Testimonios Selectos Tomo 1

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Aguas vivas—Un sueño

Mi esposo asistió a ciertas reuniones en Nueva Hampshire y Maine. Durante su ausencia estaba yo muy conturbada por temor de que se contagiase del cólera, a la sazón prevaleciente. Pero una noche, soñé que mientras a nuestro alrededor morían muchos del cólera, mi marido propuso que fuéramos a dar un paseo. Durante el paseo, observé que él tenía los ojos inyectados de sangre, el rostro encendido y los labios pálidos. Le manifesté mis temores de que fuese fácil presa del cólera, y él me dijo: “Andemos un poco más, y te enseñaré un seguro remedio para el cólera.” 1TS 122.2

Anduvimos algo más hasta llegar a un puente tendido sobre un río, y de pronto se arrojó mi esposo a las aguas y desapareció de mi vista. Quedé asustada; pero no tardó en resurgir con un vaso de centelleante agua en la mano. La bebió, diciendo: “Esta agua cura todas las enfermedades.” Sumergióse de nuevo en el río y sacó otro vaso de límpida agua, que alzó repitiendo las mismas palabras. 1TS 122.3

Me entristecí porque no me había ofrecido de aquella agua, y él me dijo: 1TS 122.4

—En el fondo de este río hay un manantial secreto que cura toda clase de enfermedades, y quien de sus aguas quiera beber ha de sumergirse en persona. Nadie puede obtenerla por mano ajena.” 1TS 122.5

Según bebía mi esposo el vaso de agua, le miraba el semblante. Su complexión era natural y gallarda. Denotaba salud y vigor. Al despertarme, se habían disipado todos mis temores, y confié a mi esposo al cuidado de un Dios misericordioso, creyendo firmemente que me lo devolvería sano y salvo. 1TS 123.1

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En la edificación de su obra, el Señor no presenta siempre todo de un modo claro para sus siervos. Algunas veces pone a prueba la confianza de su pueblo, haciéndole adelantar por la fe. A menudo lo pone en estrecheces, invitándole a adelantar cuando sus pies parecen estar tocando las aguas del mar Rojo. En tales ocasiones, cuando las oraciones de sus siervos ascienden a él en ferviente fe, es cuando abre el camino delante de ellos, y los saca a un lugar espacioso. 1TS 123.2

El Señor quiere que en estos tiempos sus hijos crean que él hará para ellos tan grandes cosas como hizo para los israelitas en su viaje de Egipto a Canaán. Hemos de tener una fe educada que no vacilará en seguir sus instrucciones en las experiencias más difíciles. “Id adelante,” es la orden de Dios a su pueblo. Y la fe y alegre obediencia son necesarias para que se verifiquen los designios del Señor. 1TS 123.3