De la Cuidad al Campo

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No esperéis que un milagro deshaga los resultados de una conducta impropia

“Cada vez que veo estas flores pienso en el Edén. Constituyen una expresión del amor de Dios hacia nosotros. Así es como él nos proporciona en este mundo un goce anticipado del Edén. Quiere que nos deleitemos en las cosas hermosas de su creación, y que veamos en ellas una expresión de lo que él hará por nosotros. DCC 16.4

“Desea que vivamos con amplitud de espacio. Su pueblo no debe aglomerarse en las ciudades. El quiere que sus hijos lleven a sus familias fuera de las ciudades a fin de prepararlas mejor para la vida eterna. En un poco de tiempo más tendrán que abandonarlas. DCC 16.5

“Estas ciudades están llenas de toda clase de impiedad: huelgas, asesinatos y suicidios. Satanás está en ellas y domina a los hombres en su obra destructiva. Bajo su influencia matan por el placer de matar, y harán esto cada vez más... DCC 16.6

“Si nos colocamos bajo influencias objetables, ¿podemos esperar que Dios realice un milagro para deshacer los resultados de una conducta impropia? Por cierto que no. Salid de las ciudades tan pronto como sea posible, y adquirid una porción de tierra donde podáis tener un huerto, donde vuestros hijos puedan ver crecer las flores y aprender de ellas lecciones de sencillez y pureza”.—Mensajes Selectos 2:408, 409 (1903). DCC 16.7