señor nos refrigeró con su presencia.” 1TS 141.3