Servicio Cristiano

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Imparcialidad

Mientras vivió entre los hombres, nuestro Salvador compartió la suerte de los pobres. Conoció por experiencia sus cuidados y penurias, y podía consolar y estimular a todos los humildes trabajadores. Los que tienen un verdadero concepto de la enseñanza de su vida, no creerán nunca que deba hacerse distinción entre las clases, que los ricos han de ser honrados más que los pobres dignos.—El Deseado de Todas las Gentes, 58. SC 299.1

Cuando te apartas de los que no parecen promisorios ni atractivos, ¿te das cuenta de que estás descuidando las almas que está buscando Cristo? En el preciso momento en que te apartas de ellos, quizá es cuando necesiten más de tu compasión. En cada reunión de culto, hay almas que anhelan descanso y paz. Quizá parezca que viven vidas descuidadas, pero no son insensibles a la influencia del Espíritu Santo. Muchas de ellas pueden ser ganadas para Cristo.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 175. SC 299.2

La invitación del Evangelio no ha de estrecharse, y presentarse solamente a unos pocos elegidos, quienes, suponemos nosotros, nos honrarán con aceptarla. El mensaje ha de proclamarse a todos. Dondequiera haya corazones abiertos para recibir la verdad, Cristo está listo para instruirlos.—El Deseado de Todas las Gentes, 162. SC 299.3