Testimonios Selectos Tomo 1

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El sello de la aprobación divina

Fué aquélla una época de tribulaciones. De no mantenernos entonces firmes, hubiera naufragado nuestra fe. Algunos decían que éramos tercos; pero estábamos obligados a mantener nuestros rostros como de pedernal, sin volvernos ni a derecha ni a izquierda. 1TS 79.1

Durante años, nos esforzamos en combatir los prejuicios y vencer la oposición que a veces amenazaba con arrollar a los fieles portaestandartes de la verdad—los héroes y heroínas de la fe. Pero echamos de ver que quienes acudían a Dios con humilldad y contrición de alma, podían discernir entre lo verdadero y lo falso. “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera.” Salmos 25:9. 1TS 79.2

En aquellos días nos dió Dios una valiosa experiencia. Al vernos en estrecho conflicto con las potestades tenebrosas, como frecuentemente estábamos, confiamos por entero en el poderoso Protector. Repetidas veces oramos en demanda de fortaleza y sabiduría. No queríamos cejar en el empeño, convencidos de que íbamos a recibir auxilio. Y gracias a la fe, la artillería del enemigo se revolvió contra él, la causa de la verdad obtuvo gloriosas victorias, y comprendimos que Dios no nos daba su Espíritu por medidas. A no ser por aquellas apreciadas pruebas del amor de Dios, y si, por la manifestación de su Espíritu, no hubiese puesto él su sello a la verdad, acaso nos desalentáramos; pero aquellas pruebas de la dirección divina, aquellas vívidas experiencias en las cosas de Dios, nos fortalecieron para pelear varonilmente las batallas del Señor. Los creyentes pudieron discernir con toda claridad cómo Dios les había señalado el camino, guiándolos entre pruebas, desengaños y terribles conflictos. Cobraban mayores bríos según iban encontrando y venciendo obstáculos, y adquirían valiosa experiencia en cada paso que daban hacia adelante. 1TS 79.3