Servicio Cristiano

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Valiente y veraz

Lo que la iglesia necesita en estos días de peligro es un ejército de obreros que, como Pablo, se hayan educado para ser útiles, tengan una experiencia profunda en las cosas de Dios y estén llenos de fervor y celo. Se necesitan hombres santificados y abnegados; hombres que no esquiven las pruebas y la responsabilidad; hombres valientes y veraces; hombres en cuyos corazones Cristo constituya la “esperanza de gloria”, y quienes, con los labios tocados por el fuego santo, prediquen la Palabra. Por carecer de tales obreros la causa de Dios languidece, y errores fa tales, cual veneno mortífero, corrompen la moral y agostan las esperanzas de una gran parte de la raza humana.—Los Hechos de los Apóstoles, 404. SC 302.6

La obra de salvar almas ha de avanzar gracias a una guerra agresiva, en medio de la oposición, el peligro, la pérdida y el sufrimiento humano. En cierta batalla, cuando uno de los regimientos de las fuerzas atacantes era rechazado por las hordas del enemigo, el abanderado permaneció al frente mientras las tropas retrocedían. El capitán le gritó que regresara con la bandera, pero la respuesta del abanderado fué: “¡Traiga a los hombres hasta la bandera!” Esta es la obra que le toca a cada abanderado fiel, llevar a los hombres hacia la bandera. El Señor pide sinceridad. Todos sabemos que el pecado de muchos cristianos profesos es la carencia de valor y energía para ir ellos mismos, y llevar a los que se relacionan con ellos hacia la bandera.—Testimonies for the Church 9:45, 46. SC 303.1

Dios no puede usar hombres que, en tiempo de peligro, cuando se necesita la fortaleza, el valor y la influencia de todos, temen decidirse firmemente por lo recto. Llama a los hombres que pelearán fielmente contra lo malo, contra principados y potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra la impiedad espiritual de los encumbrados. A los tales dirigirá las palabras: “Bien, buen siervo y fiel.”—La Historia de Profetas y Reyes, 105. SC 303.2

Dios llama a hombres como Elías, Natán y Juan el Bautista, hombres que darán su mensaje con fidelidad, sean cuales fueren las consecuencias; hombres que dirán la verdad con valor, aun cuando ello exija el sacrificio de todo lo que tienen.—La Historia de Profetas y Reyes, 104. SC 303.3