Servicio Cristiano

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La administración de los recursos

En todas nuestras inversiones hemos de luchar para cumplir el propósito de Aquel que es el alfa y la omega de todo esfuerzo cristiano.—Testimonies for the Church 9:49. SC 272.3

El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien. En manos de los hijos de Dios es alimento para el hambriento, bebida para el sediento y vestido para el desnudo. Es una defensa para el oprimido y un medio de ayudar al enfermo. Pero el dinero no es de más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, beneficiar a otros, y hacer progresar la causa de Cristo.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro. 320. SC 272.4

En Dios mismo se originaron los planes para el progreso de su obra, y él ha provisto a su pueblo de gran cantidad de medios, a fin de que cuando les pida su ayuda, puedan responder: “Señor, tu mina ha ganado diez minas.”—Testimonies for the Church 9:58. SC 272.5

El dinero no puede ser llevado a la vida futura: no se necesita allí; pero las buenas acciones efectuadas en la salvación de las almas para Cristo son llevadas a los atrios del cielo. Mas aquellos que emplean egoístamente los dones del Señor para sí mismos, dejando sin ayuda a sus semejantes necesitados, y no haciendo nada porque prospere la obra de Dios en el mundo, deshonran a su Hacedor. Frente a sus nombres en los libros del cielo está escrito: “Robó a Dios.”—Lecciones Prácticas del Gran Maestro. 243. SC 273.1

¿Qué vale el dinero en este tiempo en comparación con el va or de las almas? Cada peso de nuestros recursos debíera considerarse como del Señor, no nuestro; y como otorgado por Dios a nosotros en calidad de preciosa custodia, no para ser malgastado en la innecesaria complacencia propia, sino para ser cuidadosamente usado en la causa de Dios, en la obra de salvar a los hombres y mujeres de la ruina.—Life Sketches of Ellen G. White, 214. SC 273.2

¿No es la obra misionera que ha de hacerse en nuestro mundo de suficiente importancia para exigir nuestra influencia y apoyo? ¿No nos privaremos de toda extravagancia y pondremos nuestros dones en la tesorería de Dios a fin de que la verdad pueda ser enviada a otros países, y puedan sostenerse también las misiones locales? ¿No recibirá esta obra la aprobación del cielo? La obra de estos últimos días no ha sido sostenida por grandes legados, ni llevada adelante por influencia mundana. Ha recibido sostén de ofrendas que no eran sino el resultado de la abnegación y el espíritu de sacrificio. Dios nos ha concedido el privilegio de 1 egar a ser participantes de los sufrimientos de Cristo aquí, y ha hecho provisión para que tengamos derecho a una herencia en la tierra hecha nueva.—The Review and Herald, 2 de diciembre de 1890. SC 273.3

Me fué mostrado que el ángel registrador anota fielmente cada ofrenda dedicada a Dios, poniéndola en la tesorería, y también los resultados finales de los medios así usados. El ojo de Dios tiene en cuenta cada centavo dedicado a su causa, y la buena o mala voluntad del dador, así como el motivo porque se da. Los abnegados y consagrados creyentes que devuelven a Dios las cosas que le pertenecen, como se requiere de ellos, serán recompensados según sus obras. Aunque sean mal empleados los medios así consagrados, de manera que no cumplan el objeto que el dador tenía en vista, la gloria de Dios y la salvación de almas, los que han hecho el sacrificio con sinceridad de alma, con el solo propósito de glorificar a Dios, no perderán su galardón.—Testimonies for the Church 2:518, 519. SC 274.1

Cada oportunidad de ayudar a un hermano en necesidad, o a la causa de Dios en la difusión de la verdad, es una perla que podéis enviar de antemano y depositar en el banco del cielo, donde está segura. Dios os está probando. El os ha estado dando sus bendiciones con mano pródiga, y está hoy observando para ver qué uso estáis haciendo de ellas, para ver si ayudáis a los que necesitan ayuda y si sentís el valor de las almas, y hacéis cuanto podéis con los medios que él os ha confiado. Toda oportunidad tal aprovechada aumenta vuestro tesoro celestial.—Testimonies for the Church 3:249, 250. SC 274.2