Testimonios Selectos Tomo 1

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Capítulo 18—Preparación para el fin

El 14 de mayo de 1851, vi la hermosura y belleza de Jesús. Al contemplar su gloria, no se me ocurrió el pensamiento de que pudiera verme separada para siempre de su presencia. Vi una luz que irradiaba del resplandor que circuía al Padre, y al acercarse a mí la luz, se estremeció mi cuerpo y temblé como las hojas. Creí que si se me acercaba perdería la existencia; pero la luz pasó de largo. Entonces tuve algún concepto del grande y terrible Dios con quien hemos de tratar. Entonces comprendí cuán débil idea tienen algunos de la santidad de Dios, y cuán mucho toman su santo y venerado nombre en vano, sin advertir que hablan de Dios, del grande y terrible Dios. Mientras oran, emplean algunas expresiones irreverentes y descuidadas que agravian al tierno Espíritu del Señor y motivan que sus peticiones no lleguen al cielo. 1TS 110.1

También vi que muchos ignoran lo que deben ser a fin de vivir a la vista del Señor durante el tiempo de angustia, cuando no haya Sumo Sacerdote en el santuario. Los que reciban el sello del Dios vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia deben reflejar plenamente la imagen de Jesús. 1TS 110.2

Vi que muchos descuidaban la preparación necesaria, esperando que el tiempo del “refrigerio” y la “lluvia tardía” los preparase para sostenerse en el día del Señor y vivir en su presencia. ¡Oh! ¡y a cuántos vi sin amparo en el tiempo de angustia! Descuidaron la necesaria preparación, y por lo tanto, no podían recibir el refrigerio indispensable de un Dios santo. Quienes se nieguen a ser tallados por los profetas y no obedezcan la entera verdad para purificar su corazón, y presuman ser de mucho mejor condición de la que son realmente, llegarán al tiempo de las plagas, y entonces echarán de ver que les hubiera sido necesario que los tallasen y escuadrasen para la edificación. Pero entonces no habrá ya tiempo para ello ni tampoco Mediador que abogue por ellos ante el Padre. Antes de este tiempo se ha promulgado la solemne declaración que dice: ‘El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo sea santificado todavía.” Apocalipsis 22:11. Vi que nadie podía participar del “refrigerio” a menos de vencer todas las tentaciones y triunfar contra el orgullo, el egoísmo, el amor al mundo y toda palabra y obra mala. Por lo tanto, debemos nosotros acercarnos más y más al Señor y buscar anhelosamente la preparación necesaria que nos habilite para permanecer firmes en la batalla, el día del Señor. Recuerden todos que Dios es santo y que únicamente seres santos podrán morar alguna vez en su presencia. 1TS 111.1